"Pienso que lo más asombroso de llorar es que cuando empiezas, crees que no pararás nunca, pero en realidad no dura ni siquiera la mitad de lo que habías creído. Al menos no en términos de tiempo real. En términos de emociones reales es peor de lo que uno piensa..."
"Bill, la vida no es justa. Les decimos a nuestros hijos que sí lo es, pero eso es una barbaridad. No sólo es una mentira sino que es una mentira cruel. La vida no es justa, nunca lo ha sido y nunca lo será"
Hoy os traigo algunas frases memorables de La princesa prometida, de William Goldman. Este es un libro muy especial para mí. Normalmente, es aconsejo que le deis un vistazo a la reseña, pero es que acabo de releerla y no le hace justicia. Ninguna reseña le haría justicia. Es un libro con un argumento muy tradicional, pero que de convencional tiene poco. Se trata de una sátira metaliteraria en la que el autor se ríe
En fin, que no estoy aquí para convenceros de leer el libro (en realidad sí), sino para hablaros de dos fragmentos de la novela. El primero me gustó por la verdad que contiene, por la idea de lo relativo que es el tiempo. Es muy cierto eso de creer que una vez que empiezas a llorar crees que no pararás nunca pero luego resulta que tampoco has estado llorando tanto rato. O como mínimo, no ha sido tanto rato en tiempo real, pero en el momento, los sentimientos son tan intensos que sí que sientes como si hubieras estado horas y horas.
La segunda cita me gustó en parte por caracterizar muy bien la novela y en parte por la crítica que contiene a las novelas. No quiero sonar catastrofista o pesimista, es que la realidad es así: injusta. ¿Cuántas veces a lo largo de vuestra vida os habéis encontrado con una injusticia y nadie ha hecho nada para remediarlo? Esa es otra mentira de la ficción. el protagonista, después de pasar por muchas penalidades, al final se ve recompensado y se hace justicia y tanto él como el villano reciben lo que merecen. Eso en la vida real no pasa: los políticos que estafan no devuelven un duro, los violadores se libran de la cárcel y los okupas pueden quitarte tu casa sin consecuencias. Y no solo eso, también están las pequeñas injusticias diarias: el hombre que se cuela en el metro sin pagar y nadie le pilla, la mujer que se cuela en cola kilométrica del supermercado, el conductor que se pasa el semáforo en rojo, el alumno que saca la misma nota que tú copiando,...Pero en los libros todos tienen su merecido, ¿y eso está bien o mal? ¿La literatura ha de reflejar cómo es el mundo o cómo debería ser? Ahora mismo solo se me ocurren dos novelas injustas (tres si contamos esta): Perdida, de Gillian Flynn y La canción secreta del mundo, de José Antonio Cotrina. Os invito en los comentarios a dejar más recomendaciones.