A continuación presentamos un par de ellas, que incitan no solo a la lectura, sino al buen ánimo, a la esperanza.
La tristeza: un apetito que ninguna desgracia satisface.
Sea por pasión del remordimiento o por insensibilidad, el caso es
que nada he hecho por salvar el poco absoluto que encierra este mundo.Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera: sin la idea del suicidio, hace tiempo que me hubiera matado.Sólo se suicidan los optimistas, los optimistas que ya no logran serlo. Los demás, no teniendo ninguna razón para vivir, ¿por qué la tendrían para morir? Tanto he mimado a la idea de fatalidad, a costa de tan grandes sacrificios la he alimentado, que ha acabado por encarnarse: de la abstracción que era, palpita ahora irguiéndose ante mí, aplastándome con toda la vida que le he dado.(Silogismos de la amargura)¨¿Y por qué resucitó a Lázaro y sólo a él y no también a los demás muertos? ¿Y cómo supo que Lázaro quería volver a la vida? A lo mejor ya estaba tranquilo, por fin, en la paz de la tumba. ¿Y para qué lo resucitó si tarde que temprano Lázaro se tenía que volver a morir?Porque no me vengan ahora con el cuento de que Lázaro está vivo. Un viejito como de dos mil años. No, Lázaro se volvió a morir y Cristo no lo volvió a resucitar. ¿Por qué esa sin consecuencias? ¡Una sola resurrección no sirve! Si nos ponemos en plan de dar, demos; y en plan de resucitar, resucitemos. Y si resucitamos a uno, resucitémoslos a todos y para siempre. Así a los seis mil millones de Homos sapiens que hoy poblamos la tierra les sumamos otros tantos por lo bajito. ¿Con doce mil millones no se contentará este Papa? ¿O querrá más? ¿Doce mil millones copulando sin condón cuántos producen al año? A ver, saque cuentas, Su Santidad. ¿Dónde los va a meter? ¿En el Vaticano?¨
(Discurso en la recepción del premio Rómulo Gallegos)