Ayer estaba viendo un documental sobre la última gira de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, documental que por cierto te recomiendo. En un momento dado Sabina, que si no es un tipo con suerte por lo menos es un tipo que se lo pasa muy bien en la vida, dijo: Hoy en día se habla mucho de libertad e igualdad pero muy poco de fraternidad.
Internet, esa maravillosa herramienta que te permite acceder a toda la información del mundo para que acabes mirando vídeos de gatos, nos ha permitido ponernos en contacto unos con otros y saber qué pasa por ahí. Eso ha hecho que la gente de algunos países se dé cuenta de que hay otros sitios dónde hay más libertad y empiecen a reclamar la suya. También aquí mismo se habla cada día de la libertad de expresión en las redes sociales, de la libertad de prensa e incluso de la libertad que quieren regular con la nueva ley de seguridad ciudadana. Vamos, que se habla mucho de libertad, aunque sólo se hace del enfoque libertad-derecho y dejamos un poco de lado la libertad-capacidad que comentábamos en el blog.
Por otro lado, hoy en día vivimos tiempos difíciles, muy difíciles. La famosa crisis, que parece que lleva toda la vida y que aún se va a quedar un rato más, ha hecho que mucha gente lo esté pasando muy mal. Y cuando la gente lo pasa mal, tiende a compararse con los que no están tan mal y a pedir igualdad. También vivimos en una sociedad cada vez más consciente de la injusticia laboral por razón de género o discapacidad. Así que mucha gente se suma al movimiento para pedir la igualdad entre hombre y mujer y por supuesto, de los discapacitados. Total, se habla mucho de igualdad, lo cual por cierto, me parece genial. Aunque aprovecharé para lanzar una idea, ¿y si en vez de hablar de igualdad a secas, hablamos de igualdad de oportunidades?
Sea como sea, son dos conceptos que están en el debate de la sociedad, como dice el poeta de la voz rota, se habla mucho de libertad y de igualdad. ¿Pero qué pasa con el tercer valor de la revolución francesa? Pues me da la sensación que no se habla de ello cuando podría ser la solución a estos problemas. La fraternidad se entiende como la amistad entre hermanos o quienes se tratan como tales. La fraternidad trata de la ayuda, la confianza y el apoyo de unos a otros. No sé a ti, pero eso me parece algo como mínimo interesante y bastante práctico para momentos difíciles. Ya hemos hablado mil y unas veces de que, sin olvidar la felicidad propia, el mundo funcionaría bastante mejor si también nos preocupásemos de la felicidad ajena. ¿Te suena la idea de sinergia? Pues también tiene que ver con la fraternidad, juntos somos más. Y es curioso que siendo un concepto tan potente éste de la fraternidad, haya quedado en el olvido. No se habla de la cantidad de gente que se está apoyando. No se habla de los que abren su casa a los familiares y amigos desahuciados, no se habla de los vecinos que dan comida ni de los compañeros de clase que con 5 añitos comparten bocadillo. Todo eso está pasando y no se habla de ello. Y tampoco se habla de todo lo que se podría conseguir con la fraternidad. No se habla de que el simple hecho de contar con los amigos y familiares ya te hace sentir mejor y no se habla de cómo, tratándonos como hermanos (hermanos adultos, que ya sabemos que de niños nos peleamos todos) podremos construir algo mejor. Vamos a hablar de fraternidad porqué si lo conseguimos, el resto vendrá solo porqué los que se tratan como hermanos se tratan como iguales y respetan la libertad del otro.