Un paciente de SIDA va a la farmacia en un pueblito alemán, compra su tratamiento habitual y cuando llega a casa descubre que la caja está vacía. La farmacéutica GlaxoSmithKline, tras su denuncia, comprobó que el medicamento tenía un envoltorio falso. Este fue el comienzo de una investigación que ahora se traslada a los juzgados y podría convertirse en uno de los mayores escándalos farmacéuticos alemanes.
Lotes de medicamentos para el SIDA destinados a Sudáfrica eran empaquetados de nuevo, reenviados y vendidos en las farmacias alemanas, ganando de este modo ilegalmente el descuento que tenían estos medicamentos por recibir ayudas al desarrollo. Otra parte de estos medicamentos eran producidos de forma ilegal en Sudáfrica y enviados después a las farmacias alemanas. Según la cadena NDR, los medicamentos venían de Sudáfrica a Alemania, pasando por Suiza y Bélgica. Los medicamentos se encontraban en buen estado, aunque también se investigará si se rompió en ellos la cadena de frío.
La Oficina Federal de Investigación criminal, la BKA, ha abierto una investigación para aclarar los que calcula son más de 10 millones euros que habrían estafado al menos tres grandes farmacéuticas a las aseguradoras médicas. Más de 10.000 preparados habrían sido introducidos ilegalmente en el mercado alemán.
Las penas por un fraude de estas características serían de tres a diez años de prisión. También las aseguradoras pedirán el reembolso de la diferencia a las farmacias que hubiesen colaborado vendiendo los remedios.
Mientras en los diarios e informativos el ministro de defensa, su tesis plagiada y su dimisión ocupaban portadas y espacios de debate, este escándalo era relegado a los ladillos de la actualidad.