No eligieron ser como eran, pero lo pagaron con creces. A los ojos de una sociedad cruel que rechazaba al diferente, deformidades, un peso o una estatura fuera de lo común o, incluso, cosas aparentemente tan banales como haber nacido con demasiado pelo en el cuerpo, a muchos de ellos sólo se les abrieron las puertas del mundo del espectáculo, tan cruel como aportador de suculentas ganancias. Pero también en el mundo freak hubo clases, historias con final feliz o trágico, lágrimas y carcajadas. Comenzaremos hablando de aquellos a los que hizo famosos un magnífico, leonino, exageradísimo exceso de pelo.
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Hipertricósicos: los hombres y mujeres perro (o león)
Afectados de hypertrichosis lanuginosa, rara mutación genética que hace que el cuerpo se cubra de lanugo, pelo suave y arrubiado que llega a medir, en ocasiones, varios centímetros, lo que les confiere el aspecto de un perro de aguas. Ni tiene cura ni ocultación posible: después de afeitado, el pelo vuelve a crecer rápidamente. Por ello, los hipertricósicos han venido dedicándose, desde tiempos remotos, al no siempre amable mundo del espectáculo, casi el único en el que eran aceptados. Apenas se han documentado cincuenta casos en los últimos tres siglos.
Petrus Gonsalvus, el salvaje gentilhombre de Tenerife
Tenerife, España 1537 - Capodimonte, Italia 1618 (81)
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Maphoon y Moung-Phoset, la familia sagrada de Birmania
Ava, Birmania ¿? - ¿?
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Fyodor Yevtishchev, Jo-Jo, el perro del Cáucaso
San Petersburgo, Rusia 14.3.1868 – Salónica, Imperio Otomano, 31.1.1904 (36)
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Alice Doherty, la niña lanuda de Minnesota
Minnesota, EEUU 14.3.1887 – Dallas, EEUU 13.6.1933 (45)
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Julia Pastrana, la indescriptible
Sinaloa, México 1834 – Moscú, Rusia 25.3.1860 (26)
Su aspecto, desde luego, no pasaba desapercibido para nadie. Y la cuestión es que, irónicamente, la Pastrana no fue del todo infeliz antes de que un avispado empresario de espectáculos la descubriera en un tren camino a Sinaloa, su región natal. Sobre el escenario bailaba con una gracilidad muy alejada de lo grotesco de sus rasgos y, aunque ganaba dinero a expuertas, realmente era Theodor, su dueño y futuro marido, quien lo utilizaba en su beneficio. Es posible que su matrimonio con el empresario, después de una búsqueda pública de pretendientes que se convirtió en toda una opereta publicitaria, fuera una farsa,como lo eran las historias que se contaban sobre el pasado de Julia como niña salvaje o, incluso, sobre su pertenencia a una especie a medio camino entre el mono y el humano. Pobre Julia. Murió al parir, en el frío moscovita, a un niño hipertricósico que apenas si vivió un día y medio. Theodor, para el que el negocio lo era todo, no quiso enterrarlos: los vendió a un científico que convirtió a la familia infeliz en momias, para exponerlas previo pago.
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Stephan Bibrowski, Lionel
Bielsk, Polonia 14.3.1868 - Italia, 1932 64)
Decían de él que había nacido semanas después de que a su padre lo atacase un león acabante de escaparse de un circo, en un remoto pueblo polaco en el que, desde el primer día, lo habían tratado como un apestado. Era mentira. La verdad había sido más triste, si cabe: descubierto a la tierna edad de cuatro años, fue vendido por su madre a una empresaria de circo alemana que, afortunadamente para Bibrowski, tenía buen corazón. Le proporcionó educación y una vida saludable antes, eso sí, de “traspasarlo al circo Barnum, en Estados Unidos. Allí Bibrowski reemplazaría a Jo-Jo, pero tan sólo por cinco años. Volvió, en cuanto pudo, a su adorada Alemania, donde colaboró en varios estudios médicos y se aficionó a pintar acuarela.
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Hirsutas: mujeres barbudas y eslabones perdidos
Aunque frecuentemente leve, el hirsutismo, idiopático o causado por enfermedades que provoquen un exceso de andrógenos, es, en contadas ocasiones, exhacerbado: así surgen las mujeres barbudas -aunque pocas de las que se anunciaron como tales en las ferias lo eran: abundaron las barbas postizas…- y las mujeres mono que se vendían como el paso intermedio entre el ser humano y nuestro ilustre y peludo primo primate.
Krao Farini, Krao
Laos ~1872 - Nueva York, EEUU 16.4.1926 (54)
Costó 350$ y, por un error idiomático, los europeos que la compraron en su país natal la llamaron durante toda la vida krao que, en realidad, viene a significar algo así como “eh, tú“. Era la única forma en la que sus padres se dirigían a la niña hirsuta con la que recorrían pueblos, haciéndola pasar por mezcla entre mono y humano y, a las pruebas me remito, otorgándole un cariño más bien escaso. Detrás de su aspecto simiesco, Krao albergaba un buen corazón, una inteligencia excepcional -en tan sólo unas semanas aprendió los fundamentos básicos de los idiomas inglés y alemán-
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Dora Gutterman, Lady Lionette
Nueva York ¿? - ¿? ¿?
“Si mi piel fuera clara, y si pudiera maquillarme la cara y vestirme con uno de esos vestidos caros que sí me puedo permitir, sería más hermosa que la mayoría de las mujeres que vienen a verme al circo”. A Dora Gutterman, judía neoyorquina, no le había quedado más remedio que exhibir su hirsutismo para sacar a su familia de la miseria. Y no le fue mal. Con un sueldo medio de 300$ semanales, pudo retirarse bien situada en 1930, pero -y a pesar de todas las visitas a las clínicas de estética- jamás consiguió quitarse la frondosa barba oscura que le nacía de la cara. No siempre se puede tener todo.
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Sidonia de Barcsy
Actual Budapest, Hungría 1.5.1866 - Drummond, EEUU 19.10.1925 (59)
Nació baronesa y sin un solo pelo en la cara. La barba no le llegó hasta bien entrados los 19 años, tras haber parido a su primer hijo. Horrorizada por su nueva situación, tuvo la suerte de contar con el apoyo de su marido, el barón Antonio de Barcsy, que amenazó con divorciarse si Sidonia se afeitaba la barba y que ordenó volver a colocar todos los espejos de la casa, retirados para salvaguardar los nervios de la baronesa. Los de Barcsy, barbuda ella, un poco obeso él y enano, como resultó ser, el niño, asumieron su nueva realidad recorriendo el mundo exhibiéndose voluntaria y, ¿por qué no decirlo?, exitosamente.
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Annie Jones, Esau
Virginia, EEUU 14.6.1865 - Brooklyn, EEUU 22.10.1902 (37)
Era una mujer hermosísima o, mejor dicho, lo hubiera sido sino fuera porque ya nació con barba y, a los nueve meses de edad, ya tenía la de un hombre adulto, frondosa, oscura e imposible. Con once hijos más, los padres de Annie, a quien llamaban cariñosamente Esau, no pudieron decir que no cuando P.T. Barnum vino a buscarla. A los nueve años de edad ya era la freak mejor pagada de su época, y una de las pocas mujeres que, por entonces, disponía con entera libertad de un dinero que administró bien, pensando en una vejez que, sin embargo, no llegó a disfrutar. Murió con apenas 37 años, en brazos de la madre que nunca había querido dejarla partir, tuberculosa.
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