Este es un post sobre el frio en la semana oficial del viento sur. Los amigos que saben de este blog y que me animan, me apoyan y sufren cada vez que les pego un grito por meter el tenedor antes de la foto de rigor; esos amigos, entre otras cosas suelen hacer hincapié (sobre todo este frio invierno), en lo desagradable que resulta comer en un local en el que hace frio.
Esta semana, las chicas de la city hemos empezado nuestra peculiar #operacionbuenorra, cada una a lo suyo. Que si yo me quito los donuts y demás bollerías; que si la otra se quita los frutos secos y el chocolate, y la tercera ni me acuerdo la de cosas que quitaba. Así que por unir ingredientes, decidimos ir a Frescco. Esa cadena de restaurantes-buffet basados en la dieta mediterránea. Pues nada, ahí que nos plantamos las tres, con la bandeja, eligiendo ingredientes, y desechando aquellos no aptos a nuestras dietas "a medida". Pagamos los 9,95€ cada una y nos dirigimos a una mesa para cuatro. Empezamos a comer las tres con una cara de tristes que no veas, delante de las ensaladas, cuando empezamos a notar una corriente de aire polar. Me giro, y veo la puerta abierta de par en par (Bilbao, 3 grados). Aguantamos un poco, hasta que el frío al principio incómodo, convierte la comida en un momento desagradable, además de darnos cuenta de que más clientes miraban hacia la puerta. Me acerco a la encargada, y se lo comento:
-"Hola, oye, mira, ¿sería posible cerrar la puerta? Entra un frio muy desagradable".-"Pues no creo, está la cortina puesta"
Defino cortina para quienes no sepan qué es: aire caliente a toda potencia que se coloca sobre la puerta para "amortiguar" el frío que entra. Que en días normales, hace efecto, en semanas de 2 a 3 grados en la city, NI DE COÑA. He trabajado casi 7 años en tiendas más pequeñas y más grandes (era coordinadora y me movía de una a otra por Bilbao) y en ninguna de ellas impedíamos esa sensación de frío los días en los que el termómetro bajaba de 9 grados.
Todo esto, para que nada más sentarme, va la "amable" encargada, y cierra la puerta. Ay amiga, llegas tarde, ya me has dado tú a mi el portazo poniendo en duda ese frío, ya has hecho que un cliente se sienta idiota trasladándote amablemente una sugerencia, que hubieras podido hacer sin decir nada, y unos 20 minutos después volver a abrirla, que fue lo que estuvimos allí al estar en un comedor de lo más desagradable. ¿Qué cuesta una sonrisa? ¿9,95€? ¿Qué cuesta dar una respuesta amable? ¿9,95€? ¿Qué cuesta hacer que el cliente se sienta algo más cómodo con algo que está en tu mano y es sencillo? ¿9,95€? Si te parece mucho esfuerzo por lo que vale el menú, hay algo que falla: o el modelo de negocio, o la actitud.
Sé que en muchas ocasiones se forman colas, y dejan la puerta abierta por eso, pero esta vez, como bien dice I, no creo que fuese la causa, siendo las 15h45 de la tarde, y estando a punto de cerrar el buffet. De verdad, que no lo entiendo.
RESTAURANTES FRESCOC/Gran Via, 55. BilbaoC/Ledesma, Bilbao.
Un buen sitio para comer sano, rápido, y barato. En el restaurante de gran via tienen un gril donde cocinan al momento lo que les pidas, algo que no encontrarás en el de Ledesma. En ambos, te indican dónde sentarte para ahorrar espacio, y hacer que otros clientes no tengan que esperar de pie. Una pena que cuando el franquiciador entrega el know-how/savoir-faire al franquiciado también incluya una clase de amabilidad.
Mneú del día, 9,95€