Tras ligeros chubascos la primavera barroca ovetense con la colaboración del CNDM volvió a florecer este jueves de la mano del maestro Antonio Florio al frente de I Turchini con un programa donde brilló con luz propia la soprano Valentina Varriale, todo un descubrimiento del profesor de Bari que continúa sacándonos a la luz no ya el repertorio del barroco napolitano sino versiones limpias, contrastadas, con una formación pura de cuerda que funciona a la perfección con Alessandro Ciccolini de concertino con otros cinco violines más un instrumento por cuerda donde no faltó el clave de Patrizia Varone, complemento ideal de cuerda percutida redondeando un continuo presente, auténtico cimiento tímbrico para un sonido global siempre poderoso, limpio, con ligeros problemas de afinación por este calor húmedo asturiano aunque consiguiendo siempre convencer.
Tras ligeros chubascos la primavera barroca ovetense con la colaboración del CNDM volvió a florecer este jueves de la mano del maestro Antonio Florio al frente de I Turchini con un programa donde brilló con luz propia la soprano Valentina Varriale, todo un descubrimiento del profesor de Bari que continúa sacándonos a la luz no ya el repertorio del barroco napolitano sino versiones limpias, contrastadas, con una formación pura de cuerda que funciona a la perfección con Alessandro Ciccolini de concertino con otros cinco violines más un instrumento por cuerda donde no faltó el clave de Patrizia Varone, complemento ideal de cuerda percutida redondeando un continuo presente, auténtico cimiento tímbrico para un sonido global siempre poderoso, limpio, con ligeros problemas de afinación por este calor húmedo asturiano aunque consiguiendo siempre convencer.