Si no fuera así, la decisión sobre a qué asociación pertenecer sería sencilla. Sólo habría que votar para decidir si te quieres ir o no. Sería el camino inverso al que sí que está admitido: votar para entrar en una organización o país. Si España vota afirmativamente para entrar en la OTAN o en la Unión Europea, todo es maravilloso y nos ponen una alfombra roja. O incluso si en Gibraltar votaran para unirse a Andalucía, se vería con buenos ojos; siempre y cuando Andalucía continúe encastrada en España. Los rusos además de ponerte una alfombra roja te ponen unos tanques a tu disposición no sea que los ucranianos sean poseídos por un brote de constitucionalismo y pidan ayuda a Estados Unidos para conservar la integridad del territorio que tanto esfuerzo costó separar de la URSS.
Sin embargo hacer el camino inverso está muy mal visto. Votar para irse de algún sitio se considera desde una locura, hasta una traición. Si tú quieres salirte de la OTAN o de la Unión Europea, no se puede, ni votando. Eso sí, si no cumples con las políticas económicas impuestas desde Berlín te pueden echar (es de locos). En el caso de la votación de Cataluña para consolidarse como un estado soberano se esgrime como excusa un chiste llamado Constitución Española, que no es más que un papel con métodos de contención territorial franquistas que se puede modificar al antojo de Ángela Merkel, pero no cuando les interesa a los que viven dentro. Ya puestos a esgrimir la Constitución cual socorrido libro sagrado, sería deseable que se hiciera caso a esa misma Constitución en temas verdaderamente importantes, como lo del trabajo y el empleo dignos, a los que se supone que tenemos derecho. Qué curioso, para esos temas los políticos no gastan saliva, se nota que no es buen negocio para ellos, porque mientras los empresarios les dan empleos vitalicios, los pobres sólo les dan votos.
Una curiosidad, en el caso de que Escocia abandone el Reino Unido, ¿éste cambiará su bandera (la Union Jack) para eliminar la escocesa cruz de San Andrés que aparece en ella?
El festival de entradas y salidas sólo ha empezado. Cerdeña espera atenta, Bélgica cada vez más fracturada,es la posible división de Italia en tres partes (según la inteligencia rusa, da miedo porque parece que sólo piensan sentados en un tanque)
Me parece muy rastrero impedir la independencia de un territorio. No se puede obligar a nadie a estar donde no quiere estar. Vale, sí se puede obligar, pero por la fuerza y eso es algo bastante cobarde. Es comparable a los casos de violencia de género en los que una parte de la pareja obliga a la otra a estar a su lado por la fuerza y mientras tanto procura amenazarla con hacerle la vida imposible si se va de su vera.
Personalmente me da igual que Cataluña, Galicia, Euskadi, Andalucía o Calatayud proclamen su soberanía, siempre habrá los mismos zampabollos gobernando en cualquier lugar, es una mera cuestión de nomenclatura. Lo que me preocupa mucho más es el hecho de que a Israel se le vaya la mano anexionándose terreno y llegue a poner un muro por medio de Toledo. O que los desnortados islámicos de la bandera blanca y negra se empeñen en anexionarse Al-Andalus enterita, desde Baracaldo a Chipiona.
Esto último sí que son palabras mayores, hechos muy graves a los que los políticos de esta zona del mundo no miran porque tienen miedo de abrir la boca y que se enteren también fuera de estas fronteras de que son unos ineptos.
Lo que está claro es que en el ridículo juego de mover fronteras en un mapa, la entrada es gratuíta y la salida sólo se consigue a tortazo limpio.