Lo que aquí tenemos es otra muestra del buen rumbo que lleva la compañía tras esa unión de fuerzas. Esto es un paso hacia delante, con la mirada puesta al futuro pero sin perder de vista su esplendoroso pasado y los clásicos de principios de los noventa. Cito esas películas porque Frozen se inscribe en esa categoría de musicales animados que cobraban vida a golpe de talento y fantasía. Aquí no se llega a alcanzar ese nivel, pero no están muy lejos de lograrlo. El secreto son unas princesas con matices, una buena colección de canciones, un secundario tronchante y una nueva forma de tratar al príncipe azul.
Lo mejor: Olaf, el muñeco de nieve.
Lo peor: creo que no llega a alcanza la categoría de clásico Disney.