Las abejas polinizan una tercera parte de lo que comemos y juegan un papel vital en el mantenimiento de los ecosistemas del planeta. Alrededor del 84 % de los cultivos para el consumo humano necesitan a las abejas o a otros insectos para polinizarlos y aumentar su rendimiento y calidad. La polinización de las abejas no sólo se traduce en una mayor cantidad de frutas, bayas o semillas, sino que también puede mejorar la calidad de los productos.
Tanto si eres un experto en apicultura o simplemente un aficionado a las abejas, a continuación enumeramos siete frutas y hortalizas que obtienen un “zumbido” de aprobación en la polinización apícola:
las abejas melíferas.
Los estudios demuestran que la falta de abejas y otros insectos silvestres para la polinización de las almendras puede reducir los rendimientos de las cosechas de forma más drástica que la falta de fertilizante o la incapacidad de aportar agua suficiente a los cultivos.
Cuando las almendras son polinizadas de manera adecuada, los árboles dan más fruta y su contenido de nutrientes cambia, aumentando la cantidad de vitamina E.
Por lo general, las colmenas deben introducirse cuando se distinga aproximadamente un 5 % de las flores, estimulando así a las abejas para que comiencen a trabajar de inmediato.
Se estima que una densidad de 2,3 colmenas por hectárea es adecuada para polinizar manzanas. Una flor de manzana puede necesitar cuatro o cinco visitas de las abejas para recibir suficientes granos de polen que permitan una fertilización completa.
Esto es importante porque la corola de la flor de arándano tiene forma de campana.
El néctar se secreta en la base del estilo, obligando al insecto a empujar su lengua entre los filamentos de las anteras para acceder a éste.
Aumenta considerablemente la cantidad de frutos por planta. No es muy atrayente para la abeja por lo que se aconseja que no haya competencia floral en la cercanía.
Las cosechas de pepino en invernaderos aumentan hasta en un 40 % colocando cinco colmenas de unas 12 500 abejas cada quince hectáreas.
Se recomienda que la base de la colmena se mantenga al mismo nivel que la parte superior de los pepinos. También debe haber espacio suficiente para que las abejas puedan moverse. Coloque platos con agua en el suelo entre las hortalizas para que las abejas puedan beber.
Las abejas melíferas visitan las flores de cebolla para recolectar néctar y polen.
Sin embargo, en la producción de cebolla híbrida solamente serán las abejas recolectoras de néctar las que visiten las líneas androestériles y androfértiles.
Por lo general, a las abejas no les resultan muy atractivas las cebollas, por lo que las colonias numerosas –de 30 colmenas o más–, tendrán mayores probabilidades de éxito.
Las prácticas de cultivo que crean condiciones especiales para la cobertura del suelo pueden influir en la abundancia de polinizadores.
En general, los polinizadores de calabaza son abejas que anidan en el suelo.
La abeja hembra recolecta el polen y el néctar de las flores de las cucurbitáceas (como las calabazas). Se muestran activas a primera hora de la mañana y su actividad disminuye a media mañana.
Una fresa completamente desarrollada necesita unas 21 visitas de las abejas. Una sola fresa puede tener 400-500 semillas en un grano. Cuanto mayor sea el número de semillas completamente desarrolladas, más grande, más sabrosa y mejor aspecto tendrá la fresa.
Las fresas polinizadas por las abejas pesan de media 11 por ciento más que las polinizadas por el viento y 30 por ciento más que las autopolinizadas.
El número de estigmas fertilizados será proporcional al de las semillas y de el dependerá su tamaño.
El número de frutos no será menor, pero si su tamaño si la polinización no ha sido correcta.
Si la lluvia es persistente las abejas no vuelan y los pistilos ven su polen lavado y fertilizan los estigmas deficientemente.
En el pasado, la polinización era obra de la naturaleza y no suponía peligro para las comunidades humanas. Como los campos de cultivo han crecido en tamaño y la utilización de productos químicos agrícolas ha aumentado, los datos recopilados en numerosos lugares demuestran que la población de polinizadores está disminuyendo.
Sin polinización no se producen frutos ni semillas fértiles, alterándose la capacidad de dispersión de la propia planta, el intercambio genético de toda población, y de forma indirecta la productividad del ecosistema, y de todos los animales que dependen de ellas para alimentarse.