Durante mucho tiempo esta fue una pregunta sin respuesta, hasta que en la década de los ochenta, el geólogo Antonio Camargo presentó datos que evidenciaban un impacto en la Península de Yucatán que coincidía con el fin del Mesozoico. Su descubrimiento conjunto, con el del geofísico Glen Penfield, fue corroborado después por científicos de diferentes lugares, encontrando posteriormente tectitas de impacto, cuarzo de choque, evidencia de megatsunamis en las cercanías y desde luego, el cráter mismo que Penfield había trazado en 1978. La cosa era clara: algo impactó en la Península de Yucatán y puso fin a los dinosaurios. Ese algo, como sabemos ahora, fue un meteorito de unos 10 kilómetros de diámetro.
Sin embargo, hubo escepticismo sobre si "sólo" un impacto de esa naturaleza era capaz de desencadenar una extinción en masa tan selectiva. Existen científicos que sostienen que esto fue un evento conjunto, que no sólo el impacto lo hizo todo. Pero ¿qué factor extra podemos sumar? Bien, pues en 1970 se fechó una provincia volcánica interesante: las Deccan Traps (o escalones del Decán). Estos representaban un flujo basáltico depositado al final del Cretácico y en un lapso de más o menos 710,000 años (en varios pulsos). Y si consideramos que hoy ocupan cerda del 60% de la superficie de la India, este evento volcánico no es nada despreciable.
Durante años se ha debatido si este vulcanismo pudo haber contribuido o no a la extinción. E incluso, se hablaba de que éste había sido desencadenado por el impacto del asteroide, como lo sugirieron los Álvarez en 1982. Y en un estudio reciente se da por fin respuesta a la interrogante. Y resultó toda una sorpresa.
Los autores del estudio analizaron la diversidad del registro fósil acoplándolo con datos finos de los tiempos de las erupciones del Deccan, generando modelos de idoneidad de hábitat para ver cómo este fenómeno había afectado los ecosistemas del Cretácico ANTES del impacto de Chicxulub.
Y ¿Qué pasó? Que en vez de encontrar que el vulcanismo afectase negativamente a la fauna, se descubrió que fue todo lo contrario: el vulcanismo del Decán había mejorado la idoneidad de hábitat y había permitido una mayor diversidad animal. Pero aún más importante, sus efectos "prepararon" a la fauna para la catástrofe de hace 66 millones de años, generando ecosistemas más resilientes. Esto propició que una vez que el impacto desestabilizara los ecosistemas, su recuperación fuera posible.
O en términos más simplistas: sin el vulcanismo del Decán, el fenómeno de extinción hubiese sido mucho más grande y casi con toda probabilidad, no estaríamos aquí para contar esta historia. Así que ahora ya lo saben, el vulcanismo fue un aliado y no un enemigo al final del Cretácico.
Fuente:
Chiarenza, A. A., Farnsworth, A., Mannion, P. D., Lunt, D. J., Valdes, P. J., Morgan, J. V., & Allison, P. A. (2020). Asteroid impact, not volcanism, caused the end-Cretaceous dinosaur extinction. Proceedings of the National Academy of Sciences, 117(29), 17084-17093.