Los observatorios de género fueron, sin duda, las instituciones más favorecidas por estas subvenciones, mayores que en los años anteriores, a pesar de que la nave de España ya hacía agua por todas partes. Con ese dinero ahorrado, se habría cumplido con creces el objetivo del déficit comprometido con Europa y los mercados no habrían crucificado a España colocándola al borde del rescate y haciéndole pagar altísimos intereses por su deuda.
Durante su etapa como gobernante, Zapatero causó daños terribles a España y a los españoles, desde permitir cientos de miles de desahucios, todos ellos amparados en una legislación abusiva y contraria a los derechos humanos, hasta llenar el país de desempleados, pobres y gente triste y sin esperanza, todo producto de decisiones de gobierno equivocadas y muchas de ellas injustas y lamentables, como el incremento del blindaje y de los privilegios de la casta política y la compra de votos a cambio de beneficios y ventajas, que causaron, además, la ruptura del principio de igualdad territorial y el desprestigio internacional de España. Demasiados errores para pensar que al frente del gobierno había solo un inepto incapaz.
Ante esos hechos y muchos otros, surge la gran duda: ¿Fue Zapatero, como dicen sus correligionarios, un equivocado o un inepto o, por el contrario, fue un malvado que sacrificó a España repartiendo dinero entre los suyos antes de abandonar el poder, a pesar de que sabía que con esa política destrozaba al país? ¿Fue un pobre diablo o un auténtico malvado?
La reacción furiosa de los españoles, que le retiraron su apoyo y lo arrinconaron, obligándole a abandonar la primera línea política, parece apuntar hacia una culpabilidad directa del mandatario. Sin embargo, es la Historia y los ciudadanos los que emitirán sobre él el juicio definitivo.