Fuego. Joe Hill

Por Mientrasleo @MientrasleoS

     "Harper Grayson había visto arder en la tele a un montón de gente, como todo el mundo, pero la primera persona a la que vio quemarse en vivo fue en el patio de detrás del colegio,
     En Boston y otras zonas de Massachusetts, los colegios estaban cerrados, aunque allí, en New Hampshire, seguían abiertos. Se sabía de casos en el estado, pero eran pocos. Harper había oído que retenían a media docena de pacientes en un ala segura del hospital de Concord, donde les atendía un equipo médico con trajes de protección de cuerpo entero y enfermeras armadas con extintores."
     No tengo del todo claro si tener por padre a Stephen King es una ayuda o un lastre a la hora de llegar a los lectores. No tengo duda de la puerta que puede abrir para entrar en una editorial, pero las comparaciones son constantes y encontrar el propio camino.. es ya es otra cosa. Un poco por eso es por lo que leo a Joe Hill. Y hoy traigo a mi estantería virtual, Fuego.
     Conocemos a Harper Grayson, una enfermera casada con un escritor, en un momento complicado para el mundo. Estamos en un futuro apocalíptico en el que la gente enferma de lago llamado "Escama de dragón" y termina por estallar en llamas. Ambos han hablado de la posibilidad de un final, como todos el mundo, cuando Harper se entera de que está embarazada. Su forma de pensar cambia enfrentándose a su marido, a la vez que descubre en su piel las primeras señales de haber contraído la peligrosa enfermedad. Es entonces cuando descubre a el bombero, un hombre que ha aprendido a controlar y dominar esta enfermedad e incluso utilizarla. Tiene que llegar a él.
     Es notable el cambio y rápida evolución de este escritor. Para empezar, Fuego es una novela que se aleja bastante de sus anteriores títulos, y además no le ha temblado la mano a la hora de escribir, dejando a sus lectores una vasta extensión de páginas en las que va derramando su historia. La enfermedad que plantea, es cuanto menos espectacular; escamas de dragón que se manifiesta inicialmente como una suerte de tatuaje en la piel en forma de escamas iniciándose así un proceso que finalizará cuando el infectado estalle. Hasta aquí, y pese a la espectacularidad y al hecho de convertir a sus enfermos en bombas humanas, Hill sigue las premisas de toda buena novela apocalíptica. Va desarrollando sus personajes, ayudado de un narrador omnisciente, y conocemos el desarrollo y los cambios que se producen en una sociedad, que se convierte en un peligro similar al de la propia enfermedad. El mundo gira, y hay escuadrones que cazan enfermos para confinarlos, las relaciones cambian, lo cotidiano deja de ser tranquilo. Y eso lo refleja perfectamente el proceso de conversión que sufre el marido de Harper, de una forma casi espeluznante. Es entonces cuando descubrimos esa suerte de campamento de refugiados que sobreviven y aprenden sobre la enfermedad. Pero Hill tampoco convertirá este lugar en un oasis. El mundo se ha vuelto un lugar cruel y lleno de extremistas, y también ese extremismo llega a los grupos más pequeños. Y tal vez ese sea el mayor acierto de la novela, el pesimismo. Posiblemente sea lo que la salve de ser una novela más y consiga aguantar la tensión de la historia hasta las últimas páginas.
     El resultado es una historia que sigue los cánones marcados en el género, incluida la conexión entre enfermos o las explicaciones y evolución de la enfermedad que salpican la novela. Se aprovecha de ello y de una protagonista con la que es fácil empatizar para hacer una crítica social sin tapujos y, aunque la novela tiene algún altibajo, es una lectura entretenida que despierta el interés en el lector que necesita saber qué sucederá hasta llegar a un final coherente con lo que nos había planteado.
     Me ha gustado. Lo recomendaría incluso como primera obra de Hill para quienes aún no se han acercado a sus letras. Les garantizo un buen puñado de horas de entretenimiento. Sin más.
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
     Gracias.