Fuego y memoria

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Hace cosa de un año iba yo con una muy buena amiga en el coche por Cogolludo (Guadalajara). Nos quedábamos en una casita adosada, de esas viejitas, en la pedanía de Aleas. No recuerdo si fuimos a comprar el pan o a la carnicería. El caso es que se había declarado un incendio y estábamos intentando saber cómo iba la cosa. Yo no sabía que en la misma zona, años antes, había ocurrido una tragedia. De vuelta, tranquilizadas por lo que nos decían los vecinos y la guardia civil, a quienes fuimos a preguntar, vimos a un señor caminando por el arcén de la carretera, cargado de chismes y con la ropa de retén. Si iba de camino hacia algún pueblo cercano le quedaba un largo recorrido. Así que paramos el coche y le preguntamos si podíamos llevarlo a alguna parte. Se subió y nos dijo adónde iba (ahora no lo recuerdo, pero era un trecho andando y en coche pocos minutos, tal vez fue a Arbancón o Humanes).

Por el camino ese señor me partió el alma. Con un lenguaje sencillo. Sin aspavientos. Nos contó cómo iba el incendio. Y nos contó cómo fue el de 2005. Las frases sencillas y cortas se sucedieron. Una de las personas fallecidas era su compañera. Su pareja. Le hubiera gustado casarse con ella. Ella tenía dos hijos. Era separada. Y así, como a vuelapluma, levemente, nos dejó caer el dolor de una pérdida. Y el dolor de saber que incendios como aquel podrían repetirse… Hace unos días me encontré con este reportaje: “Lecciones no aprendidas de una tragedia“. Leí la noticia, vi el vídeo, y sentí de nuevo todo el peso del dolor de aquel hombre y el de aquellas familias.