FuenteYmbros del género medio

Por Antoniodiaz

Nazaré. Aplausos


Toros de Fuente Ymbro, muy bien presentados aunque sospechosamente astifinos. Justos de fuerza, picados menos que en una becerrada, nobles y de gran juego en la muleta para el toreo moderno. Salvador Cortés: estocada caída (ovación tras intento de vuelta al ruedo). Media atravesada y dos pinchazos (silencio). Antonio Nazaré: estocada casi entera y caída (silencio). Media estocada caída (oreja tras petición minoritaria). Esaú Fernández: bajonazo (silencio). Bajonazo (oreja paisana).
  Andaba al final del festejo la parroquia entusiasmada con el ganado de Ricardo Gallardo, vacada que es mirada con recelo desde las dos orillas de la fiesta: para el taurineo en general, es el hierro fronterizo con el torismo y sus complicaciones; para el torista sucede al contrario, el mazapán comienza con estos jandillas evolucionados. Y a más que va a ir la discusión después de lo visto ayer. El frenesí de la muchedumbre era debido, en primer lugar, a la presentación, seria, sin los excesos que tan poco gustan por el Baratillo, y con unas cabezas extraordinariamente astifinas. Particularmente el primero lucía un pitón derecho que era una guadaña, tanto que cuesta imaginar que la vaca lo pariése así. Valga mencionar que hace cuatro días el apoderado de Fandiño denunciaba las cabezas de alfiler que presentaron los hermanos de estos bichos en Arles, conocedor del "repaso" que se le da al pitón para limpiarlo cuando se retiran las fundas. Además de la buena presentación, que aquí queda retratada, dieron gran juego en el tercio de muerte, al que llegaron vivos tras seis tercios de varas que son seis fracasos ganaderos y seis malas notas a Jopea, Mensajera, Impedida, Silbadora, Vivera y Pecadora, madres de seis medios toros, y que nadie se ofenda con la expresión, que se ajusta totalmente a un ganado seleccionado, criado y engordado para aguantar media lidia en el mejor de los casos. ¿Que es un medio-toro muy noble? ¿toreable? ¿propiciador de triunfos? Vale, te lo compro, como se lleva comprando y camuflando como el novamás artístico el destoreo desde los setenta,  pero un animal que no está destinado para presentar batalla en los tres tercios no merece llamarse toro bravo ni ovaciones en toda una Maestranza, aunque sólo sea por el respeto a aquellos que murieron rompiendo tableros, matando jacos, poniendo a cavilar toreros y encendiendo públicos.  
Con este ganado, del género noblón y moderno, queda dicho, se pudieron hartar de cortar orejas los tres matadores de estar más duchos en asuntos muleteriles. Una, pagada con sangre, se llevó a la enfermería Antonio Nazaré, después de una faena corta -a la fuerza- vibrante y con el ya tradicional punto macabro del ¡chimpún! del maestro Tejera -el cuidado que hay que llevar cuando a la criaturita le da el venazo-. Anduvo bien Nazaré con el morito y los pasajes más artísticos y caros fueron obra suya, obra incompleta por los azares del destino: un cambio de mano a destiempo, el oportunismo lepero del maestro Tejera, una pérdida de concentración, y el gran triunfo que se vislumbra, que se queda en tono menor.
Otra paseó Esaú, que enfrentó su disposición con una falta de poderío abrumadora. Dió pases aquí y allá, enredó con su contrastada vulgaridad y al público le volvió a hacer la trescatorce: a base de ratonerías, selladas con un bajonazo efectivo, le estaban pidiendo la oreja. 
Y Salvador Cortés se llevó la penitencia del toro más encastado, el primero, al que tuvo la torpeza  de mostrar el público haciéndolo galopar para acto seguido demostrar que no está a la altura del oro con que se engalana. Cuatro toros con cuatro registros diferentes en cuanto a comportamiento le han tocado en suerte durante su feria, sin ser capaz de resolver y de estar en torero con uno solo. Para un futuro, es un triste bagaje viendo lo reñida que está la profesión. Que tenga suerte, que le va a hacer falta.