Fuera de la ley

Publicado el 01 junio 2015 por Jesuscortes
Entre las escasas razones que sería posible esgrimir para entender por qué "Le sette spade del vendicatore" no es considerada una de las grandes películas de su tiempo, imagino que ocupa un lugar predominante el hecho de que no cuenta con actores ni actrices muy conocidos, ni siquiera en aquel año 1961 en que fue rodada. A la sombra de una obra tan señera como "L'orribile segreto del Dr. Hichcok" y un poco oculta entre varios peplum con digamos "infantil" fortuna crítica - parece que haya que entornar los ojos y retrotraerse a esa edad para únicamente poder bien mirarlas, como si fuesen aquellas diapositivas para los binoculares view-master tan populares en su época -, esta  fulgurante sinfonía de texturas, colores, peripecias y cambios de escenario orquestada por Riccardo Freda, no parece sin embargo saber nada de esos límites que siempre surgen para bajar el rasero con que se miden muchas obras de aventuras europeas. Decía Jean-Luc Godard en una vieja entrevista que el cine americano era acusado por muchos de intromisión intolerable en la cultura cinematográfica de los espectadores de muchos países, simples colonias a este nivel - y en tantos otros - de un gigante. Al mismo tiempo no era tan sencillo como puede parecer, desentrañar el secreto de su popularidad y la causa por la que los films suecos, ya se podían publicitar todo lo que se quisiera, no funcionaban en Suiza, los suizos no interesaban en Turquía, ni los turcos en Australia. La capacidad para generar historias interesantes, apuntaba, podía ser una de las pocas causas verdaderas, de las que se debían defender considerando al espectador, por encima de todo, inteligente.
No se refería a blockbusters por tanto, sino a Howard Hawks o a Jerry Lewis, dos ejemplos de cineastas "muy" americanos con aceptación crítica diversa en su país de origen pero igualmente exitosos fuera de él.  Esta reflexión viene a la cabeza - no para desvelar el misterio, sino para apuntalarlo - al contemplar la catarata de imágenes de "Le sette...", un film tan divertido y dinámico como un Walsh, tan hermosamente encuadrado como un Henry King, tan imaginativo y sobrio como un Fleischer, pero al mismo tiempo tan ajeno como pudo a sus pobres contextos (medios, actores, público potencial), negándose a ser "serie b", y estando entonces más cercano al propio Jerry Lewis, a Godard o a Frank Tashlin o a cualquiera de los cineastas que habían vivido los años 50 estudiando las tradiciones para no repetirlas, fascinados por conocer si las esencias de la comicidad o del drama, perfeccionadas durante lustros, resistían a la era de las caricaturas y las guitarras eléctricas sin tener que atrincherarse en los suburbios de los circuitos comerciales. "Le sette spade del vendicatore" es por ello más el resultado de una aventura que un film de aventuras y de hecho nace del más sencillo de los puntos de partida para arrancar un personaje: que esté vivo.  ¿Para qué articular un complicado juego si su resolución no es el objetivo? La alegre e intrincada historia que heterodoxamente narra (ahora lindando con el terror, ahora con la comedia, ahora con el drama isabelino... o en realidad catalán, pues transita Lérida y Sigüenza camino de Toledo, pero sin rastro de segadors), recomenzando en cada segmento desde un nuevo punto de vista, demuele continuidades y montajes paralelos habituales en films situados en el siglo XVII o sus alrededores, pero impropias de unos tiempos en que todo - medios de comunicación, posibilidades de cambios - funcionaba con unos tiempos y unos códigos tan distintos a los contemporáneos. Las elipsis constantes eliminan los excesos - no hay efectos, los amoríos son breves - otras veces perniciosos y dan nuevos bríos a cada bobina como si de un episodio se tratase, no perdiendo nunca el hilo y proporcionando una buena lección de construcción de villanos y héroes (mucho más delineados y complejos los primeros) porque las traiciones, los derrocamientos o las trampas se deben planear bien mientras que las rebeldías deben ser espontáneas.