Es un mecánico que trabaja rodeado de herramientas llenas de grasa, en un taller cuya decoración podemos perfectamente imaginarnos. Un día, que apenas se diferencia de los demás que componen su rutina laboral, recibe una misteriosa llamada telefónica: en ella se le comunica oficialmente que ha sido nombrado académico de la Lengua. La primera reacción explora la posibilidad de que se trate de una broma de mal gusto: no lo es. La segunda reacción acaricia la idea de que pueda deberse a una confusión de identidad: tampoco lo es. Él, el mecánico rudo y escasamente letraherido, ha sido nombrado académico. Pero la sorpresa resultará aún mucho mayor cuando, acercándose hasta el edificio de la RAE para tomar posesión oficial de su poltrona, descubra que el resto de académicos son tan indignos como él de ocupar sus cargos, y que muchos coquetean con el más riguroso analfabetismo.Esta broma (¿o tal vez invectiva?) de Manu Espada aparece en su libro de cuentos Fuera de temario (Editores Policarbonados, Madrid, 2010) y se titula “La importancia del complemento circunstancial”. El resto del volumen (tan bien escrito y tan asombroso temáticamente como el relato ya mencionado) nos ofrece un variado surtido de metamorfosis, sucesivos enredos protagonizados por un cura y un vagabundo, enigmáticos relojeros, arquitectos oblongos y otras figuras no menos sorprendentes. Relatos paradójicos, llamativos y en los que el lector tiene que suspender su incredulidad para disfrutar con plenitud. No resulta un mal balance.
Es un mecánico que trabaja rodeado de herramientas llenas de grasa, en un taller cuya decoración podemos perfectamente imaginarnos. Un día, que apenas se diferencia de los demás que componen su rutina laboral, recibe una misteriosa llamada telefónica: en ella se le comunica oficialmente que ha sido nombrado académico de la Lengua. La primera reacción explora la posibilidad de que se trate de una broma de mal gusto: no lo es. La segunda reacción acaricia la idea de que pueda deberse a una confusión de identidad: tampoco lo es. Él, el mecánico rudo y escasamente letraherido, ha sido nombrado académico. Pero la sorpresa resultará aún mucho mayor cuando, acercándose hasta el edificio de la RAE para tomar posesión oficial de su poltrona, descubra que el resto de académicos son tan indignos como él de ocupar sus cargos, y que muchos coquetean con el más riguroso analfabetismo.Esta broma (¿o tal vez invectiva?) de Manu Espada aparece en su libro de cuentos Fuera de temario (Editores Policarbonados, Madrid, 2010) y se titula “La importancia del complemento circunstancial”. El resto del volumen (tan bien escrito y tan asombroso temáticamente como el relato ya mencionado) nos ofrece un variado surtido de metamorfosis, sucesivos enredos protagonizados por un cura y un vagabundo, enigmáticos relojeros, arquitectos oblongos y otras figuras no menos sorprendentes. Relatos paradójicos, llamativos y en los que el lector tiene que suspender su incredulidad para disfrutar con plenitud. No resulta un mal balance.