Francesc Bon falleció absurdamente mientras leía las últimas páginas de un libro que le costaba más de la cuenta acabar. Leía sentado dentro de su automóvil, mientras bebía una lata de Coca Cola que debería estar más fría. El vehículo estaba aparcado correctamente en una calle secundaria de un polígono industrial, cuando el conductor de otro vehículo perdió el control del mismo y fue a estamparse contra el de Francesc. Deja esposa y dos hijos, y varios lectores que ahora igual empiecen a sonreír.
Je je je.