El cuarto largometraje de Sebastián Lelio se estrenó en Chile en mayo de 2013.
Habrá que hacer fuerza (la palabra lobby le queda muy grande a este blog) para que Gloria se exhiba en nuestras salas de cine. De lo contrario, todavía más compatriotas se perderán esta muy buena película chilena (a no confundirla con la flamante biopic de la cantante mexicana Gloria Trevi) que hasta ahora cruzó la cordillera de los Andes para presentarse en el Festival Unasur de 2014, donde ganó dos premios. Otros argentinos la vimos a principio de 2015 en un canal de cine premium de nuestra televisión paga.
La posibilidad del desembarco porteño se vislumbra recién ahora, casi dos años después de la exitosa presentación en Chile y del Oso de Plata que el jurado de la 63ª edición del Festival de Berlín le acordó a la actriz Paulina García. En honor a la verdad, el eventual estreno se vislumbra apenas porque la información es algo errática.
A través de algunos sitios web cinéfilos, Mirada Distribution anunció fecha, primero para marzo, luego para el 11 de junio. Sin embargo, la misma distribuidora que trajo 7 cajas no incluye al cuarto largometraje de Sebastián Lelio en la página “Próximos” de su sitio web. Otra vez, los criterios que rigen el cronograma de desembarcos cinematográficos en la Ciudad de Buenos Aires resultan un misterio para los legos en la materia.
El nombre del director chileno les sonará a quienes vieron El año del tigre en el Festival de Cine de Mar de Plata de 2011. Lelio trabajó con el mismo co-guionista de Gloria, Gonzala Maza, cuando escribió aquel largometraje prometedor, inspirado en la huida de 209 presos de la cárcel de Chillán tras el terremoto de 2010.
A su manera, Gloria también busca escapar de una o varias prisiones. La soledad, el desamor, los años amenazan con encerrar a esta mujer separada y cincuentona que frecuenta boliches para mayores con la intención de encontrar pareja.
Lelio desviste a la protagonista, a medida que avanza la aventura -o más bien desventura- derivada del flechazo con el enigmático y escurridizo Rodolfo. García hace gala de una ductilidad y coraje admirables cuando se presta a este desnudo progresivo, siempre respetuoso del personaje.
En sintonía con la alemana Wolke 9 (que en nuestras salas se estrenó con el título ñonísimo Nunca es tarde para amar), Gloria recuerda algo que suele repeler a nuestra sociedad peterpanista y doriangrayista: los mayores también tienen vida sexual. En este y otros sentidos, el realizador chileno desmiente la imagen de una tercera edad pura, casta (o castrada), desapasionada, que la publicidad y el cine de consumo masivo explotan hasta el hartazgo.
La versión en castellano de esta canción pop que la fallecida Laura Branigan hizo famosa en 1982 musicaliza la última escena del largometraje, donde García alcanza el punto máximo de una interpretación magnífica que acomoda a Gloria en el corazón del espectador. Este final reivindicador del personaje, acaso del género femenino, termina de convertir a la película de Lelio en una obra memorable.