Como dice el apóstol Pablo: “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. (2 Corintios 12: 10.).
Sin embargo, parece que no siempre lo haya visto así. En un texto muy conocido (2 Corintios 12: 7, 9.). Nos habla de una determinada. “debilidad” algo muy molesto que llama “aguijón” y califica de “mensajero de Satanás”. Por el contexto, que predicamos la semana pasada parece que se refiere a las ya mencionadas persecuciones y tribulaciones de todo tipo padecidas por Cristo Jesús, aunque también pudiera tratarse de una enfermedad. Lo cierto es que Pablo lo ha visto como un obstáculo que le impedía realizar su obra, la obra de la evangelización que Dios mismo le había encomendado; por eso dice que le pidió insistentemente al Señor que alejase de el aquella dificultad.
Ahora bien, el Señor le hizo ver que lo que él consideraba un obstáculo era por el contrario la ocasión de que se manifestase con toda su eficacia la fuerza de Cristo. Por eso concluye Pablo: “con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mi la fuerza de Cristo”. Pues “cuando soy débil entonces soy fuerte”. (2 Corintios 12: 9, 10.).
¿De dónde ha aprendido Pablo esta lección? Sin duda, del misterio de la cruz. Pues (1 Corintios) emplea términos semejantes para hablar de él. En efecto, allí Pablo afirmaba que, frente a la sabiduría de los hombre, el predica “A Cristo crucificado”. Que es “Fuerza de Dios”. Pues “La debilidad divina es más fuerte que la fuerza de los hombres” (1 Corintios 1: 23, 25).
Se comprende por qué, ante tantas dificultades, proclama Pablo: “no desfallecemos” (2 corintios 4: 16.). Más aun, porque llega gritar desafiante” “¡Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro señor Jesús!” (Gálatas 6: 14.). Sabes, incluso por experiencia, que la cruz es su fuerza y su salvación; y no desea buscar otro apoyo no otra seguridad. Y de igual manera que se gloria en la cruz de Cristo en sí mismo, se gloria en la cruz de Cristo en cuanto que se hace presente en su vida “me gloria en mis debilidades… en las persecuciones padecidas por Cristo”. (2 corintos 12: 9, 10.).
Desde aquí se iluminan también expresiones paradójicas como la siguiente: “Estoy lleno de consuelo y sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones” (2 corintos 7: 4.). En el apóstol se hace presente el misterio en su integridad: fuerza en la debilidad, vida en la muerte, gozo en el sufrimiento. La presencia de la cruz en la vida del apóstol es siempre fuente de gozo. “me alegro de sufrir por vosotros”. (Colosenses 1: 24.). De seguro que Pablo había oído de los apóstoles cuando Jesús les dijo: “De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo”. (Juan 16: 20.).
DERRAMADO EN LIBACIÓN
Cuando pocas semanas antes de su muerte Pablo escribió a Timoteo. “Porque yo ya estoy para ser derramado como una ofrenda de libación, y el tiempo de mi partida ha llegado. (2 Timoteo 4: 6.). Se realizaba así de hecho aquello a lo que se había mostrado dispuesto desde mucho antes, como manifestaba escribiendo a los Filipenses: “Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros.” (Filipenses 2: 17.).
En la cárcel y a la espera de la sentencia, Pablo sabe que esta puede conducirle al martirio. Pues bien, ante esa posibilidad se muestra disponible y manifiesta su intensa alegría. Toda su vida de evangelizador ha sido como un gran sacrificio, pues mediante su predicación ha logrado que los gentiles sean convertidos en ofrenda para Dios. (Romanos 15: 16.). Pues bien, Pablo se muestra dispuesto a completar ese sacrificio y a perfeccionar esa ofrenda regándola con su propia sangre. Pablo contempla la muerte martirial como sello de todo su apostolado y llevar a término la misión que Cristo Jesús le había encomendado.
“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo”. (2 Timoteo 2: 3.). El verbo usado aquí es sunkakopatheo, literalmente, sufrir penalidades con; es decir. Compartirlas. Pablo exhorta a Timoteo a unirse con él y con Cristo en aceptar su parte del sufrimiento que el tocaba como evangelista. Dios nos da el poder para hacerlo. “Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.”. (2 Timoteo 4: 5.).
¿QUE SON PENALIDADES?
Sufrimientos, trabajos, males, dificultades, molestias, inconveniencias, contratiempos.
“Conforme a mi evangelio, en el cual sufro penalidades, hasta prisiones”. (2 Timoteo 2: 8, 9.).
Al leer estos textos es fácil pensar que el sufrimiento se limita a las aflicciones que Pablo sufría como preso, pero hay muchos otros textos que describen el sufrimiento que el cristiano debe soportar por Cristo y el evangelio.
Pablo no habla de soldados literales, ni de guerras literales, sino de todo conflicto, sacrificio, lucha, trabajo, dificultad, etc., Del cristiano.
II. varias clases del sufrimiento que el cristiano debe soportar por Cristo.
“Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Más si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente;.” (1 Pedro 2: 20, 23.). Este es el sufrimiento causado por la persecución de parte de los oponentes de Cristo Jesús. Como el sufrió, así también sus discípulos sufrieron.
“Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?” (1 Corintios 6: 7.). Debemos sufrir agravios en lugar de hacer demandas ante la ley civil contra hermanos o estar hablando y juzgando a los hermanos.
“gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración” (Romanos 12: 12.).
”No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejara ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”. (1 Corintios 10: 13.).
“Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios” (1 Timoteo 4: 10.). (Injurias, somos vituperados).
“Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos.” (Hebreos 10: 34.).
En Mateo 10: 34, 36 habla de conflictos familiares causados por el evangelio. Esta es, sin duda, una de las pruebas más grandes que tenemos que enfrentar cuando estamos rechazados por Cristo y el evangelio. Pero ¿Qué dice Jesús al concluir esta enseñanza? “El que halla su vida, la perderá, y el que pierde su vida por causa de mí la hallara”. (Mateo 10: 39.).
Parece que para muchos el arrepentirse del pecado, a predicar a cristo crucificado, y el cambiar son puro sufrimiento, puro sacrificio. Parece que lo consideran pura pérdida. Dicen, “¡Oh, cuantas cosas deje por Cristo!” dejando la impresión de que en verdad su corazón todavía esta haya afuera.
“Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte”. (2 Corintios 7: 9.).
A. ¿Qué perdieron los Corintios al arrepentirse? No sufrieron ninguna perdida. Por el contrario, todo fue pura ganancia. Pero muchos creen que si dejaran una práctica mala, perderían mucho, pero en realidad al practicarla no están ganando sino perdiendo y al dejarla no pierden sino ganan.
B. “Pero cuantas cosas eran para mi ganancia, las he estimado como perdida por amor de Cristo. Y ciertamente, una estimo todas las cosas como perdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”. (Filipenses 3: 7, 8.). Si Pablo hubiera rechazado la visión celestial, ¿Qué habría perdido?
También nos hace preguntas: “¿Qué aprovechara al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O que recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16; 26.).
C. ¿Cuánto vale el alma? Si fuera posible comprar la salvación con dinero, ¿Cuánto pagaríamos para salvarla?
D. Aunque nos cueste mucho obedecer y seguir a Cristo Jesús, aunque haya sacrificios que hacer, nunca vamos a sufrir como Cristo sufrió por nosotros. Además de eso, podemos agregar que nunca vamos a sufrir en este mundo lo que tendríamos que sufrir en el infierno si perdemos el alma.
Escrito Por JOSE GONZALEZ