También tenía esta botella por ahí guardada que no sabía que hacer con ella, me daba pena tirarla, y al final la he convertido en un cachito de playa, con su arena y sus conchitas, una tira de arpillera, puntilla y cuerda; al menos así, se ha salvado de ir a la basura.
Como mi madre es una maestra con el punto, siempre que he necesitado algo no he tenido más que pedírselo, por lo que no me he molestado en aprender, y ya se que es muy fácil, pero siempre me he tirado a otras labores, quizá por eso, porque tengo quien me lo hace; tan solo hice un jersecito cuando iba a nacer mi hija, dirigido por ella, y pocas cosas más, así es que no miréis muy fijamente este sonajero que hice para una niña, pero que al final la niña creció y aún no la conozco...y ahí lo tengo guardado esperando al siguiente que venga. Los colores no han salido muy bien, parece azul, pero son unas blancas y otras malvas.
Y ahora, sigo con lo que tengo entre manos. Besos a todas y gracias por vuestros comentarios.