Después del asesinato de su hija y del secuestro de su nieta, Milton (Nicolas Cage) emprende su particular e implacable venganza contra los culpables. Junto a él viajará una camarera que desconoce el oscuro pasado de Milton, y ambos serán perseguidos por la mano derecha del mismísimo diablo.
Hoy toca avisar de nuevo y advertiros que esta reseña/crítica carece totalmente de objetividad debido a mi particular fanatismo por Nicolas Cage y mis gustos excesivos. Furia Ciega (Drive Angry) es una película llena de excesos y repleta de violencia, acción, velocidad, sexo, pólvora, sangre, estridente música rock, caminos polvorientos y polvos por el camino, además de meter por medio a una secta de pirados y a un ayudante del Diablo muy especial. Con semejantes ingredientes, servidor se lo pasó muy bien en el cine disfrutando de un Nicolas Cage más vengativo que nunca y con nuevo look capilar.
El elegido para combinar todos esos ingredientes fue Patrick Lussier, director de la reciente San Valentín Sangriento (2009) y del futuro remake o reboot de Hellraiser, consiguiendo un resultado, digámoslo así, "peculiar". Cualquier atisbo de lógica en el guión es pura coincidencia, y he de reconocer que el argumento consiste en un refrito muy especiado que nos recordará a películas como Terminator, Death Proof, Machete y muchos títulos más, especialmente si están protagonizados por el vengativo antihéroe de turno.
Entiendo perfectamente que será un truño para gran parte del respetable, pero yo me he divertido, me he reido por momentos y no he tenido en ningún momento la sensación de haber tirado la entrada o de haber sido engañado, cosa que me ocurrió recientemente con Invasión a la Tierra, en la que a duras penas pude aguantar despierto. Con Furia Ciega es difícil caer en el sopor porque cuando no te mantienen despierto los tiroteos lo hace el peluquín de Nicolas Cage, que invade la pantalla moviéndose con estilo al ritmo que marcan las balas.
Yo os la recomendaría siempre y cuando hagaís acto de presencia en el cine con las ganas suficientes como para pasároslo bien sin pedirle peras al olmo (es decir, sin exigirle mucho a un guión realmente flojito y prefabricado a base de retales hasta componer un crisol de influencias y homenajes cinéfilos teledirigido a un determinado público). Añadir por último que la banda sonora, rebosante de canciones de rock y country & roll, es de lo mejorcito del film (y es merecedora de una entrada aparte, igual que los coches, auténticas joyas de la carretera...) y que, como suele ocurrir últimamente, el 3D es una mera excusa para lanzarnos cosas a la cara, y este recurso empieza a sobrar en el mundo del cine. En definitiva, que Nicolas Cage sigue sin redimirse, pero al menos divierte un rato con una película que he saboreado como si se tratara de un episodio de Sobrenatural con algo más de metraje, caras conocidas y sin los hermanos Winchester...