Quien crea que el mayor capital para iniciar un emprendimiento propio es el dinero está equivocado. Lo más importante, como en la vida, es una buena idea… y la voluntad para perseguirla hasta que se concrete. Eso fue lo que convirtió a un estudiante con los bolsillos flacos en el dueño de una de las empresas turísticas mendocinas más creativas, llamativas y que generan enorme interés en el país y en el extranjero. Cualquiera con algo de plata en el banco compra un par de autos y los pone en alquiler para que el visitante pasee. Pocos (sólo uno en este caso) compran un Citroën 3CV de los ’70, lo restaura y lo ofrece para que el turista disfrute de la tierra del vino sin urgencias, deleitándose con la gente y los paisajes, y pasan inadvertidos para los que viajan raudamente.
Ahora son una flotilla de 3CV cuyos modelos van de los ’70 a los ’80, un Mehari de película y próximamente, un AMI 8 que tendrá el estilo de un Rolls Royce. Pero todo empezó mucho antes, allá por el 2002.
Ramiro Marquesini (42), esposo de Claudia y padre de Lorenzo, y ligado desde joven a la vitivinicultura, recuerda: “En 2002 viajé con ellos a Florencia (Italia) para hacer una maestría. Eran momentos de bolsillos flacos, como los de todo estudiante”. Cierto día tenía –como parte de sus estudios– tenía que ir a una abadía de Montalcino.
“Tuve que viajar en tren, después en micro y cuando se terminó el recorrido de todo el transporte público, todavía me faltaban 12 kilómetros para llegar”, cuenta Ramiro. El entonces estudiante se desesperó. ¿Cómo llegaría a la abadía? “En una estación de servicio había un bombero, que estaba de guardia y tenía una bicicleta. Conseguí que me la alquilara con la condición de regresar antes de que se terminara su turno”.
Ramiro Marquesini comenzó a pedalear con urgencia. Pero lentamente el paisaje le fue invadiendo el espíritu. Castillos, caminos sinuosos y amables. Nada del entorno era compatible con su apuro, al contrario. En una suave bajada zigzagueante, el improvisado ciclista observó que allá lejos, delante de él, iba un auto en su misma dirección. “El auto iba muy lentamente”. Era un clásico Alfa Romeo Giulietta descapotable. “Iba tan lentamente que lo fui alcanzando con la bicicleta. Un hombre manejaba con una mano, mientras con el otro brazo abrazaba a una mujer que iba apoyada en su costado. Estaban viajando de un lado a otro, pero disfrutando plenamente el paisaje”.
Ese fue el germen. Esa imagen quedó grabada en la mente de Marquesini. Esa fue la idea que conformó su principal capital.
Luego vinieron 10 años de análisis, de planes, de estudiar el cómo. No había auto en el país, por más moderno o antiguo que fuera, que pudiera tentar a un turista europeo a recorrer los paisajes mendocinos con la parsimonia de aquella pareja. Tampoco había presupuesto suficiente que pudiera afrontar la compra de autos importados clásicos, como aquel Alfa Romeo.
Y de pronto apareció la idea del Citroën 3CV. “Había algunos que estaban en muy buen estado en Mendoza y en San Luis, debido al clima seco. Con el chasis y la chapa en buenas condiciones”, cuenta Ramiro.
Primero fue uno, que fue restaurado, y después otro, y así. La calidad del trabajo de mecánica y chapa y pintura fue fundamental. “Unos amigos trabajan en cada uno de ellos con mucha dedicación”, cuenta el responsable de Slowcar, la empresa que surgió alrededor de las nobles “ranitas”.
Con detalles en el diseño de la pintura que copiaron los de modelos europeos, como el de Bugatti, los 3CV realzaron su imagen y su mística. Así se sumaron 3CV convencionales, un Mehari, una Citroneta que incluye un set completo de camping, y también la diagramación de sugerencias de recorridos y actividades para aquellos que alquilen una de esas bellezas.
“El turista puede ir a donde desee, pero nosotros les proponemos algunos recorridos en donde hay restoranes y bodegas que les ofrecen descuentos y regalos por llegar hasta allí en un Citroën”, cuenta Ramiro.
La propuesta es muy tentadora para el turismo extranjero, para el nacional y hasta para el mismo mendocino. ¿Quién se puede resistir a semejante tentación?
Ramiro Marquesini, innovador
“Nosotros, sin quererlo, hemos hecho que los 3CV que están en plaza hayan elevado su cotización. Hoy se consiguen sin problemas todos los repuestos de esos vehículos”.
“Ofrecemos un paseo relajado y natural. Los turistas se sorprenden. La gente que ve el auto pide sacarse fotos con él y hasta comprarlo”.
“El que pasea en uno de estos autos tiene más relación con el lugar, con su gente y su paisaje. Si hace frío, pasan frío. Si hay sol, regresan colorados y disfrutan de eso”