Fútbol argentino, una locura inmediata

Publicado el 25 agosto 2012 por Marianofusco

Las secuencias se van reiterando. Fecha 1, B Nacional, y los murmullos aparecen en la escenografía del Gigante de Arroyito, Sarmiento vence a Rosario Central por la mínima diferencia; días después derrota de Huracán por 4 a 2 ante Gimnasia LP y ya decenas de plateistas del Globo que andan pidiendo cabezas por ahí; desde la otra vereda, Estudiantes consigue tres puntos como visitante ante San Lorenzo y la discusión reside sobre Caruso Lombardi sí, Caruso Lombardi no, cambio el sujeto y digo Cristian Díaz, sería lo mismo. Estamos hablando de torneos que apenas dieron comienzo, una temporada nueva en un mercado de pases movido que, para algunos equipos, casual y causalmente San Lorenzo, Central y Huracán, entre otros, modificaron la conformación de su plantel entre un 60 y 80%, una pretemporada breve en cuestión de fechas que no llegó a un mes y flamantes piezas que tienen que ajustarse contrarreloj.

El espectáculo que se ve habla mucho de esta realidad. La impaciencia del hincha, con mayor desconocimiento sobre fútbol que hace un par de décadas atrás, premisa a discusión por parte del lector, debe, al menos de forma empírica tomarse como un factor a tener en cuenta. Ya no es ponerse el traje de director técnico desde la popular, platea o el sillón de la casa, una práctica de la cual nadie quiere desdeñar, ya es carecer de sentido común, una porción chiquita al menos de sentimiento crítico, de un veloz análisis de la realidad sin caer en la verba inflamada sin sentido. Desahogarse así en la segunda o tercera fecha, ¿no es mucho? ¿la esquizofrenia de este fútbol se multiplica? Cada vez se espera menos, los límites para aguantar se reducen considerablemente. El insulto está a flor de piel y desde algunas tribunas hablan de mayor testosterona o la salida del técnico, argumentos inverosímiles que no avanzan en ninguna solución a mediano plazo.

El fútbol argentino tiene capas y capas de maquillajes para arrugas cada vez más notorias y el hincha, como actor partícipe, también tiene su carga de culpa. Se exigen rendimientos aceitados a futbolistas que cargan cuatro y cinco prácticas como mucho. El fútbol argentino, ése que se deja todo para el final, en que los propios jugadores aguardan hasta el cierre del libro de pases para encontrar la oferta más suculenta, la turba de representantes en el medio, que esperá, que te ofrezco a un lado para pedirte más guita al otro, que va a surgir algo de afuera y finalmente arriban con el torneo empezado, sin pretemporada y el exterior exigiendo funcionamientos colectivos que ni el mismísimo Arséne Wenger vestido de mago y con varita mágica podría hacer funcionar.

Planteo la figura del exterior centrándome en los hinchas pero no dejando de lado el papel de los periodistas deportivos, sin generalizar claro está, pero que usan el fogoneo para aumentar la presión de la opinión pública. No nos subimos a un atril imaginario para dar consejos,  lo que está bien, lo que está mal, se sabe, son las reglas de juego y el derramamiento de sangre llama la atención, hay un público consumidor y punto, no le demos más vueltas. Lo que al menos se trata, desde esta expresión, es comprender por qué se ve lo que se ve. No hay culpas individuales sino es la sumatoria de responsabilidades que hacen al problema.