Por:Alfredo García Pimentel
Este miércoles, durante la segunda jornada de la fase de Apertura, o de grupos, o clasificatoria, como quiera usted llamarle, dos partidos terminaron antes de empezar, por problemas con el transporte. Irónico, porque una de las supuestas fortalezas del nuevo sistema competitivo es, precisamente, la erradicación de estos problemas.
Dígame si no le resulta familiar: Granma y Cienfuegos ganaron sus partidos sin jugar. A la cancha granéense nunca llegó Santiago de Cuba, su rival de turno… y en otro lugar, con los equipos de Matanzas y Cienfuegos sobre el terreno, jamás llegó el ómnibus… con los árbitros.
Parece mentira, realmente, pero confirma que el fútbol cubano también tropieza con la misma piedra.
La nueva estructura prometía solventar estas problemáticas. La agrupación por cercanía geográfica tiene como objetivo, sobre todo, abaratar los costos de transportación y asegurarla, evitando por ahora los largos traslados.
Pero el transporte es solo la punta del iceberg. La mala calidad de las canchas, la ausencia de buenos graderíos en los estadios, la inestabilidad de la presencia de policías en los partidos, entre otros, constituyen asignaturas pendientes de nuestro fútbol, problemas inherentes a él que, sin embargo, los ha aupado peligrosamente.
Recuerde que la valía de nuestro balompié y la propia celebración de sus partidos dependen también de estos elementos. El fútbol cubano, que no es muy bueno de por sí, se pone peor gracias a que no sabemos organizarlo.
Por ahora, mucho trabajo le esperada a la flamante dirección del más universal en Cuba para limar tales asperezas. Cienfuegos, La Habana, Sancti Spiritus, Camagüey, Granma y Guantánamo van delante en esta 98va edición de un Campeonato Nacional que, al menos a mí, me deja más de lo mismo.