Cuando surgió la idea de sacarle al Grupo Clarín la exclusividad de la emisión de los partidos, la gran mayoría se contentó y aplaudió la iniciativa. En aquellos momentos, se decía (y con razón) que el producto Fútbol de Primera era centralista que hablaba solamente de Boca, River y de los clubes de Buenos Aires. Además, se hacía hincapié en que en las transmisiones eran siempre los mismos periodistas que tenían un discurso único y hasta tenían la hidalguía de hacer bromas y chistes internos dejando al televidente anonadado. Esta promesa de cambio, entonces, se vio con buenos ojos para dejar definitivamente atrás ese tedioso producto que, además, era pay per view. Hasta el momento, el cambio estuvo ligado a los derechos televisivos y quien maneja esa importante masa de dinero. Nada más. El producto sigue siendo igual de malo, incluso en algunos casos peor. Escucharlo a Marcelo Araujo hablando bien de su patrón, es decir el gobierno nacional, sabiendo que trabajo en Fútbol de Primera, genera un poco de ruido. El relator del pueblo deja mucho que desear a la hora de comentar un partido. No sabe los nombres de los jugadores, inventa situaciones dentro del juego, utiliza expresiones fuera de lugar como boludo, no me dio bola, habla con los plateistas, ningunea a los periodistas del campo de juego y hace chistes con un teléfono celular.
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Por si esto fuese poco, esos periodistas bastardeados por Araujo, la eterna dupla Fernández - Benedetto, no contentos por haber sido sancionados y apartados los últimos torneos cuando TyC tenía los derechos, retomaron esa senda de periodismo barato. De decir al aire cuanta gansada se le ocurra por la cabeza, lo que incluye datos irrelevantes de jugadores, la cantidad de veces que el DT se paró y se sentó, la cábala del cuerpo técnico, un saludo para un familiar, entre otros papelones televisivos. Todo esto claro, que tiene la anuencia de Araujo, coordinador y jefe del programa Fútbol Para Todos. Con esto no se pide la vuelta del sistema codificado. No, todo lo contrario. Se piensa en la posibildad de crear algo bueno. Con productos e iniciativas como esta, no es fácil dejar de pensar en ese mito peronista "mal o bien pero se hace". Tiene que ser indudablemente de calidad y es el Estado nacional quien debe (por lo menos así se comprometió) producir y vender un producto de calidad. Alejado de la miseria de los mismos periodistas que hartaron en la anterior etapa. Con gente joven, con ideas nuevas y, lo más importante, que esté informada sobre lo que habla. Será un proceso lento tal vez, pero hay que salir del descenso directo, por lo menos pelear la promoción y después si, tener un producto de calidad.