Gabinete Caligari en el año 1987. Estamos en una situación, dónde la movida de la que ellos han sido parte integrante, está en su final, en sus últimos coletazos, y es cuando el grupo madrileño precisamente ficha por EMI, una multinacional, es el momento de un cambio, con varias cosas aprendidas ya en el zurrón. Han pasado unos cuantos años desde que debutaran esos chavales con sus camisas negras, su actitud chulapona y en ocasiones soberbia y que realizaban un estilo oscuro cercano al punk, y por si fuera poco han sobrevivido a las castañuelas, al rock torero y ya han conocido la popularidad. Con todo lo dicho van y sacan Camino Soria, uno de los mejores discos de pop-rock, en este caso castizo, muy castizo, de la historia de nuestro país, así de claro. El disco es en cierta medida conceptual, tiene una inmersión y un homenaje al recio carácter castellano, a lo largo de todo su minutaje, pero en él predomina la melancolía y cierto poso de desamor.La heroína se había llevado el 29 de diciembre de 1986 a Uli (Santiago Ulises Montero), saxofonista principalmente y multi-instrumentista que dotaba con su impronta un espíritu esencial en el conjunto formado por Jaime Urrutia, Ferni Presas y Edi Clavo.
El disco empieza con Pecados más dulces que un zapato de raso, una declaración de amor a pesar de la distancia, coescrita por Urrutia y Eduardo Haro-Ibars está subtitulada como “Carta a Nieves” mientras en la música participan todos, donde destacan unos preciosos arreglos de cuerda. Llega Suite Nupcial un tema con aire o aroma a tema cincuentero, en una pieza con vientos maravillosos y donde la letra es un disfrute total dónde el amor llega a saco en un hotel, una canción llevadera, con estribillo pegadizo y acabado perfecto.Pero no todo es felicidad, y con La fuerza de la costumbre, es a partir del punto en el que las dificultades de la relación hombre-mujer empiezan, un tema a medio tiempo muy bien desarrollado y con estribillo encajado a la perfección. Tócala Uli es el homenaje a Ulises Montero, maravillosa canción de principio a fin, con una letra espectacular, donde recuperan con clase, estilo y elegancia su estilo más chulapo, con vientos gloriosos, el bajo brutal, redobles de batería clavados, y en definitiva una banda en estado de gracia. Como un pez cierra la Cara A, y habla de la suerte en la vida o simplemente el destino feo, que es la recompensa del riesgo en el amor.
No quedaban muchas soluciones, pero a la banda se le ocurrió una, que fue hacer las maletas (la magnífica imagen de la contraportada del austero disco, realizada por Alberto García-Alix) y huir a la meseta castellana, y allí encontrar la paz que necesitaban, arropado por melodías excelentes, así se fraguó este maravilloso álbum. Este post está dedicado al compañero Addison de Witt, con quien comparto devoción por esta grupo y quien ha sido mi fiel escudero en un fin de semana inolvidable en Madrid. Os dejo con La sangre de tu tristeza.