El panorama del documental de creación se ha convertido en la actualidad, con una altísima probabilidad, en el terreno que depara más y mejores sorpresas al espectador. Si a este arrebatador género, se une la inteligencia de unos programadores que han seleccionado una competición llena de referencias y diálogos cruzadas, como ha sido la XIV edición de Visual, el festival de Óperas Primas, Cine Novísimo, el placer del espectador alcanza límites insospechados.La selección no podía empezar mejor porque me quedé fascinado, desde la primera imagen, de Gabor. Sebastián Alfie, el director de este imaginativo documental-diario, recibe el encargo de realizar un cortometraje en Bolivia para Ojos del mundo, una fundación privada sin ánimo de lucro cuya misión es prevenir y combatir la ceguera entre las poblaciones más pobres del mundo.Decide contactar a un tal Gabor, porque quiere alquilarle una cámara muy concreta para rodar este proyecto, que resulta a ser un dotado director de fotografía, que ha perdido la vista años atrás. Ni corto ni perezoso, Sebas decide contratarle en su antigua profesión (y lanzarse, yo diría, casi con los ojos cerrados) en una aventura que no deja de sorprender y cautivar al espectador.Carlos Balbuena, por su parte, decide regresar a su pueblo natal y revivir sus emociones del pasado, en un potentísimo blanco y negro apoyado por un trabajo de sonido que sirve de sugestivo decorado sonoro, de su pueblo minero que ha perdido su alegría, brillo y esperanza. Espacio fantasmagórico, al límite de lo desértico, casi sin vida ni personajes.Cenizas, título perfecto, para unos recuerdos que se van borrando, en un lugar que ha sufrido los cambios de la economía mundial. Por si no fuese suficiente, el pueblo se llama Santa Lucía, patrona de los ciegos y abogada de problemas de la vista.Del riesgo asumido y la potente riqueza visual de Cenizas, que trata de lo que se pierde, Francina Verdés en su La casa de mi padre (La casa de meu pare), cuyo tema central es lo que se intenta conservar, opta por una narración más clásica, trabajando el mismo asunto: el regreso al hogar pero con una complicación añadida, la tradición feudal de una Cataluña rural (como de muchos otros sitios de nuestra geografía) que transmite la propiedad familiar al primogénito varón, para conservar íntegro el patrimonio.Con un sentido de la construcción de los planos, equilibrado, construido e inspirado (aunque la directora insista en dudar de ellos… quizás se deba a esa búsqueda, su impresionante belleza) Francina Verdés se acerca a los otros, en una situación similar, para comprenderse a sí misma, en un lugar en que la tradición impone a cada varón de llevar en procesión su propia cruz de madera, en sentido literal, hasta la iglesia. Unas de las imágenes del documental que no se olvida.Y por último, Punto de Partida, comparte con el resto de la programación su acción, también en Bolivia, y un deseo de recuperar la memoria. La directora Sandra Rodriguez ha decidido seguir a estos 5 curas españoles que, algunos abandonan los hábitos para casarse, otros un poco rojos, pero todos intentando servir a la humanidad y en concreto, como misioneros en Bolivia en los años 70 en plena revolución del Che Guevara. Punto de partida es el retrato apasionante de su regreso a Bolivia para volver a encontrar al sexto, de este grupo tan especial, de mercenarios del alma. Divertido, tierno y real.El espacio cinematográfico Márgenes (en espera de la cuarta edición de su propio festival) ha decidido celebrar, hasta el 10 de noviembre, su particular fiesta del cine, online y de forma gratuita, se podrán disfrutar todos estos largometrajes de la Sección Oficial de la XVI edición del Festival VISUAL. No te pierdas esta oportunidad porque, además, aún hay más sorpresas y películas gratis para ver. Parafraseando a Aristóteles: la virtud estética es un hábito de elección que conduce a optar por el equilibrio entre los márgenes. Y cómo nos gustan los Márgenes…