Gabriel González, "El dios"
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"Había una chavala en Polentinos que quería ir a la función al pueblo de Villanueva, donde se celebraba la fiesta de San Juan. Y su padre le dijo que no, que había que ir a excavar patatas.
-No, hija, no puedes ir porque San Juan no es fiesta. Ya irás al Campo, que es San Pedro.
-Pues yo, padre, si no me deja ir a San Juan, me cago en San Pedro...
Froilán de Lózar - San Salvador de Cantamuga
A petición de alguno de mis seguidores, hoy extraigo de la hemeroteca más que una entrevista, porque él ignoraba que le estaba grabando, un encuentro con Gabriel González, el "dios de la Pernía", apodo que heredó de su padre. Incluso la manera de dar publicidad a sus trabajos cuando acudía a las villas de Aguilar, Barruelo o Potes. Así, en una de aquellas octavillas, que aún conserva, decía:
- "Si quiere comprar guadaña, que le haga buen segador, consúltele marca y precio al "dios" de San Salvador."
- No comprar sin consultarme precios.
- "Si no quieres andar a gatas, como andan los gatos, ven a calzarte en casa del "dios" a precios baratos."
-¿Usted ha hecho carrera?
-Sí, me he corrido hasta el Cueto...
Traigo a estas páginas especiales del sábado la semblanza de Gabriel González, nuestro poeta perniano. Me cuenta en esta ocasión que su padre soñaba con los puentes, e hizo la carrera por correspondencia.
"Cuando se hizo la carretera, lo mismo que a mí me gusta hacer albarcas, a mi padre le gustaba dibujar y hacer puentes. Se presentó en Cervera a contratar el puente que hoy cubren las aguas del pantano de Requejada. Y lo hizo ante el Ingeniero que paraba en la Fonda de "Manolo Isasi". Este le pidió una fianza. Él vino entonces donde su padre, que era tejedor, pero mi abuelo le dijo: ¡Anda, jodío, ve a sacar patatas a la tierra del hornillo, que me vas a comer las pocas perrucas que saco!
Mi padre volvió a decírselo al Ingeniero, que le respondió: "Su padre, está en lo cierto. Usted no tiene representación para llevar las obras.En ese tiempo se quedó con la contrata del puente el de la Fonda, que además era contratista de obras y le puso encargado a mi padre.
Mi padre, muy vengativo, guardó el plano del ingeniero y sacó el suyo. Les explicó a los obreros lo sucedido y todos estuvieron de acuerdo para llevar adelante la obra según sus instrucciones.
Cuando el contratista visitó las obras se debió poner como un miura, porque no coincidían con las que él había trazado, pero ya estaban concluídas y no daba tiempo para cambiar nada.
Cuando llegó el ingeniero, aunque inicialmente hizo un amago de disgusto (bien lejos de lo que sentía en realidad), le dio una propina de cincuenta reales y le hizo encargado de todos los puentes que hoy surgen a los lados del camino, desde Vañes hasta Piedrasluengas.
Extracto de la entrevista publica en el diario Noticias de Palencia, 23 de Julio de 1983
Ver también en nuestra revista Pernía
"El sueño de un perniano", de Gabriel González.