Hoy os traigo una receta típica de mi pueblo y alrededores, quizás más de uno cuando la lea ponga el grito en el cielo, ya que lo típico es cocinarla al fuego, con leña y con su ¨gachamiguera¨.
Aquí está mi versión hecha en casa en la vitro y en sartén antiadherente.
Vamos a necesitar harina, aceite de oliva, ajos, agua, sal y longaniza fresca.
Las medidas son muy fáciles de recordar porque van por volumen, cogeremos un vaso como medida. En este caso yo usé uno de nocilla de los grandotes para 4 personas.
Medimos un vaso de harina y reservamos.
Medio de aceite.
Dos de agua.
Calentamos el aceite y ponemos a freír ajos con un cortecito, ajos al gusto...
Cortamos la longaniza y la freímos hasta que esté bién dorada.
Una vez bien hecho todo lo reservamos en un plato.
Apartamos el aceite del fuego para evitar accidentes. Dejamos templar un poco y añadimos el agua y un buen pellizco de sal.
Le añadimos la harina reservada.
Mezclamos bien para que no queden grumos, enseguida comenzará a espesar quedando una papilla.
No hay que dejar de remover hasta que se haga cada vez más espesa.
Conforme vaya espesando veremos como se va despegando de la sartén.
Es una receta para hacerla con tiempo ya que se tarda bastante a que coja cuerpo.
Una vez es una papilla muy espesa tan solo se necesita de paciencia para ir dándole vueltas para que se vaya dorando.
Cuando la masa ya no tiene sabor a harina cruda se le añaden los ajos y la longaniza reservada.
Luego ya es cuestión de dorarla al gusto... En mi casa les gusta bién dorada.
Comemos bien calentita y recién hecha.
Está claro que está mejor hecha en el fuego pero está buenísma!!