Ni un día más sin hablar de esta excelente tragicomedia que me había tenido pegado a la butaca del cine hasta la última escena. No es la primera vez que se denuncia la insoportable pesadez de la sociedad del espectáculo, la fama inmerecida de nuestros seudofamosos por sus conquistas eróticas o la exhibición insana de una televisión basura (apestosa incluso apagada), pero hay que reconocer a esta película georgiana el mérito de la elegancia en su radical crítica.En el país de los concursos, no nos cuesta imaginar que se organizase uno con el tema de la elección de la mejor madre. Dado lo poco que nos dejan elegir, no es de extrañar que, a falta de otras decisiones, al público nos encante escoger nuestro político más corrupto, la declaración pública más vergonzosa o la limitación de derechos más espectacular… todo tema presenta su interés.En Tiflis, capital de la República de Georgia (nación independiente desde 1991 tras varias guerras y conflictos que han reducido su territorio y población a menos de 5 millones), la televisión nacional decide organizar un concurso para mejorar la marca Georgia, dado que sus habitantes, críticos con el estado económico de su país y de la honestidad de sus políticos (ingratos, ellos), necesitan elevar su moral, al mismo tiempo que dopar el patriotismo nacional.Diez son las elegidas, en base al único criterio decisivo actual, incrementar la audiencia. Independiente de la ética de exhibir ciertas circunstancias personales, humillantes para quienes las ha sufrido, los organizadores van a conseguir un pleno: una refugiada huida de la última depuración étnica, una violinista anoréxica, una viuda con siete hijos… El casting perfecto para regodearse en el fango de la indiscreción, la miseria y la compasión.La sutileza de la directora, guionista y responsable del montaje, Rusudan Chkonia, en su ópera prima, evita toda tentación reductora, huye de los tentadores excesos de sentimentalismo y los efectos trágicos para contar una historia excepcional, incluso divertida por momentos, que muestra una realidad inesperada.Las candidatas, reclutadas por sus necesidades económicas, van asimilando poco a poco el poder, que la fama del programa les otorga, para olvidar sus papeles de mansas corderitas, transformarse en lobas feroces y empezar a exigir más respeto en el plató. La tensión creada entre conseguir el premio del concurso, 25.000 dólares y un apartamento, mantener su dignidad y cumplir con las reglas de concurso, va incrementándose hasta un potente final. Excelente película y sorpresa de una de las filmografías más desconocidas de Europa. Atención a esta magnífica cineasta.