Galería de favoritos 49 / Darth Vader

Por Calvodemora

Uno le tiene a Darth Vader un cariño que no ha remitido con los años, aunque hubieran existido motivos para que esa fijación sentimental quebrase y, en cierto modo, hasta fuese cancelada. El personaje ha ido deshaciéndose, calzado en obras menores de la saga de las galaxias, convertido en una mercancía huérfana, de la que no se sabe bien procedencia, a la que no se le puede adjudicar una épica. Será que estoy subestimando el lado oscuro o que las confesiones de un padre a un hijo no me calan como antaño. Darth Vader es en mi memoria el primer Darth Vader, el que me fascinó cuando yo tenía diez años y veía las películas (en orden real la cuatro, cinco y seis, no las otras, objetos de consumo fácil, profanaciones de las originales) en el cine de sala grande y más tarde en el VHS que un amigo alquilaba en el videoclub y veíamos enfebrecidos en su casa.
Se ha ido difuminando poco a poco esto de Star Wars, hasta se ha perdido el sonido del respirador de la mascarilla del personaje (por cierto, registrada en la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos). El otro día vi al pobre Darth Vader dando forma a un pastel de chocolate. Puede usted encontrar llaveros, edredones, camisetas, tazas de té, salvapantallas, gorras con visera, relojes, calcetines p lápices de almacenamiento. Hay alumnos míos que conocen la música, la tararean con entusiasmo y sin dificultad, pero no logran ubicarla en una historia, no han visto las películas en el debido orden, sino sólo algunas de las recientes (más infamia, más canibalismo) en 3D con una bolsa indecente de palomitas y un abrevadero de Coca-Cola. No es algo que a uno le moleste especialmente. Se ha aprendido a convivir con el merchandising masivo. Incluso hay días en que uno es particularmente receptivo a los encantos de sus objetos, pero la máquina del dinero termina por corromper la de las ilusiones. Suele pasar, pasa casi siempre.