Galería Güemes: la perla del modernismo porteño

Publicado el 05 noviembre 2011 por Nicopasi


De los miles de turistas y transeúntes que caminan a diario por la calle Florida, muy pocos son los que entran a la Galería Güemes (ubicada en el número 165 de la peatonal o bien en el 170 de la calle San Martín) y muchos menos aún los que conocen sus interesantes y excéntricas historias.
Si bien a primera vista el edificio parece una muestra más de los tantos de estilo europeo que abundan en nuestra ciudad, el de la galería es bien distinto ya que no obedece al estilo clásico francés (al que es muy parecido) sino que fue construído bajo los cánones artísticos del Art Nouveau europeo, aquel movimiento de exquisito rigor artístico que hizo que personajes como Gaudí, Mucha o Klimt se hicieran conocidos a través del legado de sus obras.
En 1830 en el espacio donde hoy se encuentra la galería había una casona de estilo colonial. Hasta allí llegaron dos inversores salteños (Emilio San Miguel y David Ovejero) y luego de comprar el lugar, le encargaron al arquitecto italiano Francisco Giamatti que diseñara una galería en el estilo europeo de moda por aquellos años.
Así es como en 1913 comenzaron los trabajos de construcción y la obra no fue una tarea fácil ya que la mayoría de las piezas con las que se construyó debieron ser pedidas al viejo continente ya que en el país no había infraestructura para poder producirlas. Pero lo cierto es que al poco tiempo de comenzada la obra, una tragedia cayó sobre los inversores, quienes tuvieron que afrontar la pérdida de incalculables piezas que se hundieron en altamar junto al galéon que las transportaba, debiendo parar las obras durante algunos años.
En 1915 y luego de mucho penar, finalmente los salteños pudieron inaugurar la obra que representó un homenaje al General Martín Miguel de Güemes, líder y caudillo de la provincia de Salta y considerado el padre de su tierra.
CONFIESA QUE HA VIVIDO
La Galería cuenta con muchas historias interesantes pero la que quizás más sorprende es la que dice que allí, en el sexto piso, vivió Antoine Saint de Exupery, autor de El Principito. Cuentan que habría vivido allí durante algo más de un año y que, además de la compañía de la que luego sería su esposa argentina, convivía con un cachorro de foca al cual tenía en la bañadera.
Otro que por entonces paseaba por los pasillos de la galería era un joven Julio Cortázar (algunos hablan de un encuentro entre el escritor y Saint de Exupery) quien desde siempre se vió fascinado por la maravillosa arquitectura del lugar. Años más tarde, en uno de sus cuentos, usaría la galería como un espacio de comparación con parisina Galería Vivienne, uniendo de ese modo a Buenos Aires con París, las dos ciudades que signaron su vida e incluso su muerte.
Apenas inaugurada parece que en el mirador del edificio habría funcionado un binocular al que, si se le insertaban unas monedas, dejaba ver hasta la costa de Montevideo (Incluso algunos hablan de que la luz de la galería servía como faro para muchos de los barcos que llegaban a la ciudad y que identificaban con ella la cercanía al puerto).
Hacia la década del 50 se inaugura en su interior la Perfumería Ruiz y Roca, que persiste hasta hoy y que es una de las más importantes de la capital federal. Al parecer, por entonces, no era una costumbre importar las fragancias de afuera, razón por la cual una mujer llamada Helen creaba como una alquimista los perfumes personalmente teniendo en cuenta el gusto y la personalidad de sus clientas.
Pero no todas las que se cuentan son anécdotas felices; cerca de los años cuarenta, en el subsuelo funcionaba un cabaret al que muchos consideran la primera revista porteña y allí se armaban bataholas y muchas veces el espectáculo terminaba con corridas policiales o algún herido. Algunos años más tarde, cuando la galería se encontraba cerrada, un artista que habitaba en alguna de las habitaciones de allí se arrojó desde las alturas rompiendo una de las ventanas principales.
Para la década del sesenta un joven Astor Piazzolla tocaba el bandoneón en el teatro de revistas del subsuelo y la galería se transformaba en uno de los espacios de arte y divertimento más importantes de la capital. (Luego vendrían los espectáculos de Pepe Biondi y la instalación de Radio Libertad de Alejandro Romay, la cual se prolongaría hasta fines de la década del 70).
Hoy la galería cuenta con una importante oferta de locales (tiendas de ropa, librería, marroquinería, chocolatería y bombonería, una casa de cigarros, zapatería, perfumería, un bar y una sucursal de un banco y una casa de cambios, un Winnery store y un amplio patio de comidas) y una veintena de oficinas entre las cuales hay estudios jurídicos, consultorios médicos, un gimnasio y algunas agencias de viaje.
Sin dudas la galería es uno de los puntos que no habría que dejar de visitar cuando se está en la ciudad. Incluso si se es argentino, ya que en ella, además de recorrer un espacio comercial de alto nivel se podrá apreciar una de las obras arquitectónicas y escultóricas más interesantes de Buenos Aires. Con solo disfrutar de sus vistosas cúpulas y las entradas a los cuatro edificios que la componen se tendrá la sensación de estar en Europa, con los beneficios de no haber gastado un solo peso.