Hay un lugar en el que hubo una encina
tan grande y llamativa que fue punto de referencia para lugareños y
viajeros hasta tal punto que aquel enclave acabó por recibir su
nombre:
A
Serra da Enciña da Lastra, situada en el noreste de la
provincia de Ourense, en la comarca de Valdeorras, lindando con O
Barco y Carballeda de
Valdeorras del lado ourensano, Quiroga en Lugo
y Oencia y El Puente de Domingo Flórez en León.
Una singularidad de este enclave es que
su clima es mediterráneo en mayor medida que el resto de su
provincia, característica resaltada por la vegetación dominante de
la citada encina, junto con el alcornoque, olivo, jara, tomillo,
lavanda, madreselva, algarrobo y otras especies poco comunes en la
mayor parte de Galicia, además de pinos, castaños, loureiros,
vides, cerezos, nogales y otros muchos frutales que, según en qué
punto de la sierra, unden sus raíces en terrenos pizarrosos o
calizos, tal es la variedad de los suelos.
Manantial ferruginoso
Un buen día nuestro amigo Paco propuso
pasar un fin de semana en ese lugar para conocerlo y practicar
nuestro deporte favorito, correr por el monte, lo que nos vendría
muy bien para entrenar de cara a nuestro gran reto del año, el
Andorra Ultra Trail.
De ahí la conexión del título de este artículo. Galicia,
mediterráneo y Andorra.
Pues bien, dicho y hecho, en pocos días
cerramos el acuerdo y los detalles para el viaje y alojamiento en la
aldea de Vilar de Silva, trasladándonos 7 integrantes de Coruña
Trail para alojarnos en la Casa
Chao do Prao, un establecimiento realmente
recomendable, perfectamente restaurado y mejor atendido.
Ruta de viaje
Tras un sencillo
viaje
desde A Coruña,
llegamos
dispuestos para nuestra primera salida dirigiéndonos a la población
de Covas, que da nombre a la estación de ferrocarril del municipio,
una bonita ruta en la que tomamos contacto con las especies vegetales
ya citadas, unos desniveles apreciables y restos de arqueología
industrial en forma de un gran horno de cal, ya en desuso, que
durante años sirvió para transformar la abundante piedra caliza de
la zona en cal para la costrucción. Un sol implacable hacía que el
calor reinase de manera rotunda haciéndonos sudar como hacía muchos
meses que no experimentábamos, algo que, aunque duro, es de
agradecer de cara a ir adquiriendo la aclimatación necesaria para el
probable calor pirenaico del mes de julio. Tras unas 4 horas
trotando, caminando, admirando paisajes y realizando fotos (no todo
va a ser sudar) con un recorrido aproximado a la Ruta do Val do Sil
dentro del citado parque natural, llegamos de vuelta a nuestra base
de operaciones con 18 Km en las piernas para darnos una merecida
ducha y reparadora comida. Después vendría un rato de descanso
previo a una caminata para visitar otra de las singularidades de la
zona, las cuevas naturales formadas por el lento e incesante desgaste
del agua en la piedra caliza, concretamente visitamos la “Cova do
oso gigante” en la que, al parecer, se han encontrado restos
fósiles de gran antigüedad, pasando también por soutos de castaños
y las orillas del Sil remansado en el embalse de Peñarrubia. El
final de la jornada lo dedicamos a rehidratarnos y alimentarnos del
mejor modo posible para afrontar la siguiente jornada sin acusar el
desgaste de este primer día. Cambiamos la televisión por la
tertulia y los astros de un cielo estrellado mucho mas nítido de lo
que estamos acostumbrados.
Comienzo en subida
Encinas entre la niebla
Souto de castaños
Decidimos
madrugar para la jornada dominical y así aprovechar bien la mañana,
dedicando unas 5 horas a un recorrido que nos alejaría del río Sil, el día amaneció nublado regalándonos un comienzo de ruta en el que disfrutamos de un ambiente fresco contrapuesto al del día anterior, aunque finalmente el sol acabó por imponerse, tomamos el camino que lleva a Biobra en donde visitamos el centro de
interpretación del parque natural, desde donde continuamos para
realizar la conocida como Ruta das Galegas que nos llevaría por
enclaves de singular belleza hasta las inmediaciones de la población
de Oulego con los imponentes Penedos de Oulego en frente, desde
donde desandamos el camino para acabar completando unos 28 Km que
dejaron bien a las claras quienes están en mejor forma pero, sobre
todo, que el grupo progresa adecuadamente para llegar al mes de julio
en buena forma. Aún así podrán asaltarnos dudas, que si llegaré preparado, que si aguantaré tantas horas de esfuerzo, que si aparecerá una inoportuna lesión durante la preparación, si valgo para esto... en fin, nuestras mas o menos pronunciadas flaquezas que en algunos momentos podrán ser nuestro run-run mental que habremos de doblegar igual que a las cuestas o los kilómetros, ya se ocuparán nuestra motivación y confianza de mantenernos en el camino que nos conduzca a nuestro objetivo.
(fotografía de J.L. Calleiras)
Hubo
desniveles pero sin excesiva dureza, caminos fáciles y amplios,
rutas angostas, tramos técnicos con grandes piedras, un poco de
asfalto, zonas muy cerradas que nos envolvían en forma de túnel
vegetal, grandes prados, muros
de piedra y espacios abiertos, un paisaje que nunca nos aburriría y
lograba sorprendernos a cada paso por la variedad de las especies
vegetales ya comentadas,
parte de las cuales no son frecuentes a nuestra vista, mas habituada
al bosque atlántico.
Impresionante acantilado sobre el Sil
Paco Rafa Manuel Candi Ezeq Luis Paula
Un alto para comer algo
Tras
los necesarios estiramientos y el aseo, llegó el turno de la comida
en la terraza del restaurante, disfrutando de una excelente comida
que, como no, fue dominada por una animada tertulia avivada por las
recientes impresiones de esta doble jornada, después vendría un
rato de descanso durante el que aprovechamos para echar el primer
vistazo a las abundantes fotografías realizadas para, llegada la
media tarde, poner punto y final a esta experiencia.
Tertulia y comida
Vides