Me parece mal que el tal Gallardón, el faraón de Madrid, sea aupado a los altares de la lista de los diputados del PP de las próximas elecciones. Ya sé que no es una cuestión que me incumba. Ya sé que es un problema interno del Partido Popular. Sin embargo, no puedo dejar de criticar, como ciudadano, ciertas cosas.
El faraón Ruiz Gallardón ha sido un gestor nefasto. Ha endeudado a los madrileños y a las generaciones venideras. Hoy Madrid es la ciudad de Europa con más deuda por vecino, con gran diferencia.
Y, claro, para premiarle el gran Rajoy, que ya se ve de presidente, le ha colocado en las listas y así, en su momento cuando nombre el gobierno, el faraón será ministro.
Lo grave no es que sea ministro, que si no lo es él lo será otro similar, lo más grave es que eso supone abandonar la alcaldía. Quizá convenga recordar que cuando volvió a ser elegido alcalde, hizo unas manifestaciones: “Nada habrá en estos cuatro años que me haga apartarme del compromiso durante ese periodo con los ciudadanos madrileños”. Otro incumplimiento flagrante que probablemente se va a producir.
Y lo grave, es la sucesión. Porque parece que está clara, al faraón le sucederá lo más casposo y ruin del carajillo-party, de lo más extremo del PP. La señorísima Ana Botella.
Con ella podemos llegar a batir el récord Guinness de la estulticia de Alcaldes, que hasta este momento lo había conseguido con orgullo, Álvarez del Manzano. Si recuerdan, fue ese alcalde que precedió a Gallardón y que le daba por cantar villancicos, entre otras lindezas, para horror de propios y extraños.
Soy madrileño, y amo a esta ciudad con sus contradicciones y sus maravillas y penurias. Pero, me alegro, infinitamente, de ser vecino de Rivas Vaciamadrid, Porque sentiría todavía más vergüenza ajena de la que siento si viviera en la misma capital.
Y es que lo de la Botella clama al cielo y al infierno. Una mujer cuyo único valor es ser la esposísima. Eso, sólo eso, le ha hecho medrar hasta donde está y donde puede llegar. Esta señora incapaz en la gestión, ha sido en sus declaraciones y actitudes un portento de pijerío y de extrema-derecha. Una mezcla explosiva.
Entró en el ayuntamiento en 2003 empujada por los duros del partido, para controlar a Gallardón, al que en su propio partido los del carajillo-party le llaman el “socialista”. Y desde que llegó, las ha hecho dobladas. Desde pedir el voto a unos jubilados que invitó a un cocido, días antes de la campaña electoral en 2003, hasta dejar a Madrid, este año, con la mitad de barrenderos en verano, “ para ahorrar”, y tener las calles hasta hace unos días llenas de mierda.
En el medio, está aquella explicación de su aversión a los matrimonios homosexuales, ya saben lo de las peras y las manzanas. O decir que la culpa de que la limpieza en Madrid no fuera perfecta era de los mendigos. O echar la culpa de la contaminación de Madrid, al polvo africano, mientras ella para ir a la peluquería, llevaba tres coches de gran cilindrada, a pesar de trabajar a diez minutos andando del establecimiento, añadiendo además que el paro asfixia más. O, también, controlar cómo hacían el reciclado de las basuras los madrileños, a los que abría las bolsas, hasta que la paró el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que prohibió hurgar en las basuras de los vecinos. O, demostrar constantemente su animadversión a los homosexuales, a los que ha puesto todas las pegas posibles para la celebración de sus fiestas del Día del Orgullo Gay, que ha querido prohibir, y luego trasladar, habiendo conseguido que se celebren conciertos mudos.
En fin, como pueden ver una alhaja que puede caer en Madrid. No envidio para nada el futuro de los residentes en la capital.
La única solución para que esta mujer no llegue a la alcaldía es que Rajoy no llegue a presidente del gobierno. Hagamos lo posible el 20-N, o los madrileños, además de los más endeudados de Europa, serán la vergüenza del continente, con una alcaldesa así al frente.
Salud y República