Unas ricas galletas apetecen en cualquier momento, y metidas en un bote de cristal con tapadera hermética, o en una lata, duran crujientes mucho tiempo. Lo único es que no tendrás ocasión de tenerlas muchos días guardadas, porque están muy ricas y son ideales a cualquier hora.
- 100 g de mantequilla a temperatura ambiente
- 100 g de azúcar
- 1 huevo L
- 2 cucharaditas de canela en polvo
- 250 g de harina de repostería
- 6 g de levadura de repostería , tipo royal o similar.
- 4 cucharadas de azúcar normal
- 2 cucharadas de canela en polvo
- Precalienta el horno a 180º, calor arriba y abajo
- Pon la mantequilla y el azúcar en un cuenco y bate con ayuda de una máquina de varillas durante 5 minutos. O también puedes hacerlo con varillas manuales, hasta que quede bien mezcladas.
- Añade el huevo entero y bate durante otros 2 minutos.
- Tamiza la harina, la canela y la levadura e incorpora, mezclando hasta formar una masa homogénea
- Haz una bola, y envuelve en film transparente. Deja en el frigorífico 1 hora.
- Pon la masa entre dos láminas de papel de horno y pasa un rodillo. El grosor sería menos de 1/2 cmt., para que nos queden finas y crujientes. También puedes dejarlas más gruesas, eso ya a gusto del consumidor o consumidora.
- Corta la masa con un cortador a tu gusto y mete la bandeja 5 minutos en el congelador. Si no cabe, métela en el frigorífico 15 minutos.
- Cubre las galletas con un poco de azúcar y canela y hornea durante 13 minutos aproximadamente. Yo mezclo ambas y la mezcla la pongo en un colador pequeño y espolvoreo sobre la masa, y así quedan más uniformemente cubiertas y sin grumos.
- Deja enfriar en una rejilla.
- Para estirar la masa más fácilmente es mejor que esté muy fría. Y si estiras la masa entre dos láminas de papel de horno, te resultará más fácil porque así no se pega al rodillo. Otra forma es enharinando una superficie lisa donde ponemos la masa, y espolvoreando por encima de la masa y el rodillo. Así no se pega nada.