Las galletas no son sólo vintage por lo lejos que quedó mi infancia, ni por su forma, por la máquina de galletas o por la caja que las contiene, sino por su sabor. Eran las favoritas de mi hermano Miguel, quizá porque son estupendas para mojarlas en leche con cacao y sorber el líquido aspirando por alguna de las partes de la galleta.
Recuerdo que Madre volvió a sacar la máquina hace no tanto para una de las visitas que le hizo mi hermano. No es verano, pero sí un buen momento para hacer regalos, así que Miguel, estas galletas son tuyas, las congelo y te las doy cuando vengas.
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