GalvestonNic PizzolattoISBN: 9788416237005Formato: Rustica con solapas– 288 Págs Editorial: Salamandra
Alto, corpulento, con barba y melena, sombrero de ala ancha y botas de cowboy, el texano Roy Cody lleva unos años ejerciendo de matón profesional en Nueva Orleans. Roy es un tipo tranquilo, comprensivo, capaz de ver el lado filosófico de las cosas, lo cual no le impide ser implacable cuando la ocasión lo requiere. Pero su vida da un giro radical el día que le diagnostican un cáncer avanzado. De pronto, sus puntos de referencia se trastocan, y el relieve de la realidad cobra una nueva dimensión. Ante la sospecha de que su jefe, el poderoso extorsionador Stan Ptitko, quiere quitárselo de encima, Roy se despoja de sus ataduras e inicia una frenética carrera hacia un horizonte desconocido, donde su encuentro fortuito con una joven desamparada le brindará, tal vez, la ocasión de darle un nuevo sentido a su existencia.
Ayer, mientras terminaba de leer Galvestoncalló la tormenta del siglo. Se hizo totalmente de noche a las tres de la tarde, y por primera vez desde que empezó el mes me di cuenta de que había terminado el verano. Y no solo eso, sino que también había sido muy tranquilo. Tres meses en los que yo tomé las decisiones y nadie ni nada me influenció para que hiciera lo que quisiera. No tengo problemas en reconocer que soy una obsesiva del control y me molestan que las cosas se salgan de mi guion mental.
Entonces llegó esta novela y me fastidió la racha. Porque desde el momento que entró conmigo por la puerta de casa, ella me controló a mí y no al revés. Terminé a la carrera la lectura que tenia a medias porque quería leerla ya. Me quedé despierta hasta altas horas por si se me escaba de la mesita por las noches. ¡Incluso la llevaba en el bolso cuando fui al cine el sábado por la noche! Nic Pizzolatto y su Galveston se convirtieron en una obsesión durante dos días.
Mi problema vino desde Julio y quedó latente hasta hace poco: cuando Salamandra anunció que abría un sello de novela negra, que inauguraba con la novela del creador de True Detective. Sí, esa serie que para mí ha sido la mejor del año entre todas las que he visto. En la que Matthew McConaughey hacia un papel espectacular encarnando a un policía un tanto peculiar. Esa serie en la que primaban los personajes son encima de la trama, y que cautivó a frikis como yo, pero dejó más frio a quien estaba buscando una producción de evasión pura y dura.
Así que cogí Galveston intentando quitarme el mono que me había causado la primera temporada, y me encontré con una historia que bien podría ser la precursora… en cierta manera. No en sentido literal, ya que en este caso el protagonista es un matón al que acaban de diagnosticar un cáncer de pulmón ese mismo día en el que intentan matarle y huye para salvar la poca vida que le queda. Y por el camino se ve arrastrado junto con una joven Rocky y alguien más.
Obviando lo evidente, si que comparten elementos, comenzando por una ambientación decadente y hasta angustiosa que prima sobre la trama. La decrepitud de los lugares por los que se mueven, los moteles de carretera y los bares country llenos de melenudos que fruncen el ceño ante los desconocidos. La criminalidad subyacente en todos los niveles de sus vidas. Ahí ha dado en el clavo para meternos en un ambiente donde no deberíamos sentirnos cómodos, pero inevitablemente me ha hecho congeniar con los personajes.
Pero donde sí que se luce es precisamente en esos personajes atormentados, sin motivos reales por los que vivir pero que en el fondo terminan haciendo lo correcto, aunque su forma de vida no sea la adecuada. Creo que Roy tiene muchos puntos en común con el Rust de la serie, empezando por su imagen de cowboy y su forma un tanto peculiar de ver la realidad. A pesar de ser un criminal (y por mucha pena que nos dé, lo es) las reflexiones sobre la vida que acompañan al texto en primera persona son magistrales, aunque siempre lleve la procesión por dentro tapada por un gesto perpetuo de indiferencia.
Y sí, la trama es lenta y los capítulos largos. Parándonos a pensarlo con frialdad no sucede mucho más que al principio y al final… y sin embargo no es aburrido. Su experiencia como guionista ha hecho buena parte del trabajo en los diálogos que son verdaderamente buenos, creíbles e intensos las pocas veces que Roy abre la boca. Y cuando hay acción es directa, brutal y violenta a conciencia, curiosamente combinada con momentos un tanto liricos en los descansos.
Sin embargo, al entrar al segundo capítulo nos damos cuenta que ha encontrado la manera de engancharnos. Os juro que me gustaría contaros el motivo, esa subestructura interna donde nos sugiere cosas que queremos descubrir. Pero no os voy el gusto con spoilers en una novela tan corta. Porque si os gusta, os aseguro no os durará más de un par de días. Con ejemplos como este se demuestra que la formula de la novela de 250-300 páginas realmente puede funcionar y dejar con buen sabor de boca al lector.
Investigando en internet he descubierto un libro de relatos cortos del mismo autor que espero que editen en español. También parece ser que habrá una película de Galveston, tras el exitazo de True Detective. Y por primera vez en mucho tiempo podre decir que yo había leído el libro, e iré el día del estreno al cine con ganas de ver en imágenes lo que Nic Pizzolatto me supo transmitir tan bien con sus palabras.