Ganadores del concurso de relatos I

Publicado el 12 diciembre 2014 por Ginnata

Hola a todos, buenos días de viernes. Hoy quería dar una grata noticia a todos los lectores. Hace poco, cosa de un mes, organice un concurso de relatos en el blog, para celebrar que ya eramos 150. Aunque no se apunto mucha gente, me encanto que os animarais a participar y me ha encantado leer todos los relatos.

La verdad, el nivel de todos los relatos es altísimo. Son geniales y me he tenido que romper la cabeza decidiendo quien se merecía ganar. Pero tras leerlos varias veces, creo que los ganadores (según mi criterio) deberían ser los siguientes. Pero ahora toca revelar quienes son los ganadores de dicho concurso. Así que sin mas dilación:

3º- Gema- "Promesa Submarina"

El corazón de Lyreth parecía a punto de salirse de su pecho, en aquella cueva, todo parecía místico. Sus pasos resonaban, y un extraño brillo cubría la superficie del lago en el centro, reflejándose en ella y su compañero. Theren seguía en la otra esquina, analizando el agua, cogiendo pequeñas muestras en frascos y añadiendo quién sabía qué. Había veces que prefería no preguntar lo que buscaba, sobre todo mientras comía.Su perspectiva del mundo era muy distinta. A él todo le fascinaba, y no parecía sentir el peligro. Veía cada criatura como… como algo que investigar, y no como un monstruo. Pero también veía más cosas donde ella solo veía rocas, o algas, o agua. Criaturas que a simple vista no estaban y él las hacía aparecer. Su ciencia era fascinante y, al mismo tiempo, le daba miedo.- Theren, he notado algo moverse- Susurró, retrocediendo del lago.- ¿Qué te asusta tanto?- Se burló él.
- No sé, tal vez la descripción del monstruo. Anda, echate hacia atrás.- Dicen que busca primero a las mujeres bellas. No veo por qué debería preocuparme.- Comentó, incorporándose, con un frasco en las manos.- Eres tú la que tendría que retroceder.Intentó no sonrojarse, aunque ambos se miraron intentando ver la reacción del otro. Theren era tan asiduo a esos comentarios que le ardía el pecho solo de escucharle. Y ella no solía quedarse corta.- Por eso, eres la mujer más bella que conozco.- Bromeó, intentando disminuir la tensión del ambiente y pasándose un mechón rubio tras la oreja.- Ahora, por favor, déjate de tonterías y piensa un plan para sumergirnos y acabar con eso.Theren calló, pensativo. Aquello no pudo sino sorprender a Lyreth, quien lo miró con ojo crítico.- ¿Qué pasa?- ¿Nada de “¿Cómo vamos a matarlo, puede ser único en su especie?” ni cosas así?- Preguntó, con tono de burla. El moreno apretó los labios, algo molesto, antes de empujarla hacia el borde del agua. Ella se sujetó a su brazo para evitar caer, aunque la fuerza del empujón era mínima.- Se ha comido niñas. Y hay más como él. Ambos lo sabemos.Sí, las oceánides eran unas criaturas a las que ella ya se había enfrentado. Solían aparecer muchos carteles pidiendo por la muerte de esos monstruos marinos que, de tanto en cuando, asolaban las costas. Aquel día, el enemigo se llamaba Ceto. Decían que era el original, el monstruo primario, una criatura que, de ser derrotada, les otorgaría mucha fama, dinero y una buena posición. Un nombre fuera de las regiones en las que ya era conocida. A pesar del miedo que pudiera sentir, la adrenalina recorriendo su cuerpo le impedía pensar en otra cosa que no fuera la idea de cumplir al fin su sueño, de ser una heroína de renombre mundial.- Si nos sumergimos, tardaremos menos de 3 minutos en quedarnos sin aire.- Vaticinó Theren.- Por no hablar del agua. Está helada. Podría darnos hipotermia.- Pero él vive aquí.- Tiene la piel escamosa y branquias. No es humano, es un monstruo.Asintió, arrimándose al agua.- Así que tenemos que ver cómo sumergirnos, aguantar la respiración y resistir las bajas temperaturas.- Y no morir, eso también es importante.Lyreth le miró, alzando una ceja. Así que sí estaba asustado. El joven retrocedió ante su mirada, aunque luego se recompuso y se puso a su lado.- Las Nereidas son humanoides.- Comentó, tocando la superficie con cuidado.- Y viven aquí. Si pudiéramos ser como ellas…- No hace falta ser como ellas. Pero me has dado una idea. Espera aquí.Volvió a ponerse de pie, cogiendo un par de frascos, llenándolos de aire y tapándolos. Theren la observaba como quien observa a un loco y, cuando quiso darse cuenta, se estaba sumergiendo en el agua, a pesar de que le había dicho que no lo hiciera, y depositando los frascos en una roca sumergida. Lo peor de todo es que no ascendieron. A pesar de estar llenos de aire, no flotaron, sino que se quedaron así. Volvió a su lado y, en silencio, esperaron.- ¿Les has hecho una ofrenda?- Preguntó Theren, al cabo de un rato, comprendiendo.- Ahí abajo no pueden disfrutar de los olores. El mejor perfume que puedes darle a una Nereida es el aire fresco.- Estamos en una cueva.- Sigue siendo aire fresco para ellas. Además, los corchos huelen a bosque. Y a tus cosas raras- Se llaman medios de cultivo.- Cosas raras está mejor. No quiero asustar a las Nereidas explicándole tu ciencia.- Mi-cro-bio-lo-gí-a. En serio Lyreth, no puedo creerme que nunca llames a las cosas por su hombre.Lyreth puso los ojos en blanco, pero antes de poder replicar, miró al fondo del agua. Una criatura, básicamente una silueta difuminada de una persona, apareció ante ellas. Las Nereidas eran agua pura, la personificación del mar. A medida que se revolvía la superficie, el cuerpo de una mujer hecha solo de agua asomaba, podía ver la superficie de sus ojos, su boca entreabierta. Ambos sentían que les estaba mirando, a pesar de no poder ver sus pupilas. Parecía atemorizante, era como sentir el mar, inmenso, concentrado en un cuerpo de tamaño humano. Theren tenía los ojos abiertos de par en par, intentando estudiar su anatomía. Cuando se dio cuenta, Lyreth le golpeó el hombro, y el joven se sonrojó, desviando la vista.- Lyreth, hacía mucho que no te veía.- Lo sé, tengo ayudante nuevo y no quería meterle en las profundidades tan pronto.- Sonrió, volviendo para mirar a Theren. La forma tan coloquial que tenían de comunicarse le fascinaba.- Ah, Theren, esta es Cali.- ¿Cali?La nereida rió. Es extraño intentar explicar su forma de reír, como si cada carcajada fuera una ola rompiendo sobre la playa. No podía dejar de observarla, fascinado.- Calipso, en realidad.- Por el rabillo del ojo, Lyreth vio al joven entreabrir la boca, sorprendido.- Veo que aún está muy verde.- Como las algas.- Bromeó Lyreth, poniéndose en pie.- ¿Podemos bajar?- Claro.- Sus labios acuáticos se convirtieron en la curva de su sonrisa, y antes de que pudiera darse cuenta, Theren estaba siguiendo a la nereida a las profundidades marinas.- Lyreth.- Llamó a su compañera, que caminaba a su lado como si nada- ¿Sí?- Nos vamos a ahogar.- No, bobo. Estamos invitados por una Nereida. Podremos respirar, ya verás.- Sonrió ella, arrastrándole al interior del lago. Sus ropas se pegaban a su cuerpo, como de costumbre, y sentía la sal pegajosa en la piel. Pero al instante, sin necesidad de hundir la cabeza bajo la superficie, se notaba el cambio. El agua no estaba fría. Aun así, cuando sumergió la cabeza, instintivamente aguantó la respiración.
Lyreth, a su lado, se rió.Y pudo escucharlo. Su voz, que no debería haber podido oír bajo el agua, llegó a sus oídos sin ningún tipo de problema. De la sorpresa dejó escapar el aire que tenía en la boca, y, asustado, respiró. Respiró sin que le pasara nada.- ¿ves? Ahora será más fácil acabar con Ceto.- ¿Ceto?- Preguntó Calipso, girándose. Era muy difícil verla en el agua.- Lyreth, Ceto es… es muy peligroso enfrentarse a él.- Tiene atemorizado a todo un pueblo. Dicen que se ha comido a jóvenes en la playa.Calipso no estaba muy convencida. Y algo le hizo a Theren comprender que cuando la personificación del mar te dice que enfrentarte a un monstruo marino es una mala idea, deberías hacerle caso.- Lyreth…- Tranquilos ambos. Siempre dices eso, Cali.- Es un monstruo primario, Lyreth. Creo que te olvidas de eso. Tiene cuatro zarpas, cola de serpiente, y dientes afilados. Al menos prométeme que tendrás cuidado.- Tranquila, Cali. Pasará mucho tiempo antes de que te deje sin saber nada de la superficie. Te traeré más frascos de aire.- Si me traes héroes tampoco me quejaré.- Replicó, pícara, mirando de arriba a abajo a Theren. Lyreth rió, aunque siguió caminando, y ella se detuvo para sostener el brazo del joven, haciendo que parase.- Escúchame, Lyreth es impulsiva, muy pocas veces tiene un plan de ataque para cuando se acerque al monstruo, y dudo que sea la excepción. Cuando estéis cerca, Ceto la olerá. Se centrará en ella. Vas a tener que ser tú quien le salve.- ¿Yo? Soy un científico.- Pero estás con ella.- No… no derroto monstruos de la forma convencional.- Admitió, apretando los labios. Solo de recordar la forma en la que había impedido que el cerbero acababa con ellos…- Ceto tampoco es una criatura convencional, tal vez sea justo lo que necesites. Sólo…- Apretó los labios, entrecerrando los ojos. Cuanto más miraba al agua, más veía a Calipso y podía distinguir sus facciones de la masa líquida que los envolvía.- Por favor, es mi amiga, protégela.Theren asintió. No podía negarle aquello a la nereida. Volvió la vista hacia Lyreth un instante.- ¿Algún consejo para enfrentarse a Ceto?- Preguntó, volviendo a mirar hacia Calipso. Pero la Nereida se había ido, desvanecida entre la marea, convertida en espuma de mar.Theren inspiró hondo, notando de golpe la presión de la columna de agua que había sobre él, como si recorriera todo su cuerpo con la respiración. Creyó que moriría aplastado, pero solo duró un segundo, aunque la sensación de nerviosismo siguiera en su interior, sin amenazar con irse.No solo iba a enfrentarse al primer monstruo marino nunca creado. Encima tenía que impedir que Lyreth muriera.***Theren no dejaba de mirar alrededor. Cada sombra, cada criatura, le fascinaba y aterraba al mismo tiempo. Quería ser él, el científico, el joven que analizaba cada criatura al detalle, que tomaba notas. Ni siquiera se había planteado la posibilidad de tomar notas bajo el agua, pero no podía. No podía porque tenía que vigilar a Lyreth, y era ella siempre la que le vigilaba a él. Era cierto que era muy impulsiva, y claro que comprendía a Calipso, pero no podía evitar sentir miedo.Si todo dependía de él, acabaría mal. Lo veía venir.- Theren, te quedas atrás.- Perdona por sentir la resistencia del agua en mi cuerpo.- Se quejó él. Era cierto, ni siquiera se movía con la misma fluidez. No podían enfrentarse a un monstruo de las profundidades así. No en su terreno. Necesitaba un plan, y, aunque su cabeza trabajase tan rápido que pensó que se bloquearía, no se le ocurría nada.Y seguía sin saber dónde estaba.- Podemos mirar algún hechizo para hacernos más veloces, si quieres. Aunque si no estuvieras tan concentrado en el mundo submarino tal avanzarías más rápido.Theren puso los ojos en blanco, corriendo a su lado todo lo rápido que el agua le permitía.- Creo que no has mirado bien alrededor, Lyreth.- Anunció. Ella se giró, dispuesta a replicarle que llevaba todo el rato mirando, pero algo en la mirada del joven le hizo callar.- No hay vida submarina. Estamos solos.El silencio le hizo pensar en lo que decía Theren. Abrumada, descubrió que era verdad, que estaban solos en las profundidades. Theren no necesitaba saber los motivos de aquella ausencia de vida marina. Ni un solo pez, ni el más mínimo crustáceo. Era evidente que se aproximaba, y tenía miedo.Antes de que entendiera por qué, estaba empujando a Lyreth fuera de la trayectoria de la criatura. Pudo ver sus zarpas a pocos milímetros de su cara, sin llegar a tocarle, y su corazón se desbocó en su pecho. No podía ser, no tan pronto, no tenía ni idea de qué hacer y estaban en un páramo en mitad del mar.- Intentaré entretenerlo.- Dijo Lyreth, alzando su espada. Se movía con mucha más ligereza de la que se esperaba Theren para estar bajo el mar, pero no tenía tiempo para ponerse a pensar en ello. Solo podía ver lo cerca que estaba de morir si de verdad pensaba que con una espada lograría acabar con el monstruo, que les superaba en tamaño al menos tres veces.- Tiene cuatro garras, Lyreth, con esa espada no vas a hacerle nada.- ¿Se te ocurre algo mejor?No dijo nada. En primer lugar, porque era cierto, no tenía ni idea de cómo enfrentarse al monstruo. En segundo lugar, porque la criatura se deslizaba por el agua de vuelta hacia ellos. Volvió a empujar a Lyreth, evitando que una zarpa desgarrase su cuerpo con la misma facilidad con la que atravesaba el agua, y se agachó a tiempo para esquivar un segundo ataque. La única ventaja que tenían era que la criatura era tan inmensa que necesitaba mucho espacio para virar y volver a enfrentarse a ellos, con lo que podían pensar.- No podemos enfrentarnos a él en campo abierto. Busquemos una zona con montes, o algo.- Acabó diciendo. No era lo ideal, pero lo ideal era estar en tierra firme, analizando sus muestras.Lyreth asintió, y a base de esquivar al monstruo cuando se aproximaba, lograron alcanzar una zona de pequeños montículos humeantes.- Chimeneas volcánicas.- Susurró Theren.- ¿Qué?- También se conocen como fumarolas. Contactan con el magma volcánico del interior de la tierra y crean una especie de humo ardiente. Es agua a una elevada temperatura, mucho más que el agua hirviendo, pero por la presión, no hierve.- Estás tramando algo.- Sonrió Lyreth, casi traviesa. Él asintió, corriendo con ella de la mano hacia uno de los montículos. Se notaba el calor a su alrededor, era casi sofocante, e inconcebible para aquellas profundidades submarinas. Theren volvió a mirarla, todavía maquinando. Cuando se quiso dar cuenta, vio que sus labios se movían, que estaba recitando un hechizo. De golpe, el humo se detuvo y la corriente cálida que los envolvía desapareció. Lyreth frunció el ceño.- No sabía que supieras hechizos.- Leo más de lo que parece.- Se le notaba concentrado, haciendo fuerza para que la chimenea estuviera atascada. Lyreth creyó comprender, buscando a su alrededor al monstruo. Ceto les había dejado mucho tiempo a solas, o eso parecía.Lo que no había pensado fuera que la trampa les atrapara a ellos también. La zarpa apareció ante sus ojos sin tiempo a reaccionar, y Lyreth empujó a Theren para que no le alcanzara. Se vio golpeada a tanta velocidad que parecía imposible por el agua, sintiendo que todo el cuerpo oponía resistencia al movimiento. Vio las zarpas a punto de cerrarse sobre su cuerpo e intentó nadar fuera de su alcance, pero entonces se retrayeron. Y supo por qué.Theren, a su lado en el agua, había deshecho el hechizo. La presión fue tal que una nube negra se había alzado sobre la criatura, haciendo que soltara un rugido de sus labios y retrocediera para esquivar el chorro ardiente que atacaba su cuerpo. A pesar de la distancia, se veía la circunferencia negra del lugar donde le había alcanzado el golpe. El monstruo corrió a esconderse de nuevo entre la niebla de ceniza, y el científico corrió hacia ella.- Dioses, estás sangrando.- Murmuró, pálido, cuando llegó a su lado. Lyreth intentó desmentirlo, pero notó el escozor en su costado y vio que tenía una herida abierta de tamaño considerable, aunque no muy profunda. Se incorporó, impidiendo así que el joven se preocupara en exceso.- No pasa nada, es mejor acabar con el monstruo, ya luego nos podremos centrar en esto.- ¡Lyreth, por los Dioses! ¿Quieres curártelo? Yo me encargo del monstruo.Vio que se volvía a concentrar. Muy fuerte. La energía a su alrededor fluía muy rápido hacia él. Y de golpe, todas las columnas de ceniza se detuvieron, el agua dejó de fluir con fuerza. Todo se detuvo.Entre la ceniza, poco a poco apareció la imagen de Ceto, nadando a gran velocidad hacia ellos. Lyreth tragó saliva y Theren la miró. Estaba agotado, era demasiada magia para él solo, y tal vez no lo contase. Pero al menos cumpliría su promesa, no pensaba dejar a Lyreth morir.Ella movió una mano, creando una espiral en el agua a unos diez metros frente a ellos. Primero era un torbellino pequeño, pero pronto se convirtió en un remolino de gran tamaño, que atrapó a Ceto sin el menor problema, aunque ellos se mantuvieran firmes en el sitio. Sin siquiera pensarlo, Theren liberó las chimeneas, y todas las columnas de agua caliente se dirigieron al torbellino a gran velocidad y presión. El monstruo volvió a gritar, se revolvió y trató de escapar, pero cuando logró romper el torbellino de agua y ceniza negra, la inercia lo impulsó directo al interior de una fosa submarina, donde su rugido se perdió en las profundidades oceánicas.Ambos jóvenes se aproximaron, Theren sosteniendo a Lyreth por miedo a que cayera.- ¿Crees que saldrá?- Preguntó el científico.- No creo que tenga fuerza para hacerlo.- Respondió ella, sacudiendo la cabeza. Su cabello rubio fluía a su alrededor, mecido por el agua y dando cierto toque místico a su cuerpo, como si fuera etérea, irreal.- Y, aunque las tuviera, las criaturas de ahí abajo no le permitirán salir… Ahora sácame de aquí. La herida escuece.Theren no pudo evitar reír al escucharla, aunque se la cargó a los hombros y nadó hacia la superficie. A pesar de tener a la joven a su espalda, como un peso muerto, nadar no fue difícil, y alcanzaron una playa desolada en un santiamén. Lyreth perdió todas sus fuerzas en el ascenso, y cuando sus pies se apartaron del agua notó su peso inerte con fuerza en su espalda. La tendió sobre la playa y, revisando su botiquín (sorprendentemente seco) trató y suturó la herida con eficacia. Se tendió a su lado hasta que despertó, cuando el sol se ponía sobre el mar y el frío comenzaba a achacarles.- Buenos días, princesa- Sonrió. Ella se sonrojó, incorporándose con cuidado.- ¿Cómo va la herida?- Me tira al moverme, pero está cerrada… Gracias.- De nada, aunque para la próxima tener un plan de ataque estaría bien.- Oye, sé que soy impulsiva, y puede que no tuviera muchas ideas sobre cómo acabar con él… pero estaba preparada- Theren arqueó una ceja, no muy convencido de sus palabras, y ella volvió a mirarse la herida.- Más o menos.Se quedaron en silencio, observando el sol descender sobre la fina línea del mar. Lyreth bostezó y apoyó la cabeza en el hombro del moreno.- ¿Crees que conseguiremos la recompensa sin pruebas de que Ceto haya muerto?- Preguntó Theren, su voz era casi un susurro a su lado.- No creo.- Suspiró ella.- Lo siento. Sé que querías tener renombre, coronarte como heroína.Lyreth sonrió, irguiéndose para mirarle a los ojos. La claridad de la mirada del chico demostraba que estaba en lo cierto, se sentía culpable por no haber conseguido una muestra de la criatura para así obtener su recompensa. Sonrió.- Da igual, el renombre no lo es todo… Te tengo a ti, ¿verdad?

Sin duda es un gran relato. A mi particularmente me encanto. No solo por la manera en la que lo escribe, si no por la historia, que me ha parecido muy interesante, original y con algunos puntos de humor intercalados que le daban mucho dinamismo.
El premio de Gema, a parte de una semana de publicidad gratuita en  el blog es: ¡Un lote de marcapaginas!
El premio del tercer premio es un lote de 3 marcapaginas, de temática a elegir por la ganadora. Se le enviaran por correo (se paciente gema) y tendrá que notificarme por correo la temática de los marcapaginas y su dirección postal para hacerle llegar los marcapaginas.
Bueno mi enhora buena a Gema, pasamos al siguiente ganador. En segundo lugar tenemos a:

2º- Attenya-"Mi amor muerto de verano"

 Esto no es una leyenda cualquiera. Podrían pensar muchos que es la típica historia que se cuenta alrededor de una hoguera una calurosa noche de verano. Pero no es así, es real. Yo lo viví. Lo revivo cada día. Nunca se marcha el recuerdo.

Era joven, pequeña, delicada, inocente. Una niña algo patosa, con dos pies izquierdos como decía mi padre. Pero a pesar de tropezar y morder el suelo una y otra vez, me gustaba correr. Sentir el viento, sentir que era ligera como un pájaro, sentir como si volara. Mi familia tenía una casa en el lago a la que íbamos todos los veranos a pasar las vacaciones. A mí me encantaba: el agua, el sol, los pájaros cantando, el olor a bosque. Y correr. Me sentía libre cuando lo hacía y allí no había límites que me hicieran frenar. Una de las veces, mis padres se encontraban ambos dentro de casa, preparando la cena, recogiendo las cosas, tendiendo las toallas mojadas, no lo sé. Solo sé que yo estaba fuera y que empecé a correr. Algo totalmente irresponsable por parte de mis padres, dejarme fuera sola, corriendo cual loca a las orillas del lago, dado que tan solo tenía siete años. Se suponía que no había límites que me impidiesen frenar, menos esta vez: sentado en la orilla, con los pies en el agua y la cabeza gacha, se encontraba un niño. Era mono. No guapo, sino mono. Un chico no puede ser guapo a los siete años, tan solo mono.Me acerqué caminando hasta él. Alzó la vista cuando estaba a tan solo dos pasos de él, sus ojos verdes me miraron, y desde ese momento, desde el instante en el que nuestros ojos entraron en contacto, desde ese momento comienza mi historia.El chico se llama Oliver, tenía ocho años, y tan solo estaba pasando el rato, estaba aburrido. Es tan sencillo como los niños conectan “¿Quieres ser mi amigo?” y tan simple como eso se traba una bonita amistad que puede durar años, días o hasta que tu madre te llame para merendar y te vayas del parque, y no lo vuelvas a ver nunca más.Esa tarde jugamos juntos. Escondite, pilla pilla, a las carreras, nadar… No me acuerdo. Solo recuerdo que Oliver parecía conocerme de toda la vida y yo a él. Recuerdo que casi lloré cuando mi madre me llamó para cenar y tuve que dejarle. Pero al día siguiente volvimos a vernos. Y al siguiente. Y al siguiente. Y así todo el verano. Y como esas vacaciones, sucedieron las demás.
Hubo una vez, el verano cuando tenía 14 años y él 15. Fue cuando el “¿Quieres ser mi amigo?” de niños, se convierte en algo más serio.-¿Quieres ir a nadar? – Preguntó Oliver, quien se había presentado en la puerta de mi casa del lago con el bañador puesto y una toalla al hombro.-¡Claro! – Cogí mi propia toalla. – Mamá, voy a nadar con Oliver, volveré para cenar. – Grité al interior de la casa. Como respuesta apenas se escuchó un “sí, sí”.A pesar de que mi casa quedaba a escasos metros de la orilla del lago, preferíamos caminar un poco e ir a una zona más oculta, tapada en parte por la maleza del bosque, de esa manera era más íntimo y tranquilo.-¿Qué tal el curso? – Me preguntó Oliver mientras se quitaba la camiseta.De niño era mono, con el pelo rizadito, los ojos brillantes y las mejillas sonrosadas. Pero ahora, que era un adolescente, podía decir que era guapo. Ahora tenía el pelo largo para un chico y ondulado. Obviamente seguía teniendo los ojos verdes, pero ahora eran más feroces, más astutos que los de un niño y ya no tenía las mejillas rojas, ahora poseía una sonrisa traviesa.Y tenía músculos. No podíamos olvidarnos de ese detalle.-Bien, como siempre. Aburrido, como siempre. – Contesté.Me quité el vestido, quedándome en bikini.-¿Y el tuyo? – Le pregunté de vuelta.
-Oh, ya sabes que doy clases en casa, y es aún más aburrido. – Sí que sabía que daba clases en casa, ya que su madre era profesora y su padre pedagogo.Empezamos a meternos en el agua lentamente: estaba helada.-¿Y tus amigos? – Preguntó mientras avanzaba un poco más en el agua hasta que le llegase a las rodillas. Yo me quedé hasta los tobillos.-Siguen siendo los mismos. –Respondí. – Bueno, menos uno de ellos, creo que te he hablado de él, Luke. – Asintió. – Bueno… él siempre ha sido uno de mis mejores amigos, pero este año, antes de acabar el curso… me pidió salir. Dijo que yo le gustaba.-¿Y qué le dijiste? ¿A ti te gusta?
-No lo sé. – Di un paso más. – Siempre ha sido mi amigo. Le conozco bien y él a mí, me divierto con él y está ahí cuando le necesito, pero ¿novios? No lo sé. No lo veo.
-Si dudas es que no te gusta de verdad. – Sugirió él.-Supongo que tienes razón. – Di otro paso, ya me llegaba por las rodillas.-¿Y no te gusta nadie? – Hablaba bajito, casi como si no quisiese que le escuchase.-Puede que sí que me guste alguien. – Había escrito el nombre de ese chico mil veces en mis libros de texto, había ansiado volver a verle cada minuto del curso.Ambos dimos un paso más, el agua llegándonos a la cintura.-Rose. – Me llamó en un susurro.-¿Qué pasa?
-Me gustas.Giré la cara para mirarle y él giró la suya. Tomó una mano con la suya, y yo tomé la otra con la mía. Acercó su rostro al mío. Y yo el mío al suyo. Me besó. Nos se paramos, nos miramos. Y luego le besé yo a él. Y entonces me di cuenta de que estaba besando al chico cuyo nombre se repetía miles de veces en mis libros de texto y al que había echado tanto de menos durante el curso escolar, ansiando que llegase el verano para poder estar con él.Oliver me dio mi primer beso. Se convirtió en mi primer novio. En mi primer amor. Y en mi mayor dolor.El verano de los 15 nos lo pasamos entre escapadas románticas, juegos tontos, muchas nubes alrededor del fuego...Las vacaciones de los 16 hubo más primeras veces: mi primer coche, nuestra primera cita fuera del lago, nuestra primera vez… En realidad todo era perfecto, puede que tan solo nos viésemos en verano, pero esos tres meses de verano que pasábamos juntos era el mejor tiempo del mundo.Pero todo comenzó a torcerse el verano de los 17.
Una noche hicimos un picnic nocturno a orillas del lago, en el mismo lugar escondido donde nos habíamos dado nuestro primer beso, un lugar que se había convertido en nuestro rincón privado.-Rose. – Me llamó Oliver.Estábamos acostados mirando las estrellas, mi cabeza descansaba en su pecho y sus brazos me abrazaban. Estábamos en completo silencio, ni si quiera escuchaba el compás de su corazón.-Dime.
-Te quiero. – Dijo. - ¿Tú me quieres?-Muchísimo. – Contesté inmediatamente.-¿A pesar de cualquier cosa?-Por supuesto.-Pero si te dijera algo completamente… chocante. ¿Me seguirías amando?Me senté para poder mirarle a la cara. Parecía asustado.-Oliver, te quiero, a pesar de todo. ¿Por qué te pones así?-Porque mañana cumplo dieciocho.  – respondió inquieto.-¿Y qué pasa? Porque cumplas dieciocho y te hagas mayor no significa que vayas a cambiar.-Tengo que enseñarte una cosa. – Dijo incorporándose.Me tendió una mano.Me condujo al interior del bosque. Cualquiera tendría miedo de adentrarse en la oscuridad del bosque, pero era algo que habíamos hecho mil veces antes, además, estaba con él, y sabía que nada me pasaría.-Sabes que tengo miedo a adentrarme demasiado en el agua, por miedo a ahogarme. – Lo estaba afirmando, no preguntando. Claro que lo sabía. Lo sabía todo sobre él.Bueno, por aquel entonces creía saberlo todo.-Y no has escuchado mi corazón latir. – Siguió diciendo.
Sí que me había parecido raro no escuchar el latido de su corazón contra su pecho en el silencio del bosque, pero tampoco era alarmante, sin embargo, su voz sonaba asustada.No dijo nada más el resto del camino. Seguimos caminando hasta un parte del bosque en la que nunca había estado. En el centro de un pequeño claro iluminado por la luna, se levantaba una roca, una lápida. A medida que nos acercábamos el nombre escrito en ella era más legible, y no quería que fuese verdad los que mis ojos leían.-Esto es una broma de muy mal gusto. – Dije, casi gritando, sacudiendo la cabeza, sin creer lo que veía.-Rose, te quiero. – Seguí negando la cabeza. – Pero estoy muerto.En la lápida ponía su nombre “Oliver Jackson, fallecido en 1996” El mismo año en el que nació.
-Es mentira. No estás muerto. – Ahora si estaba gritando. – Te estoy tocando, a los fantasmas no se les puede tocar.-Rose, puedo explicarte todo esto, te quiero, tranquilízate.De repente, a la luz de la luna llena, por un momento, su tez se volvió increíblemente pálida, sus ojos oscuros y sin vida y podía contarle cada hueso del  cuerpo de lo demacrado que estaba.
Fue una visión fugaz, pero la vi. Y me asusté. Y eché a correr. ¿Recordáis que me gustaba correr? Desde ese momento comencé a odiarlo. Porque ya no me sentía libre, sino atrapada por el miedo. En realidad no estaba corriendo, estaba huyendo.Llegué a nuestro rincón privado y puede que una parte de mí, de verdad quisiese saberlo, porque me derrumbé a llorar sobre la arena, sin importarme que Oliver me alcanzase. De hecho, cuando este llegó y se sentó al lado mío y comenzó a hablar, no me importó. Seguí llorando, pero no huí.-Mi madre era profesora, pero de repente perdió la cabeza cuando se divorció de mi padre, yo tan solo era un bebé. Ella me ahogó en el lago. Me dejó caer en el agua siendo un niño de meses y me dejó morir. – dijo de  repente. – Mi padre era pedagogo, no te mentí en eso. Volvió a la casa del lago porque le tocaba el fin de semana conmigo y descubrió lo que mi madre había hecho. Él también se volvió loco, montó en cólera y la mató, la mató con sus propias manos. ¿Alguna vez has oído hablar del pacto con el diablo? Mi padre ofreció su vida a Lucifer a cambio de que me dejaran vivir la vida que me correspondía, pero tan solo me tocaba vivir hasta los dieciocho. Por eso mañana, estaré muerto del todo. –Sollocé más fuerte. – Pero Rose, yo pensé que mi pobre vida sería una agonía, que viviría con miedo a que llegase mi momento. Hasta que te conocí, tú me amaste y dejaste que te amase, me diste la mejor vida que podría haber logrado de no haber muerto de niño. Te lo debo todo, te quiero y te querré toda mi eternidad.Esa noche desapareció delante de mis ojos. Se convirtió en una luz y se esfumó. Esa noche tuve pesadillas. Esa fue la primera noche de pesadillas que sería la raíz de otras muchas. Esa noche mi vida cambió por completo.Mi primer amor, mi primer beso, mi primer novio, mi primera vez… mi primer fantasma.¿Crees que es dura la friendzone? ¿Qué el chico que te gusta no te haga caso? Prueba a descubrir que tu verdadero amor está muerto.¿Os suena a historia de hoguera? ¿Qué no da miedo? La versión de mis padres es mejor: ellos cuenta la misma historia, pero le añaden el verdadero final. No un “nunca volví a amar a nadie en vida”. La historia real es “y se suicidó”. No me corté las venas o tomé pastillas. Cuando cumplí los dieciocho, volví a nuestro rincón secreto, y allí, morí. Me ahogué en lago. Igual que él.
¿Y ahora somos dos fantasmas amantes que vagan por el bosque? No. Somos dos amantes trágicos fantasmas que aprovechan su segunda vida para vivir todo lo que no pudieron en la primera.Un consejo por si te enamoras: ve tras él, a no ser que esté muerto.

A mi este relato me enamoro. No se que tienes Atten, pero me encanta tu forma de escribir. Y no se por que, algunas veces me parecía muy cómico, me ha encantado. La verdad es que es una historia curiosa. Sin duda te mereces ganar, pero como ya he dicho el listón esta muy alto y no podíais ganar todos.
El premio de Atten, a parte de una semana de publicidad en el blog, es el libro de memorias de Idhum, en formato pdf. Te llegara vía mail pronto, revisa tu bandeja de entrada.
Y bueno, el ganador oficial, el primer premio, el relato que sin duda me ha dejado sin palabras es:

1º-SunShine- " Las mentes más poderosas"

Las mentes más poderosas tienden a esconderse detrás de los rostros me nos probables.Mentes Poderosas, Alexandra Backer

En el siglo XVII, en la montaña más alta del reino de Torella, justo donde estaba el claro del monte de las voces cantantes, los árboles se alzaban tímidos alrededor del imponente castillo, arrodillándose ante su majestuosa presencia. Los animales salvajes no gozaban cruzar el linde del claro por miedo a la reina y su poder, y los campesinos, temerosos, temían mostrar su audiencia ante la fortaleza.La noche se estaba haciendo con el cielo, y la luna llena se levantaba por encima del castillo, convirtiéndolo en una aterradora gran sombra.
En el interior del castillo, el gran salón de palacio estaba iluminado por fogosas antorchas que cubrían cada pared. Y aun y el perenne calor del fuego, el frío infernal que emanaba la reina cubría cada habitación y cada estancia; como le gustaba a su majestad. La sala también estaba cubierta de famosas obras de arte rococó que impregnaban el palacio con sus bohemios colores ámbares y terrosos.
Pero el mueble que más llamaba la atención de los forasteros era el gran trono que yacía al fondo de la maciza sala, ocupado por una niña de diez años que empequeñecía en comparación con la poderosa silla.
La niña era de una fina tez achocolatada y unos espeluznantes ojos negros como pozos, ya que en ese momento no había blanco en ellos; como si en su interior solo residiera la maldad. Tenía largas ojeras debajo de esos hoyos pero aun así no perdía su belleza infantil; sus ojos, sus facciones, su cuerpo delicado; todo hacía que la niña pareciese un cuadro digno de admirar.
Portaba puesto un bello vestido victoriano de satén color crema con un apretado corsé de encaje encima, y una falda muy abultada que llevaba un miriñaque debajo. Su cabello, recogido delicadamente por encima de su cabeza, estaba detalladamente peinado, con adornos cayendo estratégicamente por los mechones sueltos que bordeaban sus mejillas.Era la viva imagen de la hermosura.Al ser tan grande el salón principal del castillo, la falta de muebles que llenaran el espacio vacío hacia que la habitación pareciera de un tamaño mucho más monstruoso del que era. La desprovisión de muebles se debía a la repulsión que la niña les tenía, ya que ésta pensaba que depender de un objeto material más de lo debido era un pecado capital.Había ciertas personas llenando el espacio muerto: mayordomos, doncellas, sirvientas y algunos despistados de la caballería, pero la más conocida estaba a su lado. Nina era su doncella más fiel, la que le había acompañado durante tres confusos años y en la que podía confiar ciegamente. La doncella aparentaba cincuenta años humanos, las arrugas que cubrían sus ojos y las esquinas de sus labios la delataban y su canoso pelo también; mas, en realidad, tenía más de doscientos años mágicos, todos en los cuales había estado sirviendo a anteriores reinas en una repetitiva sucesión que no terminaría hasta el día de su muerte.En la quietud y silencio del momento, las puertas se abrieron con estrépito llenando la sala de eco y dos soldados entraron arrastrando a una apestosa vagabunda descalza que gritaba, se removía y se agitaba para evitar que pudiesen seguir llevándola al castillo, aunque ya era demasiado tarde, y el estruendoso sonido que hicieron las puertas al cerrarse no hizo más que asegurar el pensamiento.Los guardias se acercaron unos pasos más hacia el trono llevando a la vagabunda consigo y al final, cuando estuvieron lo bastante cerca, tiraron, sin miramientos, a la vagabunda hacia delante para que pudiera encarar a la niña. La intrusa estaba vestida con sórdidos trapos sucios, tenía la piel repulsivamente manchada y cubierta de magulladuras y heridas a lo largo de los brazos y las piernas desnudas, y llevaba el pelo revuelto y mojado con aguas estancadas. Desde el suelo, aquella señora la miró —a ella, la reina—, aterrorizada.La niña se irguió con sigilo y miró a la vagabunda con asco y resentimiento.
—Madre. —Susurró, y supo que la otra la escuchó porqué soltó un quejoso gemido mientras se tapaba la cara con las manos. En cierto grado, detrás de toda su suciedad y deterioro, la vagabunda tenía facciones parecidas a las de la niña—. ¿Qué tal has estado?La vagabunda intentó retroceder pero los guardias volvieron a empujarla hacia delante como si fuera simple carroña.—¿Por qué intentas escapar de mí, madre? —Inquirió la niña ladeando la cabeza, mirándola intensamente—. ¿No estás contenta ahora que nos hemos reencontrado?Bajó lentamente las escaleras que la separaban del suelo para caminar directamente hacia ella.Y su madre comenzó a llorar.—Por favor... por favor —suplicaba entre sollozo y sollozo, y sus palabras difícilmente se entendían porque miraba el suelo, ocultando la cara, haciendo que su voz sonara nula.—¿Por favor qué, madre? —Quiso saber la niña, agachándose con cuidado a su lado y apartando los largos y pomposos pliegues de su vestido—. Madre... madre... ¡Madre, mírame cuando te hablo!
La orden que le gritó quedó flotando en el sosegado salón, y, vacilantemente, la mujer alzó la mirada para observar a su hija con temor.—Svetlana...—¿Cómo osas pronunciar mi nombre? —Preguntó la niña fríamente, fuego furioso y caliente ardiendo en sus ojos—. Para ti soy la reina.La vagabunda comenzó a llorar nuevamente y bajó la mirada.—Mírate ahora, madre —siseó Svetlana sin piedad, mirándola con desprecio—. No eres más que una sucia vagabunda comiendo de la basura tal como un perro. ¿Esto es lo que prefieres?: ¿la miseria? Podrías haberlo tenido todo —le recordó entre dientes—. Riqueza, gloria, deidad. A mí, incluso. Pero tiraste tu vida al viento como si fuera polvo.—Yo... yo no quería —sollozó—. Perdóname, yo no quería...—¿Qué tú no querías qué, madre? —Exclamó enfurecida—. ¿Tú no quisiste matarme?, ¿no quisiste hacerte con todo lo que por derecho me pertenece?, ¿no anhelaste, aunque fuera por unos segundos delirantes, la posibilidad de que todo cuanto es mío, fuera tuyo? —La miró con dolor—. No te creo.Se levantó y volvió a su trono de nuevo, arrastrando su vestido por el pulido suelo de linóleo.—¡El poder me cegó! No era yo misma. Sabes que yo nunca te haría daño. Te quiero.—El problema es que yo ya no —indicó la muchacha, acomodándose de nuevo en su trono—. No puedo confiar en ti ahora. —La miró con pesar, lamentando la pérdida que supondría. Qué desperdicio, pensó—. Adiós, madre.Su madre la miró con los ojos muy abiertos y su respiración se volvió errática.
—No, no. No puedes hacerlo. Vety, tú no puedes. Meneó la cabeza mientras reculaba, arrastrándose. Los guardias la cogieron y la volvieron a poner enfrente de Svetlana, pero esta vez no la soltaron y se mantuvieron agarrándola de cada brazo mientras ésta se retorcía llorando y rogando.—¡NO, POR FAVOR!La niña ni se inmutó ante la desesperación de su madre, y Nina, a su lado, miró a la mujer con angustia.—Agarraré tu corazón y lo estrujaré hasta que no que de un solo resto putrefacto, madre —le dijo, impávida—. Morirás en mis manos. Porque tu corazón me pertenece.La madre dejó la idea de razonar para ofrecer sus mejores empujones y golpes, pero nada podía contra el férreo agarre en el que los guardias la tenían enjaulada.La niña alzó la mano y la mujer notó como su corazón, literalmente, se paraba. Sintió como el más agudo y punzante de los miedos se instalaba en ella, oprimiéndole el pecho como nada más, advirtiéndole del fin, ya inminente.Svetlana simuló apretar con mucha fuerza algo invisible en su mano, y la intrusa empezó a gritar agonizante. La niña miró indiferencia el dolor de la mujer que le dio la vida y siguió ejerciendo presión hasta que de su mano comenzó a manar una sangre que no era suya, deslizándose cálidamente por su palma; tanto apretaba, que incluso temblaba.
Unos segundos después, los guardias soltaron a la moribunda, que se agarraba el pecho con la mano mientras sufría violentas convulsiones.
Pero hubo un momento en el que dejó de hacer cualquier cosa, para quedarse completamente quieta y con la mirada perdida. Y después dejó de respirar, y la niña sintió que su mano agarraba un corazón muerto.La reina abrió los ojos de repente, abrumada por la intensidad de la pesadilla. Intentó orientarse en la sala, pero le costó bastante hasta que vio a Nina a su lado, mirando con alarma al hombre que estaba postrado ante ella.Se volvió hacia el hombre como si se acabase de dar cuenta de que estaba allí, y en una pequeña parte de ella nació la curiosidad, pero en la otra simplemente nació el enfado, como de costumbre. Pinew (un muy cansino señor), en una esquina, estaba dictando los crímenes cometidos por ese hombre mientras éste miraba el suelo como si de esa manera pudiera obtener los secretos de la inmortalidad.Entonces, Svetlana, con quince años ya, suspiró y miró con aburrimiento la escena.—¡Me he dormido! —Confesó demencialmente, haciendo que todos los presentes se sobresaltaran y se giraran hacia ella, alertados—. Y he tenido un mal sueño. Un mal sueño que podría haberme ahorrado si no fuera porque vosotros, panda de ineptos, me estuvierais aburriendo con vuestras estúpidas leyes.Los guardias que asediaban las puertas del castillo se estremecieron.Ella se levantó de su trono y se agarró el pliegue final del vestido que llevaba para no tropezarse mientras bajaba las escaleras pausadamente. Llegó junto al hombre, se agachó a su lado y le alzó el mentón con un dedo. Era un hijo del lago de edad media, fingía ser normal y tenía dos hijos y una mujer.
—Préstame tus escusas —le pidió. Él tembló y no dijo nada. La reina suspiró, calmada—. ¿Quiere decir eso qué no tienes escusas, qué te declaras culpable de todos los actos de los que se te culpan?
El hombre bajó la mirada hacia el suelo de nuevo, y Svetlana soltó su mentón para pegarle una fría bofetada que hizo que el humilde hombre perdiera el equilibrio y cayera al suelo. Se alzó del suelo y lo miró impertérrita, con los ojos brillando, aunque éstos ya no fueran tan negros.—Tu silencio me empieza a cansar, hijo del lago. ¿Quién prefieres que te haga hablar, yo o mis guardias?El hombre miró a los guardias: grandes, fibrosos y robustos, y luego miró a la reina: esbelta y delicada. No parecía temerles a los guardias tanto como a la reina, y por esa razón negó con la cabeza.—¿Hablarás entonces?—Sí, mi reina.—Bien.
Svetlana se volvió para ir hacia Pinew, el predicador. Posó una mano sobre su hombro.Dame el rollo, viejo.El predicador se estremeció ante la intrusión de la reina en su mente, y también ante la proximidad que estaba compartiendo con tan peligroso ser.
Le entregó sumisamente el pergamino que había esta do sosteniendo y ella sonrió satisfecha. Con el papel en manos caminó por la estancia, con el vestido vertiéndose como agua sobre el limpio e inmaculado suelo. Leyendo, dijo:—Se te acusa de blasfemar a tu reina y de resistirte a las autoridades. ¿Es eso cierto?El hombre asintió y Svetlana lo miró con resignación.
—Nina —llamó a su doncella, y ella se acercó rápida mente para coger el rollo de pergamino, anticipándose a la orden—. Gracias. —Se acercó al hombre, y lo miró un largo rato antes de volverse a agachar para quedar a su altura.Con cuidado puso una mano en su mejilla y estableció contacto visual—. ¿Por qué? ¿Por qué juzgas mis decisiones?, ¿por qué las desprecias? ¿Es que no crees que esté haciendo todo lo que hago por mi reino?, ¿por mi pueblo?, ¿por todos nosotros? Sólo busco lo mejor para mi gente: un futuro prospero, árboles que den frutos. Se supone que debo guiar este reino y no sabes cuán difícil es ese trabajo para mí si tengo a gente hablando mal de mi manera de dirigir este gobierno; hablando mal de mí, su reina. Así que discúlpate y te perdonaré la vida, para que tus hijos puedan disfrutar de su padre como es debido y éste les enseñe a respetar a las personas. Discúlpate.El hombre la miró con asombro, y asintió.—Lo... lo siento, mi reina.Svetlana lo soltó con lentitud.—Puedes marcharte.El hombre tardó en reincorporarse por la sorpresa. Los guardias le siguieron hasta la puerta. Cuando la chica escuchó el sonido de las puertas cerrándose, respiró profundamente y volvió a su sillón.Después de unos minutos de silencio y reflexión y a continuación de que Nina le preguntara por su apetito y ella respondiera con negativamente, la reina pensó en lo sucedido y se arrepintió.—He sido demasiado blanda —dijo casi para sí misma—. No debí haberle perdonado la vida.Nina la miró con una pequeña sonrisa y, procurando ser respetuosa, opinó:—Yo no creo que haya sido blanda, mi señora, más bien compasiva, y eso es bueno en una reina.Svetlana negó con la cabeza.—No, él ha visto demasiado de mí. He tenido un momento de recaída y él ha sido testigo —declaró—. Tengo que mostrarme fuerte porque si no ellos tratarán de hacer me caer y hacerse con mi trono; debo ser peligrosa, debo hacer que ellos me teman.Nina la miró sin decir nada, ya que, ya nada podía hacer.—¡Guardias!, vayan y denle su merecido a aquel hombre. Que se dé cuenta del mal acto que ha cometido.Y los guardias salieron en fila y ordenadamente para rodear al hombre y hacerle cosas para las que no necesita rían más rectitud. Y como la reina los conocía tan bien, sabía que ellos desahogarían sus problemas personales con el hombre, sabía que lo disfrutarían. A ellos les encantaba pegar palizas, soltarse el pelo y mostrarse bárbaros. Y eso es lo que necesitaba ella ahora, que a partir de ese hombre todos los del pueblo —humanos o no humanos— supieran que ella tenía el poder, el trono, y que ella era bárbara.Aunque no podía hacerlo bien si ese tipo de pesadillas se interponía en sus objetivos. Sueños así le hacían tener cambios de humor, recuerdos ingratos. Se aseguraría de no volver a tener sueños así.

Sin duda, este relato me quito el hipo. No esperaba algo tan bien escrito, ni con una historia tan original. Sin duda me gusto, y me encantaría leer mas si la autora tiene continuación. Porque, enserio, me ha encantado. Es simplemente perfecto y creo que se merece ganar.
El premio para ella es una semana de publicidad en el blog, un lote de marcapaginas de temática a elegir (lo mismo, mándame un correo con tu dirección postal y como quieres los marcapaginas y yo te los mandare) y por ultimo 3 libros en formato pdf que te mandare vía mail.
Para los demás, muchas gracias por participar, he disfrutado mucho leyendo vuestros relatos, pero creo que estos tres son los mas sobresalientes. Espero que halláis disfrutado leyéndolos, y que os animéis a conocer a estos blogs tan geniales.
No hay nada mas que decir, a los ganadores, enhorabuena y disfrutar del premio. Y a los lectores os pregunto... ¿También os han encantado los relatos?