Gandhi se equivocaba.

Publicado el 26 junio 2013 por Alejandro Millán Zamora @AlejandroMilln2
   SIETE PSICÓPATAS
                      
Ay, influencias... bendito atributo, bendita maldición, muchas son las discusiones que se han producido debido a las influencias, en lo referente al sector público estas se han demonizado, se las han tachado de escudo y de recurso fácil al que se amarran aquellos autores que no han sabido encontrar una voz propia de la que hacer uso a la hora de transmitir todo aquello que se les antojase traspasar a sus desencantados seguidores y transformarlo en algo trascendente que suponga un sello, o al menos una marca, con la que pudiesen identificarlo póstumamente mediante su legado artístico... para aquellos a los que ya no les queda fe en la posibilidad de palpar algo puramente ORIGINAL en esta industria, Martin McDonagh nos acaba de regalar una palmadita de apoyo con la que revitalizar nuestra insaciable sed de novedad... parece Tarantino ¿eh? pero no, no es Tarantino.

  


"La historia solo puede terminar fatal"... como ya dije en su momento acerca del "Django Desencadenado" (palabras mayores) de Quentin, yo todavía conservo esperanza en los cineastas, aquellos que reniegan de cobrar su cheque por adaptar una historia tras otra, dotando quizá (que no les robo mérito alguno) de su particular estilo a dichas adaptaciones, pero sin poder abandonar la sensación de que, ese hombre, no está dejando su corazón en el papel más allá de las ideas escritas por otras neuras que no sean las suyas propias, y si bien esto requiere de oficio y maña, nunca será lo mismo que aquel que logra centrar una historia, sea cual sea, situarla sobre un paraje ya carente de inocencia por su número empleado y casi como por arte de magia, crear algo SUYO, suyo únicamente, catalogado como suyo, para siempre, y lo más importante, que eso que sea suyo posea ante todo un nivel de calidad indiscutible con el que garantizar que aparte de capacidad de sorpresa reside en él también capacidad para la sorpresa constante, en el primer visionado, en el segundo, en el tercero, y así sucesivamente.


  


Y eso es lo que es "Siete psicópatas": un sorpresón, un caramelo envenenado al que es imposible no rendirse, McDonagh, se perfila poco a poco como un maestro de múltiples facetas de las que alardea en cada escena a modo de juego entrecruzado de un género a otro, pasamos del humor negro (aquel que ya vimos en "Escondidos en Brujas"), en este caso también, bestial y alucinado, a una melancolía dolorosa y terrible, que no cabría esperar de ninguna manera en un proyecto así. El muy pillo logra que CONECTEMOS (y el tamaño en que lo he escrito no es un fallo en el teclado no, es que es un suceso casi inaudito a día de hoy) con sus personajes, y lo que es mejor aún, que conectemos con personajes que pasan de lo estrambótico a lo psicopático en cuestión de segundos, ¿el truco? buscar su humanidad, así de simple, no solo verás en ella a una pandilla de inadaptados cometiendo locuras, verás los rasgos de locura que alguna vez que otra habrás podido reconocer en cualquier colega o amigo cercano, porque ¿que es nuestra sociedad si no un enorme escondite de psicópatas? McDonagh lo sabía, y nosotros, pero como a Gandhi, nadie ha tenido las pelotas de salir y decírselo.


  


Hay por otro lado muchísima autoconsciencia, y esta vale tanto para sumar puntos como para restárselos al resultado, Martin McDonagh se las sabe de independiente (y cruzemos los dedos porque siga así) y emprende aquí una pequeña cruzada personal contra los clichés más chirriantes de Hollywood en cuanto a guiones y guionistas se refiere, jugando a caer por su propia cuenta y riesgo en varios de ellos, el más destacado: la casi inexistente presencia relevante de personajes femeninos en el relato, sumado (o restando tal vez) esto al inconfundible sabor de pequeñas extracciones estilísticas de terceros (en especial Tarantino) y algún que otro pequeño (diminuto) bajón de ritmo, la película no alcanza la perfección ni el estatus de obra maestra que muy probablemente mereciese, por todo lo que esta representa con fallos o sin ellos.


  


Un reparto en estado de gracia (y esto lo digo muy en serio, ya estoy harto de escucharlo cada dos por tres) donde absolutamente TODOS se salen de lo plausible al tiempo que nos enseñan buena cuenta de lo bien que se lo han pasado rodándola, Sam Rockwell, indiscutible dueño, amo y señor de la función a cargo de uno de los chalados más deslenguados, hiperactivos y geniales que yo haya visto nunca en el cine, Colin Farrell, especialmente inspirado en los primeros tercios de la película, Christopher Walken, severa y mortalmente divertido y Woody Harrelson dándoles la réplica como un villano digno del puñetero Oscar, sin más calificativos.

    

"Te dije que la historia terminaría a mi manera"... solo nos queda dedicarle una ovación enorme a McDonagh por su integridad y por demostrar, con un montaje transgresor que intercala lo principal con episodios escalofriantes y aparentemente secundarios, que otras formas en este arte SI son posibles, sacando perlas de la mina más antigua del valle, los hay capaces y los hay que se rinden, a nosotros nos toca la mejor parte, encantado de disfrutar mientras dure, sean estos psicópatas o sean otros, siempre quedará hueco en mi memoria para el lugar perfecto donde celebrar, el perfecto tiroteo final.

NOTA: 8/10