Activista americano por los derechos de los animales, fundador e imagen de ADAPTT (Animals deserve absolute protection today and tomorrow) Gary Yourofsky, promotor del veganismo, luchador pro derechos de los animales, es el tipo de personaje que vende. Nacido en el año setenta en el seno de una familia judía, cuenta ya con sus cuarenta tacos el colega, pero también con todo un curriculum de fiero activismo, plasmado en su obra viral, una conferencia que da en Georgia Tech en verano del 2010.Titulado en español como: “El mejor discurso que jamás escucharás” (“Watch a life changing speech” o “Why Vegan? Amazing speech”) es retrato de un hippie montañero de camping defiende los derechos de los animales a través de argumentos propagandísticos y manipuladores y de una audiencia universitaria. En el discurso se mencionan cosas como los efectos cancerígenos de la carne, la leche, se esgrimen argumentos pseudocientíficos para justificar la naturalidad del veganismo, además de la proyección de videos que obviamente apelan al shock generalizado con imágenes de maltrato animal en granjas, etc. Como si el título no fuera suficientemente pretencioso. Entre otras cosas, Gary Yourofsky ha sido criticado por utilizar términos como “Holocausto animal” o “Campos de concentración” refiriéndose a granjas y mataderos, además de haber sido encarcelado, detenido y de habérsele prohibido la entrada a el Reino Unido y Canadá. ¿Por dónde empezar sabiendo que la perspectiva de tan pintoresco personaje es solo la punta del iceberg de toda una comunidad pro animalista, antiespecismo que se contradice y se autocondena dando este tipo de imagen?
Gary Yourofsky, en su opera prima mediatica en la Georgia Tech en 2010
Lejos de desacreditar la filosofía vegana y como aférrima defensora de los derechos de los animales, el veganismo y vegetarianismo, me veo precisamente en la situación de denunciar este extremismo que resulta contraproducente como propaganda para nuestros hermanos, los animalitos: ¿Cómo dar crédito a una persona que apela a la empatía humana hacia los animales, pero que sostiene que una violación es lo que se merece todo hombre y mujer por llevar pieles o productos animales? Éste no es su argumento más sólido, desde luego.
El bueno de Gary en sus inicios
Mr. Yourofsky representa un claro ejemplo de típico vegano, defensor de los animales, activista, incondicional de la liberación animal, que presume de haber sido 13 veces detenido y encarcelado en Canadá en una prisión de máxima seguridad en 1999 durante 77 días, que le sirvieron, según él, para reforzar su empatía y compresión hacia los animales. Desde luego, porque la que es hacia las personas, esa no. Defensor de la violencia, Gary nos sorprende con turbiedades en sus declaraciones, que no se sabe hasta qué punto pueden ser fruto de la traición del fuera de contexto, como el dar “apoyo incondicional” a la muerte de unos investigadores en ganado, o perlitas como “la única manera efectiva de destruir el especismo sería forzar a cada ser humano descuidado a vivir la vida de una vaca en una granja o de un mono de laboratorio(…) Toda mujer embutida en pieles debería sufrir una violación tan fatal que la marque para siempre. Mientras, cada hombre con pieles debería sufrir una violación anal tan horrible que le destripe”. Bueno, tan violenta situación explica en realidad que haya sido tachado de terrorista internacional en el Reino Unido y en Canadá.
Con ese pollo tan favorecedor, quien iba a llamarle terrorista internacional
Como a toda figura mediática con la que se identifica a un colectivo, se tiende a juzgar a toda la comunidad vegana por la imagen que proyecta Gary, cuando casi nunca es así. Las generalizaciones suelen ser odiosas, pero la tendencia reactiva a esta iniciativa tan extrema suele ser un rechazo, que tiene quizá, desde mi punto de vista, el mismo origen que la obsesión malsana del el señor Yourofsky. Nos encontramos en el contexto de la sociedad americana, una país a la cabeza del planeta tierra, una potencia mediática y económica; la tercera nación más poblada del mundo, un país en el que un tercio de la población adulta es obesa y el otro tercio tiene sobrepeso; líder en innovación médica, pero que se resiste a la sanidad universal, multicultural y diversa, pero con una polarización clasista con un factor cultural importantísimo. Una nación que vende armas en los supermercados y que vive el su sueño americano. Y ante estos contrastes, reflejo de un país extremo, individualista y egoísta, surgen reacciones igual de extremas, como ha pasado siempre en la historia.
Algunos de los vergonzosos anuncios de PETA, difusores de ignorancia y chantaje, entre posters ochenteros, cartelajos de instituto y propaganda eclesiástica, deberían estar prohibidos en los países con un nivel de desarrollo medio
Me guardo la opinión, porque se puede hacer una disertación de si se trata de estupidez congénita con ansias de manipulación del que se le ocurrió la feliz idea de concebirlos o de un broma de mal gusto de un publicista frustrado
En realidad me da pena y ganas de quemar cosas por la cruel semejanza con propaganda de la Iglesia; pero no, chicos, sois unos progres campeones
Sin embargo, desde mi punto de vista, este primo de zumosol vegano tiene algo que enseñarnos. Y es aprender de su error: ¿cómo una persona que defiende una causa aparentemente salida de un corazón noble y tierno, nos sale con estos bombazos e intenta manipular a una audiencia cual politicucho cualquiera? Pero puede que quizá y aunque cueste, se puede comprender a Gary porque la frustración de este, a su modo y en su filosofía fanático revolucionario, puede haberle llevado al absoluto radicalismo (o puede que simplemente naciera así, por qué no). El mismo radicalismo que hace que asociaciones como PETA, que ha alcanzado un papel mediático importantísimo, y que ha conseguido grandes logros legales y sobre todo sociales en la concienciación por la lucha de los derechos de los animales, se le vaya la perola y recurra a estrategias manipuladoras y adúlteras para conseguir sus fines. Desde campañas sexistas, hasta argumentos pseudocientíficos que alcanzan límites insospechables, no se sabe si el desastrosa imagen de PETA es culpa de un marketing obra de descerebrados, de una propaganda manipuladora y sin escrúpulos, o de la desesperación de los “éticos” (People for Ethical Treatment of Animals) cerebritos verdes de la asociación que son capaces de todo por la liberación animal. Me queda lamentarme por una asociación que podría tener tanto peso social y que cede su criterio en favor de argumentos para ignorantes o de política del terror. Todavía se preguntan el ninguneo que sufren por parte de la comunidad científica.
Esto pasa, y pasa mucho; PETA y los veganitos histéricos son solo un ejemplo de la polarización de grupos sociales que se retroalimentan en sus esferas éticas y se ponen a la defensiva. Desde mi punto de vista, tolerancia y respeto, y a soñar con un día en el que cada miembro de la sociedad sea lo suficientemente sensible y educado como para que no solo la libertad y el respeto estén por encima sino que la justificación sea una manera de compartir y de aprender, y no un instrumento de propaganda y manipulación. Lo siento, Gary, sería un golpe duro.