Esmeralda García Ramírez
El fenómeno social “El Caracazo” ocurrido en las ciudades de Guarenas y Caracas (del 27 de febrero al 08 de marzo de 1989), surgió por una serie de protestas y disturbios contra las medidas neoliberales del “Paquete Económico” del II gobierno de Carlos Andrés Pérez. El detonante de esta explosión fue el incremento de los pasajes, producto del aumento de la gasolina, lo que obviamente representó el punto de quiebre en la capacidad de aguante de las masas populares. Treinta años después la situación hoy día es diferente a pesar de la crisis económica, los bloqueos y las sanciones económica-financiera que nos embarga, ya que gracias a las políticas sociales aplicadas por el presidente Chávez los sectores más débiles reciben el beneficio de la inversión social de la renta petrolera, lo que permite mayor identificación con el gobierno para sincerar el precio de la gasolina y evitar su despilfarro, sin el peligro de que ocurra un estallido social como éste. El gobierno revolucionario aumentó el precio del combustible por primera vez en el año 2009, el cual permanecía inalterable, fue necesaria ante la crisis financiera internacional que comenzaba a afectar a Venezuela; sin embargo este incremento no causó gran impacto en la población venezolana. En el año 2016 el presidente Nicolás Maduro realiza un nuevo incremento de entre 1,328 y 6,566%, aun así se posicionaba como la más barata del mundo. No se produjo ninguna explosión social ni se dispararon los precios de los bienes y servicios por esta causa, los empresarios siempre han incrementado éstos como quieren. En el año 2015, según estudios realizados, este incremento tenía una aceptación del pueblo de 62%; hoy día se estima ronda un 80% de aprobación del mismo.Hoy día el comportamiento es distinto: La gasolina venezolana no tiene precio en el mercado mundial, ni siquiera se puede decir que es la más barata, porque los que están “detrás del mostrador” la venden al precio que les dé la gana. Según un informe publicado por la Consultora Global Petrol Prices, en mayo de este año, entre 167 países analizados, Venezuela es el país con la gasolina más barata. La razón principal, desde el punto de vista monetario es que tras la reconversión monetaria emitida por el gobierno nacional en agosto del año pasado —donde se restaron cinco ceros al bolívar—, un tanque de gasolina que consuma 50 litros, se llena con Bs. 0,00005, lo cual es imposible de pagar, ya que el billete de menor denominación es de Bs. 2,00. Los nuevos billetes y monedas del actual cono monetario quedaron atomizados por la hiperinflación, desaparecieron, o no los reciben porque no valen nada. En condiciones normales, el pago que hace un ciudadano en una estación de servicio de gasolina al bombero, o trabajador que sirve la gasolina, en efectivo, es la propina, pues el combustible no tiene costo; es decir, ante la falta de billetes de baja denominación una persona puede pagar con un billete de Bs. 100, ó 200, ó 500, o incluso de 10.000, el beneficiario directo de esta atípica economía de mercado es el bombero o islero cuyos ingresos son inimaginables. Según la misma Consultora, el precio actual de la gasolina en Venezuela es de 0,00; cerca de $0.49 en Ecuador; Colombia, $0,72; EE.UU., $0,79; Argentina, $0,84. En un escenario anormal como el que estamos viviendo, donde hay escasez de gasolina en gran parte del país y se debe hacer cola para conseguirla, por ejemplo en Mérida, un bachaquero puede cobrar 1/4 de gasolina en Bs. 65.000; o algunos funcionarios de la Guardia Nacional o Policía la puede cobrar en dólares (1 dólar p/litro, como mínimo). En la frontera la situación es más terrible, la fuga de la gasolina pasa por los caminos verdes ante la mirada complaciente de los que defienden la frontera. Bajo estos escenarios nuestra gasolina no tiene precio, dejó de fijarla el gobierno para que un islero, o unos cuantos vivos rojitos, “defensores de la patria”, corruptos, u otros apátridas que poco les importa que el país se termine de hundir, la vendan según se cotice el dólar, o el peso, o según la necesidad que tenga el usuario o demandante.
Otro factor que hay que destacar es la crisis petrolera en la que se encuentra nuestra industria PDVSA: la producción ha caído a niveles nunca vistos desde la década de 1940. El desfalco que el ex ministro de PDVSA, Rafael Ramírez (el Herodes de la revolución), hizo a la nación por más de 35 millardos de dólares terminó de hundir a la industria petrolera; luego detuvieron a 65 gerentes de la industria por delitos de peculado doloso, entre otros actos de corrupción que dejaron muy mal parado tanto al gobierno como a la revolución. En abril de 2019 solo se produjo 830.000 barriles p/día, cuando a principios de año se producía 1,2 millones p/d (según datos de la Administración de Información de Energía de EE.UU); la mayor parte de su maquinaria está obsoleta, sus instalaciones de producción cuentan con pocos recursos, los apagones han afectado su producción, la mayor parte de su talento humano se ha ido del país y los salarios de los trabajadores son insuficientes para su sobrevivencia, cuando otrora eran los mejores ingresos de los funcionarios públicos. PDVSA no se ha podido vincular nuevamente en el mercado internacional para la adquisición de los ingredientes necesarios para refinar su crudo pesado y extrapesado en gasolina por las sanciones impuestas de EE.UU. contra la empresa. El problema más grave es el robo de nuestra refinería o filial de PDVSA, CITGO, por parte del gobierno ilegítimo de Trump, porque le quitan el circulante en efectivo a PDVSA que asciende a unos 11 mil millones de dólares, con estas sanciones se prohíbe a CITGO repatriar este dinero a Venezuela y a las empresas instaladas en EE.UU. importar crudo desde Venezuela. Esto ha fortalecido a la ultraderecha venezolana para conformar una banda de crimen organizado con la empresa Crystallex, con el apoyo de EE.UU., liderado por Juan Guaidó, para despojar a Venezuela de los activos de PDVSA en territorio estadounidense.
Antes de aplicar las sanciones el genocida de Obama contra Venezuela el precio de la gasolina era insignificante y el subsidio existía; igualmente los precios de costos en bienes, servicios y alimentos seguía aumentando, la inflación tampoco se detenía. En este sentido, los ministros de Petróleo de Chávez y Maduro no han dado una respuesta eficiente y eficaz al problema de la gasolina. No aumentarla ya es una inmoralidad, seguir postergando su incremento generaría una explosión social peor que El Caracazo, es un caldo de cultivo del cual pareciera espera un estallido los que están detrás de este negocio y la ultraderecha. Las guarimbas se quedan cortas frente a esta bomba de tiempo que en cualquier momento puede explotar peor que por el efecto propio de la volatilidad de la gasolina. Su alza es una necesidad que debe ir acompañada de acciones más efectivas y responsables, como rebajar significativamente los precios de los productos, obligando a la clase burguesa empresarial a cumplir con esta orden, considerando que cuenta con una población consciente que apoyaría esta medida. El compromiso es primordialmente de la ANC para que esta medida se aplique, consultando a todos los sectores del país, tomar como ejemplo a otros países, reorientar las políticas en materia petrolera (3R); transformar la industria petrolera, para ello no es suficiente que sea “roja rojita”, es imprescindible que sea proba y es necesaria contar con ministros y una clase obrera comprometida con el país no con los intereses particulares y del imperio. Licenciada en Administración
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