Gaspar Noé, Julio Medem, Laurent Cantet y Benicio del Toro juntos y revueltos

Publicado el 20 febrero 2013 por Fimin

20 de Febrero del 2013 | etiquetas: Ariel Fernández Verba, Cuba Twittear

El último día del Festival de la Habana estuvo enteramente dedicado a “7 días en la Habana”, un trabajo coral recién estrenado en filmin en el que siete realizadores de distintas partes del mundo hacen su particular visión de la capital cubana. Benicio del Toro, Pablo Trapero, Elia Suleiman, Julio Medem, Gaspar Noé, Juan Carlos Tabío y Laurent Cantet encadenan siete cortometrajes donde los elementos que constituyen la vida y las dinámicas de la Habana como el turismo y la prostitución, la música, el hotel nacional y los eternos discursos de Fi, de los deseos de irse y el miedo a quedarse, la santería, el pluriempleo, la religión y una mano cuando se necesita, son algunos de los rasgos identitarios de esta ciudad (según dicen) ecléctica y vital que mira al futuro.

Naturalmente no todos los trabajos son de la misma calidad y, en definitiva, ninguno llega a contarnos una historia que se aparte de la Habana que cualquiera pueda imaginar (aún no conociendo la ciudad). Curiosa verdad, por otra parte, la fuerza con la que esta capital se representa en el imaginario colectivo de todo aquel que no habiendo pisado nunca la isla, se hace de sus calles y su gente. Sin embargo, más lejano resulta imaginar la vida de un oficinista habanero o la movida del heavy metal, los barrios de clase alta o las sinagogas cubanas que también existen.

Así mismo, cabe destacar algunas propuestas que hacen a esta película pero no tanto por su temática sino, más bien, por su realización. Por ejemplo el llamado “Ritual” de Gaspar Noé. Un cortometraje dividido en dos bloques que bien suponen las dos caras de una misma moneda. En primer lugar una calle apartada. Un grupo de adolescentes entorno a un coche. Reggaetón por todo lo alto. Todos bailan, todos se rozan, pornografía sin quitarse la ropa. Los graves de la música son los dueños de la secuencia. Dos niñas se comienzan a repetir. Dos niñas se acercan cada vez más. Las dos niñas se besan.

Por la mañana aparecen las dos desnudas durmiendo en una cama. En el marco de la puerta, los ojos atónitos de los padres de una de ellas. Giro.

La vera de un rio apartado por la noche. Un grupo de familiares entorno a la niña. Tambores y aves. Estamos presenciando un rito de purificación según los dictados del santismo. Los graves y la oscuridad dominan la secuencia. Se rasga la ropa, se frota una gallina sobre la niña, se adentra en el agua y final.

Otro trabajo interesante es el presentado por el realizador Laurent Cantet La fuente”, en el que, con motivo de la revelación que una anciana tuvo de la virgen, moviliza a todo el barrio para construir en un solo día una fuente en el salón de su casa con fiesta incluida por la noche en honor a la santísima. Buen ejercicio para deshilachar lo que hace un poco al cubano de barrio, lo que aquí se entiende por comunidad, ya que, siendo una historia que nace en el núcleo de un barrio humilde y de pocos recursos, todos ponen lo mejor de cada uno para conseguir los materiales con los que construir la fuente, la comida para la celebración nocturna e incluso el vestido amarillo que la anciana debía llevar para tal acontecimiento.

Nota a tener en cuenta para el viejo continente: nadie pide nada a cambio y no todos parecen conocerse, nadie parece en principio disponer de lo que se les pide pero con un mínimo de voluntad lo terminan consiguiendo, el apoyo mutuo y desinteresado entre la gente, aún siendo el motivo la relativa locura de la anciana, termina fortaleciendo los lazos vecinales y alejando, en un solo gesto, sentimientos tan jodidos como la indiferencia y la soledad.

Y con esta idea se terminaba clausurando el XXXIII Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, un festival repleto de propuestas originarias de cualquier rincón del continente, un autentico muestrario de realidades que, si bien no todas efectivas o del gusto de quien escribe, si esperanzadoras para el medio y con suficientes argumentos para seguir creyendo en la utopía de la oreja y el ojo. Larga vida pues, al nuevo nuevo nuevo nuevo cine latinoamericano.