He
visto una entrevista de Jordi Évole a Roberto Saviano. Extraordinaria. Soy de
los molestos con el programa mentiroso
del 23-F, aquello no me gustó y durante dos semanas me preguntaba si afectaría
a la credibilidad que había depositado en Évole, ganada hasta ahora poco a poco,
no sabía si quebrada. Esta relación con Saviano me vuelve a situar en la senda
de aceptación de su credibilidad.
Roberto
Saviano me parece un héroe moderno, una persona íntegra que transmite emociones,
alguien que inicia un recorrido por el conocimiento de un mundo sucio que a
medida que profundiza encuentra mayor mierda y peligro a su alrededor, pero
sigue haciéndolo y siente la obligación de comunicarlo. Este hombre parece
comprometido con un destino personal al que ha llegado con una postura de
integridad moral al hacer públicos los resultados de sus investigaciones, que
hubieran sido más lucrativos escondiéndolos. Sin tener obligación y compromiso por
razón de su trabajo como policía, juez… sintió la necesidad de investigar y contar
cosas muy peligrosas, y entramados delictivos de la cotidianeidad que le han
obligado a vivir con extremo peligro no deseado.
Recordé
las sensaciones que sentí al ver la película Gomorra, producto de su investigación; la brutalidad de la Camorra y
el lujo como fuente de explotación individual y colectiva en la vida actual, en
una sociedad moderna como la italiana. Los reyes de la moda y del diseño más
avanzado que vemos en revistas y televisión, fabrican sus trajes de alta
costura en talleres de mierda con enorme explotación y relaciones de opresión
que llegan a palizas y muertes. Los individuos que fabrican el lujo, miran por
la tele aquellos maravillosos desfiles de moda sintiendo cosas distintas que
las apreciadas en otros lugares del mundo por los televidentes de la moda.
Grandes
negocios se extienden por el sur pobre de Italia, ocultación de la basura
tóxica de lugares ricos del norte, enterrándola, lo que infesta y contamina los
suelos, mata el agua potable, alimentos y personas… Las mafias no son cuatro
mostrencos, solamente, son grandes corporaciones, en parte vinculadas al Estado
y sus presupuestos, gente normal, no como los asesinos de las películas
antiguas, familias religiosas como las mostradas por El Padrino y los Soprano,
pero sin halo de heroicidad y protagonismo…
Aquella
película de Gomorra me recordó un
viaje a Sicilia. -Nadie debería perderse esa isla, la cultura e historia de
Grecia y Roma la inundan. Sus paisajes, gentes y gastronomía son increíblemente
maravillosos- Llama la atención, carreteras que no llegan a sitio alguno,
grandes obras de infraestructuras que no conectaban entre sí, imaginen una carretera
a la que faltan tramos, sin continuidad para ser utilizada. Allí me contaron
cosas de cómo procedía la mafia en Italia, consiguiendo dinero de los
presupuestos públicos.
Era
el trabajo de la mafia en aquel caso, localizado en grandes empresas
constructoras que vivían muy cerca de la teta del Gobierno. Los suelos se
recalificaban, compraban y vendían pasando por varias manos antes de llegar a
ser pagados por la Administración. En todo caso, el negocio no era aquella historia
de asaltar camiones de licores como algunos pensaban al ver viejas películas
americanas, las oportunidades de ganar millones estaban en los presupuestos del
Estado y en el funcionamiento habitual de la sociedad moderna. –Otra visión diferente
del complejo militar industrial denunciado por Eisenhower, o de los lobbys financieros actuales-
Aquello
despertaba muchas preguntas sobre España. Grandes empresas constructoras y de
infraestructuras –de servicios de agua, basuras…- tienen como objetivo
conseguir que los gobiernos gasten dinero público; de repente, construir seis
hospitales toma otra dimensión diferente a la preocupación por la atención social,
o hacer un metro ligero, plagar de urbanizaciones hoy vacías montones de
pueblos, o enormes infraestructuras de dudosa utilidad… Si quieren toma otra
coloración la interpretación sobre las autopistas madrileñas realizadas por
Aznar-Aguirre cuando todo comenzó a joderse. Hoy el Gobierno hace planes para salvarlas
de la quiebra, aumentando la deuda pública, mientras recortan gastos sociales.
Saviano
cuenta muchos aspectos de la sociedad capitalista actual y lo hace mejor que las
proclamas de partidos políticos. Ocurre igual que al seguir la reconstrucción
reciente de Rusia y China, cuentan el nacimiento del capitalismo de forma clara
y nítida, la criminalidad mucho más allá de la explotación, asesinatos, tráfico
de armas y drogas, la ley del más fuerte que roba la propiedad pública y
comunal generando la acumulación inicial de las grandes corporaciones modernas,
la evasión fiscal sobornos y fraudes, lo delictivo en primer plano. Y para
culminar, la utilización de los mercados financieros.
En
la entrevista con Évole sobre su última investigación vertida en el libro, ‘Cerocerocero’,
sobre la extensión del negocio de las drogas deja perlas inmensas. Una
inversión de 1.000 € en una gran tecnológica, puede retornar 1.800, mientras
que metido en coca, puede reportar 180.000. Ante semejante potencia no hay nada
que pueda pararlo, -de ahí la posibilidad de legalizarlo como recurso para
frenar tanta demolición-. Me recordaba Traffic
aquella buena película en la que Mikel Douglas, respetable ciudadano de clase
alta, es nombrado fiscal antidroga en EEUU, tiene una hija drogadicta, y cuando
ésta se sumerge en aquel mundo y trata de buscarla, el joven novio amigo íntimo
para explicarle por qué entraron en ese mundo, le dice al padre, ‘en una semana sin gran molestia puedo ganar
lo que con los mejores estudios y esfuerzos necesitaría un año’.
Sigue
la pista del dinero. Las drogas mueven tantísimo capital que es difícil imaginar
las mafias fuera de los circuitos financieros tradicionales, bancos y mercados,
inversiones en arte, inmuebles y lujos. Es impensable ocultar por más tiempo su
instalación en España, una de las puertas de entrada de la droga a Europa. Su
instalación en la Costa del Sol, de la Cosa Nostra, desde el franquismo y posteriormente
de las mafias de todos los rincones del mundo, allí y en el resto de costas
vinculadas al turismo y lujos playeros, enredadas en la corrupción urbanística,
para blanquear. Mientras tanto, algunos alcaldes que se pretenden exitosos,
como en mi pueblo, presumen ante los votantes de luchar contra la droga por
detener a cuatro chavalillos, detrayendo los recursos necesarios para luchar
contra los grandes conglomerados que compran droga, la introducen y venden.
Miramos
para otro sitio, cuando aquel alcalde con varias mayorías absolutas dice que
limpia la población de putas y todos aplauden y vuelven a votar. Desaparecen
cuatro mujeres visibles en las calles, mientras se instalan en la ciudad la Cosa Nostra y las mafias rusas, llenando
hoteles y apartamentos de miles de putos y putas y drogas y dinero negro.
En
la entrevista Saviano ofrece un mensaje sobre ETA, que gobiernos e izquierdas españolas
no terminan de escuchar para tirar del hilo. En sus investigaciones aparecen
vínculos etarras con el tráfico de drogas. Sorprendente? Por qué? Acaso no
tienen vínculos similares todas las organizaciones contrabandistas, guerrilleras,
paramilitares… incluidas las bancarias legalmente establecidas sin las cuales
sería imposible reciclar esas ingentes cantidades de miles de millones.