Gastrobar La Casuca [Comiendo Cantabria]

Por Capitan_rabano @pardeguindillas

La Casuca es un claro ejemplo de que la cocina de autor se está popularizando en las mesas de Cantabria. Asistimos al nacimiento de nuevas formas de exaltar el producto cántabro, respetándolo y sin renunciar a la esencia de la tradición.


Por: Carmen Rodriguez.


Cuando pasas por la autovía que une Torrelavega con Santander, ves y sobre todo hueles, el humo de las chimeneas de la Solvay, nada te hace sospechar que detrás de esa poco apetecible visión se encuentra una pequeña joyita gastronómica en forma de restaurante.

El Gastrobar La Casuca se esconde en la zona de vinos y nos hubiese pasado desapercibido como un local mas de tapeo y menú tradicional si no fuese porque El Diario Montañés, le dedicó una amplia reseña en su suplemento semanal: Cantabria en la mesa


Las alabanzas a la comida y lo inusual de su oferta, nos convenció inmediatamente para deshacer parte del camino hacia la meseta y acudir a comprobar si coincidíamos con el gusto del entusiasmado periodista gastronómico.

Por fuera el local posee una amplia terraza acondicionada para ir de copas o comer al aire libre y ya en la entrada flanqueada por puertas de vidrio esmerilado, se nota que en la remodelación se ha tenido especial cuidado en mostrar una versión modernizada que dista mucho del restaurante de piedra con vigas vistas de madera típico de Cantabria. 

Lo que vemos al entrar en su interior: Una decoración mixta bien armonizada en verdes, granates, tostados y blancos, con una curiosa seleccion de fotografias pertenecientes a una reciente exposición sobre Jazz que le hacen de contrapunto.



El jefe de sala nos ubicó en un rincón agradable y aunque nos trajo la carta, ya teníamos hecha nuestra selección siguiendo las recomendaciones del Diario. Así que sin mirar y con la lección aprendida desde casa, hicimos la comanda.

Mientras esperábamos el pedido calmamos la impaciencia y el hambre con unos mejillones cántabros al vapor, sencillos pero con mucho sabor.
Primero llegaron los Chipirones rellenos de Txangurro, tiernos, equilibrado el sabor del relleno con el calamar y la guarnición de arroz blanco con un sabor que conseguía estar a la altura del plato de lo bien cocido y sazonado que estaba.

Después aparecieron los Callos de wagyu, una forma de aprovechar partes de esta raza cárnica pensada para la parrilla que no habíamos probado y que resultó una completa revelación al paladar. muy bien guisados, picantes en su justa medida y con un regusto ahumado que nos sorprendió y encantó a partes iguales: Rebañamos con pan la fuente de la generosa ración.


Terciando vino la Costilla de Angus, un buen ejemplo del "slow food" a baja temperatura que tanto se lleva ahora. Sabrosa e intensa, al punto y acompañada de patatas fritas doradas, gruesas, crujientes... que siempre se agradecen con dos clases de salsa presentadas en sendos tarros dentro del plato.



Acostumbrada a las tremendas raciones del norte de España, pensé yo que nos íbamos a quedar con hambre y tendríamos que pedir algo mas para salir satisfechos ¡pero al contrario! hubo que hacer un  hueco para el postre. De nuevo encargamos lo mas demandado: La Experiencia de hojaldre, versión de uno de los dulces bandera de Torrelavega (esta localidad cántabra es famosa por el hojaldre siendo su máxima expresión repostera las Polkas y la tarta de la Confiteria Santos) así que no es de extrañar que el chef Nacho Cobo quisiera rendirle un homenaje por todo lo alto y echó el resto con esas capas de hojaldre dorado y ligero, coronadas con una cuasi mousse de mantequilla salpicada por toppings de almendra... sublime. Tampoco le hicimos ascos al coulant de chocolate otro de los postres estrella y que resultó excelente.

Total, que salimos pensando en volver porque se nos queda en el tintero probar las Alcachofas gratinadas con erizo de mar, el Jarrete de lechazo cocinado a baja temperatura con guarnición de praliné de avellana o las Albóndigas de chicharro.
En resumen una gratísima sorpresa, un diamante a medio tallar que si su chef, que apunta muy buenas maneras, encuentra el modo de sacar de su carta el menú del día y dedicarse a jornada completa a dar rienda suelta a su cocina de autor, promete un montón.
¿Dónde? C/ San José 21. Torrelavega.¿Indispensables? Los callos y la Experiencia.¿A conservar? El ambiente, el servicio, su cocina de autor.¿A descartar? El rollo "menú del día", los helados hechos fuera de la casa, la nata y el topping de caramelo que entierran sus maravillosos postres, los tarritos de salsas en el plato...¿A rescatar?  La mantelería de tela: Una comida así bien se merece un envoltorio a su altura.¿Caro o barato? Justiprecio: Media de 30 € persona que se pagan con gusto.
Hasta pronto: Salud y kilómetros!