Gato Barbieri - Chapter One Latin America (1973)

Publicado el 09 febrero 2021 por Moebius

#Músicaparaelencierro. Hacía rato que no traíamos nada del Gato Barbieri, y ahora Carlos el Menduco nos presenta "Chapter One Latin America". "Toda la vida tiene música", cantaba Luis Alberto Spinetta y es cierto, y aquí el Gato lo demostró con composiciones que tienen un poder oculto, sentidos que tiene el agregado de que lo acompañan músicos enormes en una conexión solo explicable cuando la música está atravesando (y uniendo) cada uno de ellos y que resuenan al momento de dar vida a cada pieza única e irrepetible. con una construcción melódica muy delicada pero con momentos de intensidad casi metalera, totalmente orgánicos, donde un joven Barbieri se desarrolla a sí mismo como uno de los representantes más destacados del jazz latino, más vanguardista y experimental a partir de esta época: "Quiero que la música hable de lo que pasa en Sudamérica" decía Leandro Gato Barbieri (el Hendrix del saxo, según el Menduco) en su despliegue tercermundista desde el mundo del jazz, y en "Chapter One" la música nos van narrando un presunto viaje por la América Latina en el cual Barbieri va recogiendo a músicos de todas las tierras por las que va pasando, con la impresionante variedad de la música y del folklore latinoamericano. Con ustedes, otro gran aporte a la gran música y uno de los grandes discos de fusión de todos los tiempos.
Artista: Gato Barbieri
Álbum: Chapter One Latin America
Año: 1973
Género: Latin jazz
Referencia: Discogs
Nacionalidad: Argentina

Buenos Aires, otoño de 1973. Pocas semanas después del triunfo de la fórmula Cámpora–Solano Lima, en un hotel del centro porteño, Julio Cortázar y Leandro “Gato” Barbieri conversan animadamente –en realidad, el ánimo verbal parece estar todo del lado del escritor– sobre jazz y política. Acaban de conocerse. Los presentó el periodista Nano Herrera. Al cabo de un rato, cae otro famoso: el cineasta brasileño Glauber Rocha, integrante principal del movimiento Cinema Novo. Glauber es amigo de Gato desde 1962, cuando a instancia de su mujer Michelle el argentino decidió probar suerte más allá de una Buenos Aires que ya no parecía esconder secretos para él.
Coinciden en un momento clave para ellos, y para el país. Cortázar volvió a la Argentina para presentar El libro de Manuel mientras Gato se apresta a brindar un concierto en la sala Martín Coronado del TGSM y a grabar el disco Chapter One: Latin America!, el primero con músicos argentinos después de muchos años. En cuanto a Rocha, acaba de estrenar Barrabento y está trabajando en el guion de Deus e o Diabo na terra do sol. En el encuentro, Cortázar elogia a Barbieri, que viene de ser ovacionado en el festival de Montreux. Le cuenta cómo, diez años atrás, dio con su nombre en los créditos de la versión cinematográfica de su cuento “El Perseguidor”. Quién ahí tocaba el saxo conocía bien a Charlie Parker, pensó Julio aquella vez, y ahora se lo dice a Gato, que escucha con respeto –los separa una generación–, asiente de vez en cuando y agrega alguna cosa parcamente, como si se ahorrara el aire para soplar en su próximo concierto. Por ahí tercia Rocha, pero no tanto para hablar de música y cine, sino más bien del momento expectante que vive el continente.
En una tardecita de la Argentina de los 70, una tertulia de trazo alegórico: el escritor del boom, el realizador de un cine revolucionario, el saxofonista de la nueva hora de los pueblos… Pero si uno no conociera el derrotero de Gato podría preguntarse, válidamente, aceptando de antemano que los otros dos están en el sitio y el momento correctos, ¿qué hace ahí un saxofonista de jazz? ¿Qué tienen para decir él y la música improvisada sobre América latina?

Sergio Pujol - LA HORA DE LOS PUEBLOS

Muy pocos en la historia del jazz han llevado a esta música a niveles de riesgo y experimentación tan altos y prueba de ello es aquella serie de trabajos que con el nombre de "Latinoamérica" dedicara a su amada tierra al inicio de los 70s. El primero de ellos, "Chapter One: Latin América" es el que nos presenta maravillosamente el Menduco, que nos comenta lo siguiente.

Parafraseando a Daniel D'Almeida que decía en la contratapa de la edición argentina de "Rainbow Bridge": "cuando escuché por primera vez a Jimi Hendrix sentí como si un rebaño de elefantes me pisoteara el alma", así me sentí yo la primera vez que escuché "Chapter One Latinoamerica" del Gato Barbieri del año 1973. En este disco el Gato es al saxo lo que Hendrix era la guitarra.
Mea culpa: no he escuchado mucho jazz y por ahí hay otros más impresionantes. Pero esta versión de Barbieri me parece sobrenatural. Es la banda sonora de una época muy heavy, los 70 en Sudamerica. La "fusión jazz+folklore latinoamericano" te deja sin palabras. La interrelación músico-instrumento es como una unión sexual. Como Hendrix con su guitarra. Los fraseos son orgásmicos. La Suite "La China Leoncia........." tiene momentos de una fuerza metalera. El tango "Nunca más" con Saluzzi es sublime. "India" y "Encuentros" con un vuelo lírico para el delirio.  Presten atención a la ficha técnica, los músicos que lo acompañan son excepcionales. Este es el disco original, y es el final de la mejor época del Gato que incluye "Fénix" y "Bolivia",  después fue reeditado en 1997 en un CD doble, pero no completo, que incluye el Chapter Two: "Hasta siempre" junto con pistas inéditas. No olvidamos la hermosísima banda sonora de "Último Tango en París" y un par de temas en el disco "Trópico".
Lamentablemente años después el Gato firmó con AM Records y se fue a la mierda, musicalmente hablando. Ya que estamos incluyo "anectoda" (SIC), cómo decía un amigo. Yo tenía y tengo el vinilo original bastante baqueteado (llegó a mi casa traído por alguien y nunca fue retirado... tiempos muy locos!) y un día de 1994, febrero creo, caminaba yo por la Avenida San Martín de mi Mendoza natal y pasé frente a la mítica Casa Galli, disquería en la cual pasé muchas horas de mi juventud y donde dejé parte de mi fortuna laboral. Tenía un cartel de "CIERRE DEFINITIVO" (eran  las épocas del patilludo nefasto). Mi sorpresa fue monumental, se me corrió una lagrimita. Entré y charlé un rato con la vendedora que me atendía habitualmente, después miré los discos que quedaban y lo descubrí: la versión en CD de "Chapter One", absolutamente fiel a la original incluído el arte de tapa. Lo compré desde luego y aún lo tengo en perfecto estado. Perdón por la perorata, pero creí que ameritaba esta pequeña historia. Disfrutenlo!!

Carlos el Menduco

Al final del disco, Barbieri nos la deja picando para presentar su siguiente trabajo, "Chapter Two", pero esa es otra cuestión de la que nos encargaremos más adelante.

Leandro 'Gato' Barbieri es, probablemente, el segundo artista de jazz argentino más conocido, únicamente superado por Lalo Schifrin. Su historia se ha escrito como un va y viene constante entre su tierra, Argentina, y su patria adoptiva, E.E.U.U.. Su carrera ha sufrido algo parecido ya que comenzó tocando ritmos latinos tradicionales, pero pronto descubrió el jazz y durante los años 60 se interesó por su faceta más vanguardista grabando algunos trabajos como su "Obsession" de 1967 en la linea más free. A principios de los 70, predominó en su música la fusion del jazz y la música latina. Pero a mediados de esa misma década firmó com A&M Records, la discográfica de Herb Alpert, y su música dió un nuevo giro orientándose hacia el smooth jazz e incluso algo de pop. Pero lo cierto es que la calidad y el sonido cálido y absolutamente inconfundible de este extraordinario saxofonista ha dejado una fuerte huella y su influencia en las nuevas generaciones no ha parado de crecer en los últimos años.
Barbieri nació en la provincia argentina de Rosario un 28 de noviembre de 1932. Aunque en su familia hubieron bastantes músicos, no se interesó por ningún instrumento hasta los 12 años, momento en el que escuchó por primera vez "Now's the Time" de Charlie Parker. El tema le impresionó tanto que inmediatamente decidió aprender a tocar el clarinete.
En 1947 su familia se traslada a Buenos Aires donde sigue con sus estudios de música y poco después comienza a tocar el saxo alto y se une a la banda del gran Lalo Schifrin . Fué esta experiencia la que le permitiría alcanzar el nivel necesario para dar el salto y montar su propia banda ya a finales de los años 50.

En 1962 se traslada a vivir a Roma con su mujer, italiana de nacimiento. Al año siguiente se va a Paris, donde conoce a Don Cherry y muy pronto se incorpora a su banda. Son los años más salvajes de Barbieri, cosa que se puede constatar tan sólo con la audición de su sólo en el tema "Hotel Oberture" incluído en "Escalator Over the Hill" (1971) , grabación de otra artista inclasificable, la pianista californiana Carla Bley.
Pero la música de Barbieri estaba a punto de dar un giro importante ya que fué en ese momento cuando abandono el jazz más vanguardista para centrarse en el latin jazz más experimental. En ese periodo encontramos grabaciones como su directo El Pampero o los cuatro discos a modo de capítulos dedicados a Latinoamérica, a saber, "Chapter One: Latin America" (1973), "Chapter Two: Hasta Siempre" (1973) , "Chapter Three: Viva Emiliano Zapata" (1974) y "Chapter Four: Alive in New York" (1975). Sin embargo fue la sensual banda sonora original de la controvertida película de Bernardo Bertolucci "Last Tango in Paris" (1972) lo que le daría un reconocimiento internacional convirtiéndolo en una auténtica estrella y permitiéndole actuar en festivales de jazz como Montreux, Newport o Bologna.
(...) A veces adorable, otras difícil de digerir pero siempre muy excitante, "Chapter One: Latin America" es un trabajo que se encuentra siempre al límite, utilizando elementos del free jazz que Gato había practicado pocos años atrás y fundiéndolos con ritmos brasileños, argentinos, bolivianos o peruanos, consiguiendo como resultado un larga duración que nos parece uno de los grandes discos de fusión de todos los tiempos además de una obra de obligada audición, especialmente para los amantes de la música latina y del jazz que dispongan de un par de buenos oidos sin complejos.
(....) Este es un trabajo realmente complejo que se ha de observar a vista de pájaro y ubicar en el momento histórico del cual forma parte. Creo que sólo de esta forma se puede llegar a extraer conclusiones razonables. Barbieri denominó la música contenida en este trabajo y siguientes con la divertida etiqueta "jazz del tercer mundo". Si queréis que sea sincero me parece mucha más acertada que aquellas que suelen inventar las discográficas, algunas de record como aquello del "jazz-rock" o la maldita "easy listening".

Música para Gatos



Como dice el Menduco, aún la música de Gato Barbieri todavía experimentaría nuevos cambios, vendría la publicación de "Caliente", producido por Herb Alpert para su discográfica A&M, que incluye un elenco de lujo con músicos de la talla de Randy Brecker, Eric Gale, Harry Lookofsky, Ralph McDonald, Lenny White o David Spinozza.A partir de ahí Barbieri se dedicó a los ritmos más comerciales con algunos trabajos que no se encuentran entre los mejor del artista pero que aquí no vamos a criticar, porque muy pocos en la historia del jazz han llevado a esta música a niveles de riesgo y experimentación tan altos y prueba de ello es aquella serie de trabajos que con el nombre de "Latinoamérica" dedicara a su amada tierra al inicio de los 70s.Como todo gran artista, Barbieri desplegó su obra a lo largo de períodos sucesivos, que hoy, podemos entender como diferentes territorios de un mismo planeta. Hubo un Gato del bebop, descollante en la Buenos Aires de los sueños desarrollistas. Otro del free-jazz, inmigrante en Italia, amigo de Don Cherry y vanguardista intransigente (hay que buscarlo en Complete Communion, de 1965). Luego vino el Gato de esa joya perenne titulada, sin inocencia, Third World. Grabado en 1969 con un sexteto que tenía a Charlie Haden en el contrabajo, el disco tuvo una brava descendencia (Bolivia, Under fire, Fénix, Pampero, Chapter One: Latin America!) apenas interrumpida por la sentimental melodía de Último tango en París. Más tarde, al mudar de sello, Gato cambió también la orientación de su música. Grabó, con producción de Herb Alpert, Caliente! –lo definiría como su disco favorito– y a partir de ahí una serie un tanto anodina de álbumes que, según daba la impresión, podía hacer de taquito.
Pero en sus actuaciones en vivo, que se prolongaron por largos años –el Blue Note de Manhattan lo cobijó hasta el final–, Gato nunca abandonó la impronta tercermundista. Renuente a ser incluido en el lote del jazz latino –acaso porque, salvo en Chapter Three: ¡Viva Emiliano Zapata!, su música prefirió poner en valor el mundo indígena sudamericano antes que la prole rítmica del Caribe–, en cierto modo había quedado anclado en los años 70. Mentalmente nunca abandonó su cita con Cortázar y Rocha.
Pocas figuras de nuestra adolescencia despertaron tanta atención. Del mismo modo que a Piazzolla lo sabíamos un excomulgado del tango, intuíamos que ese argentino por el mundo, con invariables sombrero, anteojos negros y pañuelo al cuello, que tocaba volcando su cuerpo hacia atrás, como si la correntada que provocaba su propio aliento amenazara con desprenderlo para siempre de su instrumento, no era del todo bienvenido en la cofradía del jazz local. Se contaba que en sus años mozos no había quién pudiera con él. Que, cuando tocaba, sus ocasionales compañeros se distraían de sus propios instrumentos, embelesados por improvisaciones brillantes. Pero esos elogios, siempre conjugados en pasado, implicaban un enjuiciamiento al nuevo Gato. La fama y el éxito, dos palabras un tanto esquivas en el léxico del jazz, lucían como pruebas incriminatorias. Desde que coqueteaba con los ritmos criollos y mestizaba el free jazz con instrumentos sudamericanos –generalmente ejecutados por músicos externos al género, como Domingo Cura, Antonio Pantoja, Dino Saluzzi y Raúl Mercado– Gato, según muchos creían, había malversado su talento jazzístico.
Justamente, era la reinvención tercermundista e izquierdista, tan elogiada por críticos franceses y norteamericanos, lo que más nos atraía de aquel Gato modelo 70. Que en su repertorio sonaran, como mantras de un mapa político expoliado, temas de nuestro folclore (“Luna tucumana” –rebautizado “Yo le canto a la luna”–, “Juana Azurduy”, “Merceditas” o “Vidala triste”) era algo emocionante. También había en sus discos música de Brasil y de Bolivia. Gato nos invitaba a volar con la imaginación lejos del nativismo asfixiante, los grandes valores del tango y el jazz perezoso que copiaba discos. Pero también nos liberaba del pop solamente entendido como catarsis juvenil. “Gato Barbieri, el argentino más progresivo”, titulaba la revista Pelo en marzo del 73.
Su saxo huraño y a la vez cálido, agresivo y entrañable, emparentado con los de John Coltrane y Albert Ayler, gritaba aquellas melodías a los cuatro vientos para mostrar que no sólo con standards o canciones afroamericanas se podía tener ciudadanía jazzística. Con su poética, la expresión “Tercer Mundo”, que hasta entonces sólo conocíamos del lenguaje geopolítico, emergió como un Norte en el horizonte de la música de improvisación.
Es probable que la abundancia de fusiones y maridajes ocurridos en América latina en los últimos años impida percibir con justeza el tamaño de la osadía con la que Gato le imprimió al jazz una inflexión local, de parámetro continental. En otros tiempos, el jazz poco y nada sabía del Tercer Mundo, y este sólo sabía del jazz entendido como mímesis o interpretación de un “contenido” surgido en los Estados Unidos. A partir de Gato, la historia dejó de escribirse en un solo idioma.
Sergio Pujol


Lista de Temas:
1. Encuentros 
2. India
3. La China Leoncia Arreo La Correntinada Trajo Entre La Muchachada La Flor De La Juventud
4. Nunca Más
5. To Be Continued 
 
Alineación:
- Gato Barbieri / Saxo tenor
Invitados;
Osvaldo Berlingieri / Piano
Novelli / Bajo
John Pisano / Guitarra clásica
Lee Ritenour / Guitarra eléctrica
Bob Zimitti / Batería
Mayuto Correa / Percusión, Conga, Triángulo
Antonio Pantoja / Percusión, Sikus, Erkencho, Quena
Adalberto Cevasco / Bajo
Domingo Cura / Bombo
Isoca Fumero / Guitarra de 10 cuerdas, Charango
Ricardo Lew / Guitarra eléctrica
Raúl Mercado / Flauta, Quena
Amadeo Monges / Arpa, Arpa India
Jorge Padín / Percusión
Quelo Palacios / Guitarra clásica, Charango
Eduardo Zurdo Roizner / Percusión, Batería
Paulinho Braga / Percusión, Batería
Helio Delmiro / Guitarra
Jim Hughart / Bajo
Dino Saluzzi / Bandoneón