Leonor Fini, por Cecil Beaton
Leonor Fini nació en Buenos Aires el 30 de agosto de 1907, hija de un rico hombre de negocios argentino llamado Herminio Fini y de Malvina, una italiana de Trieste. Parece ser que el padre de Leonor era un fanático religioso que hacía la vida imposible a su esposa, por lo que Malvina regresó a Trieste, a casa de sus padres, con Leonor. También cuentan que el padre intentó secuestrar a la niña en varias ocasiones y que Malvina acostumbraba a vestirla de niño para que no la reconociera.
Baile de disfraces
Gatos con abanicos
Desde temprana edad supo que quería ser artista y convenció a su madre para que la dejara estudiar en Milán, donde participó en su primera exposición colectiva en 1929 antes de trasladarse a París en 1931. Gracias a su personalidad, inteligencia y belleza no tardó en acceder a los círculos surrealistas de la época, codeándose con Paul Eluard, Salvador Dalí, Man Ray y Max Ernst, que fue su amante durante un tiempo. Rehusó inclinarse ante las exigencias del misógino André Breton, y a pesar de exponer en repetidas ocasiones con los grandes surrealistas, nunca consideró que formaba parte del grupo. Su primera exposición en la capital francesa tuvo lugar en la galería de Christian Dior cuando este aún no había abandonado el arte por la alta costura.
Domingo por la tarde
Las mutantes (1971)
En 1936, el galerista Julien Lévy la invitó a Nueva York y participó en la exposición Arte Fantástico, Dada y Surrealismo organizada por el MoMA con obras de Georgio de Chirico, Salvador Dalí, Max Ernst e Yves Tangui. Ese mismo año, dos cuadros suyos incluidos en la Exposición Internacional de Londres escandalizaron al crítico del Daily Mail, que los describió como “un par de bofetadas en la cara de la decencia, algo que no puede permitirse”.
Leonor Fini, por Veno Pilon
Fue la primera mujer en pintar un desnudo masculino, al que siguió una serie de cuadros en los que una esfinge (¿la artista?) guarda a un joven dormido de belleza andrógina. Leonor Fini no era una artista convencional, y no llevó una vida convencional. “El matrimonio nunca me ha atraído”, dijo una vez. “Nunca he vivido con una sola persona. Desde los 18 años he preferido estar en una especie de comunidad, una casa grande con un taller, gatos y amigos, y con un hombre que tienda más a ser un amante y con otro que tienda más a ser un amigo. Siempre ha funcionado”.
Leonor Fini disfrazada de gato (1946)
Leonor Fini era una apasionada de los gatos persas y llegó a tener diecisiete a la vez que se paseaban por su casa-taller de París. Dormían con ella (si les apetecía) y subían a la mesa durante las comidas, escogiendo los bocados que más les gustaban. Y pobre del invitado que se atreviera a emitir una queja o un comentario. Uno de sus amantes fue el escritor polaco Konstanty Jelenski, al que conoció en un viaje a Roma y que era medio hermano de otro examante suyo, el conde Sforzino Sforza. El nuevo amante la siguió a París, donde vivió con ella y el marqués Stanislao Lepri hasta su muerte en 1987. Pero da la casualidad de que el sobrenombre de Jelenski era Kot, que significa “gato” en polaco.
Leonor Fini, por Dora Maar (1936)
Los fotógrafos más famosos querían retratarla. Diseñadoras de moda como Coco Chanel y Elsa Schiaparelli le diseñaron ropa especialmente, pero ella también diseñó ropa, sobre todo para el escenario. Entre 1946 y 1953 creó dieciséis trajes que llevó a bailes de disfraces y que fueron reproducidos en numerosas revistas de fama mundial.
Los gatos (Óleo – 1952)
Retrato de ocho gatos
Ganó numerosos premios por sus decorados y vestuarios para ballets (“Sinfonía en C”, de George Balanchine), obras de teatro (“Las criadas”, de Jean Genet), óperas (“Tannhaüser”, de Richard Wagner) y películas (“Paseo por el amor y la muerte”, de John Huston), entre otros muchos. En 1969 fue galardonada con el Premio de la Crítica al Mejor Vestuario de Teatro por sus eróticos trajes transparentes en los que se exageraba el atributo masculino para “El concilio del amor”, de Oskar Panizza, que escandalizaron a muchos.
Leonor Fini, por Martine Franck
En 1965 se le dedicó una retrospectiva en Bélgica, otra en Japón en 1972 y finalmente una tercera en París en 1986. Pero a partir de su muerte el 18 de enero de 1996 en París, empezó a caer en el olvido. Pocas personas recuerdan hoy a la excéntrica creadora de fuerte carácter que vivió siempre rodeada de gatos persas.