Viene esta reflexión a cuento de mi observación de hoy en la playa de Bañugues. A pesar de disponer tan sólo de unas pocas horas libres decidí acercarme hasta allí (no fuera a ser...). Llegué temprano por la mañana y comprobé con disgusto que la marea estaba en pleamar y tan sólo había un pequeño grupo de gaviotas en el escaso trozo de playa disponible. Vaya, seguramente no era yo el primero en acudir a la playa y ya alguien se habría encargado de espantarlas...
Por lo tanto resolví probar suerte en algún otro sitio cercano, y volver quizá al poco rato si tenía algo de tiempo. La playa de Bañugues, por su situación, es muy buena como lugar de parada de aves en tránsito, y la situación puede cambiar continuamente. Así que tras un par de vistazos infructuosos por las cercanías repetí visita antes de dar el día por cerrado. Cuando llegué, me encontré aparentemente el mismo bando de gaviotas, pero al prestar más atención la encontré, una de las piezas más codiciadas, una gaviota hiperbórea Larus hyperboreus de primer invierno en mitad del grupo.
Tan sólo me dio tiempo a verla un par de minutos. En seguida remontó el vuelo y se perdió tierra adentro. Sin duda había llegado en el intervalo entre mis dos visitas matinales y se detuvo a descansar en la arena tras un largo trayecto. Quizá no haya sido la primera gaviota interesante que pisa la playa esta temporada, pero sí es la primera detectada por mí. No cabe duda, a mayor número de intentos más posibilidades tienes de obtener premio.