El gazpacho es un plato genial. Procede el enorme ingenio de las cocineras más humildes que supieron con escasos ingredientes crear una comida fresca, sana, barata y que ha traspasado fronteras.
El ajo, el aceite de oliva virgen extra y el vinagre confieren un punto bravo al gazpacho. Podemos añadirlos según las preferencias personales, pero sí modificamos las cantidades sin moderación, y añadimos mucho pepino, ajo o vinagre, corremos el riesgo de encontrarnos con un incomestible gazpacho.
El nombre de Gazpacho procede del portugués caspacho y éste término del prerromano caspa que alude a los trozos de pan que integran el gazpacho andaluz, manchego o extremeño. Probablemente el término actual procede de Extremadura y es mencionado en el Quijote cervantino y en otros escritos de autores del Siglo de Oro.
El famoso plato no tenía categoría suficiente hasta que fue ensalzado por el Dr. Marañón. El prestigioso médico aludía a su conseguido sabor, la variabilidad de texturas y el innegable aporte de vitaminas.
Así, desde la segunda mitad del pasado siglo, se ha convertido en el plato más emblemático de la cocina mediterránea. Con razón.
En verano, yo no me privo de comerlo con muchísima frecuencia.
Para 4 personas:
- 1 Kg de tomates maduros
- 1 pimiento verde (hay quien prefiere el rojo)
- 1/2 pepino
- 2 dientes de ajo
- 1/2 copa de vinagre de Jerez
- 1 rebanada hermosa de pan duro
- 1 tacita de aceite de oliva virgen extra
- agua
- sal
- comino (opcional, yo no le añado)
Se ponen los ingredientes en un vaso triturador o bien se pasa la batidora de mano. Se mezcla todo bien.
Se rectifica de sal y de aceite o vinagre. Si queda muy espeso se añade más agua y se bate de nuevo.
Se sirve con guarnición de:
- 1/2 cebolla
- 1 tomate
- 1/2 pepino
- 1/2 pimiento rojo
- 1/2 pimiento verde
- 1 rebanada de pan