Lo curioso de todo es que se hacen a mano, arrancando láminas de crema helada con unas espátulas y poco a poco construyendo el helado delante nuestro. Se pueden elegir hasta 4 sabores (el mínimo es 2), aunque se pueden repetir. No hay una variedad enorme, comparado con otras heladerías, pero sí que hay sabores curiosos además de los tradicionales, y todos están bien ricos.
Los precios, aunque son más elevados que en otras heladerías, tampoco son muy caros teniendo en cuenta que se elaboran de forma tradicional, y van desde los 450 forint por dos sabores hasta los 650 por el helado de 4 sabores. Ni que decir que la mejor opción es la última, por supuesto. No es muy difícil localizar el sitio, ya que muchas veces la cola suele salir a la calle, aunque por suerte avanza bastante rápido, ya que hay varias personas atendiendo. Primero pagas en la caja, recibes una ficha con el número de sabores y después alguien te atenderá para prepararte el helado en el mostrador.
Si sois amantes de los helados y os estáis derritiéndonos bajo el fuerte calor del verano húngaro (que este año está un poco raro), no dejéis de pasar por aquí.